15. LA DICTADURA FRANQUISTA
15.1. La creación del Estado franquista: Fundamentos ideológicos y apoyos sociales. Evolución política y coyuntura exterior. Del aislamiento al reconocimiento internacional. El exilio.
Al finalizar la guerra civil se estableció en España un nuevo régimen basado en diversos fundamentos ideológicos, algunos próximos a los fascismos europeos, aunque en realidad los elementos fascistas fueron en la práctica simples adornos: emblemas, canciones, saludos…
Las ideas de Franco eran muy simples, derivadas del pensamiento militar y tradicionalista del siglo XIX: unidad del estado, orden y jerarquía, a lo que se unía un intenso catolicismo y un fuerte rechazo del comunismo y de todo tipo de asociaciones de izquierda. Aconsejado por su cuñado Serrano Suñer, consciente de la importancia de crear un estado con unas instituciones y una ideología que los respaldase, fue configurando un régimen que se caracterizaba por:
· Rechazo de la sociedad burguesa contemporánea y nostalgia de etapas pasadas en la que España triunfaba.
· Aversión hacia las instituciones políticas liberales y la democracia parlamentaria, identificadas con la masonería o la judeomasonería a las que hacia responsables de la decadencia nacional.
· Represión durísima del marxismo y del comunismo y, en general, de todo el movimiento obrero. · Un exacerbado nacionalismo, combinado con la xenofobia y el catolicismo más conservador.
El régimen tomó como medidas:
1. Control estatal de la prensa para lo cual aprobó la ley de Prensa e Imprenta.
2. Supresión del pluralismo político: se suprimen todos los partidos exceptuando a la Falange.
3. Legalización de la pena de muerte.
4. Ley de Responsabilidades políticas, tuvo efectos retroactivos.
5. Decreto de protección y fomento de la industria nacional.
6. Creación del servicio nacional del trigo.
7. Al no tener constitución el nuevo orden institucional se recogió en diversas leyes orgánicas:
7.1. Fuero del trabajo (1938): aprobación de una ley intervencionista que regula la vida laboral y económica, concretamente
en cuestiones relacionadas con la jornada laboral, las vacaciones, los salarios mínimos y los precios.
7.2. La ley Constitutiva de las Cortes (1942): creación de una asamblea consultiva formada por delegados corporativos que representaban teóricamente a sindicatos, familias y municipios aunque en la práctica constituían una prolongación de las instituciones franquistas. Denominado como democracia orgánica.
7.3. El Fuero de los Españoles (1945): recogías “derechos y deberes fundamentales” concedidos por el dictador; los
derecho estaban muy limitados.
7.4. La Ley de Referéndum Nacional (1945): preveía la posibilidad de una consulta “popular” mediante plebiscito o
referéndum.
7.5. La Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947): concedía a Franco la prerrogativa de nombrar a su sucesor. Se
afirmaba que España era “un reino” y se incluía la promesa indeterminada de restauración monárquica.
7.6. La Ley del principio del movimiento nacional (1958): establecía los principios en los cuales estaba basado el régimen, los ideales de Patria, familia y religión, junto con el máximo respeto de las Leyes Fundamentales y a la Monarquía de tipo conservadora que en teoría había en la España del momento.
7.7. La Ley orgánica del Estado (1967): en ella se enumeran los fines del Estado, se fijan los poderes del jefe del Estado y
se declara su responsabilidad política.
Durante los primeros años de su existencia el régimen se enfrentó a graves dificultades económicas.
El sistema adoptado por el primer franquismo se caracterizó por una rígida política de intervencionismo estatal que buscaba la autarquía o autosuficiencia económica.
La consecuencia fue que España se alejó del crédito internacional, que era indispensable para el equipamiento industrial; en estas condiciones el crecimiento económico fue nulo durante los años 40 y la escasez de productos agrícolas e industriales perduró hasta los años 50 suscitando así las primeras protestas sociales y huelgas relevantes que impulsaron algunos cambio políticos y económicos en el país. El hambre y la escasez fueron consideradas una cuestión de patriotismo y lealtad política. Paralelamente, proliferó un mercado negro -el “estraperlo”-, donde se podían conseguir productos a precios exorbitantes. Para muchos fue una forma de supervivencia. Para otros, el origen de fortunas considerables.
Fijándose en las protestas sociales de 1951 el régimen comenzó a eliminar progresivamente algunos aspectos de la política autárquica y aislacionista. La culminación de este proceso fueron la puesta en marcha del Plan de Estabilización y la visita a España del presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower (1959). Este fue recibido por multitudes que simbolizaban la satelización de España por Estados Unidos.
La remodelación del régimen propulsó nuevas tendencias y cambios en la sociedad y política española:
– La afluencia católica aumentó: representada por miembros de la ACNP. Alberto Martín Artajo, ministro de Asuntos Exteriores, se mantuvo en el Gobierno. Otro miembro de la misma institución, Joaquín Ruiz- Giménez fue designado ministro de Educación. Gabriel Arias-Salgado, quien estaba a cargo del Ministerio de Información y Turismo, impuso una severa censura de prensa. Carrero Blanco se consolidó como la mano derecha de Franco.
– Cambios políticos: las protestas entre los universitarios obligaron a Franco a realizar cambios. Los ministros católicos del Opus Dei fueron conocidos como tecnócratas. La entrada de estos al Gobierno vino dada por Carrero Blanco. Este equipo, con Laureno López Rodó a la cabeza, diseñó el Plan de Estabilización de 1959 impulsando un crecimiento económico. Por otro lado, el grupo de los militares perdió peso en el gobierno.
– Mayor libertad económica: esta tendencia se combinó con una línea represiva en los ámbitos social y político. También se completó la institucionalización del régimen , plasma en la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958)
– La apertura al exterior: las relaciones diplomáticas mejoraron. En 1953 España firmó con Estados Unidos una serie de pactos en los cuales se integraba económica y militarmente en los planes estratégicos de los norteamericanos. Estos acuerdos permitían a los estadounidenses construir bases militares en nuestro territorio. A cambio, Franco obtenía seguridad económica y militar para su régimen. Por otra parte, estos acuerdos significaban un importantísimo recorte de la soberanía nacional y de la libertad de acción internacional, lo cual entraba en abierta contradicción con una política que se autodeclaraba ultranacionalista. En ese mismo año, se firmó con la Santa Sede un Concordato que consagró la confesionalidad del Estado español: la religión católica era obligatoria en la escuela, el único matrimonio válido era el religioso; la Iglesia era mantenida por el Estado y estaba exenta de impuestos. A cambio, a Franco se le reconocía el derecho a presentar al Papa los candidatos a obispos. El año 1955 marcaba el fin del aislamiento, con la entrada de España en la ONU.
Al terminar la guerra civil marcharon al exilio más de 35 000 españoles. Su suerte fue distinta; unos quedaron en Francia y colaboraron con la resistencia anti nazi, otros se dirigieron a la URSS y a los países hispanoamericanos, especialmente a Méjico y a Argentina.
Se mantuvo un gobierno republicano en el exilio, pero personalidades importantes como Indalecio Prieto, intentaron, un acercamiento a los monárquicos. Un sector importante de estos se agrupó en torno a la figura de Don Juan de Borbón. Sus contactos con los socialistas de Indalecio Prieto en el exilio, en 1947, quedaron en nada. Franco los neutralizó con una represión benévola
15.2. . La consolidación del régimen. Las transformaciones económicas: De la autarquía al desarrollismo. Los cambios sociales. (Hasta el gobierno que se nombra el 29 de octubre de 1969.)
El final del aislamiento del régimen franquista coincidió con una importante crisis política. Los incidentes en la Universidad entre estudiantes antifranquistas y miembros del SEU (sindicato estudiantil falangista), hicieron que los falangistas buscaran un aumento de poder. Esto llevó a una remodelación del gobierno, en 1957, del que salieron los representantes más radicales del falangismo. Sin embargo, los cambios más importantes se dieron en los ministerios económicos, con la llegada de los llamados tecnócratas, formados en las universidades y partidarios de la liberalización de la economía, próximos al Opus Dei y muy influidos por los cambios que se estaban produciendo en Europa; así entraron en el gobierno Mariano Navarro Rubio (Ministro de Finanzas) y Alberto Ullastres (ministro de Comercio).
Ya al inicio de la década de 1950 era patente el fracaso de la política autárquica. Aunque se había intentado dar un giro a la política económica y se recibían las ayudas estadounidenses desde 1951, los presupuestos seguían siendo deficitarios y la balanza comercial, también. A partir de 1955 se produjeron huelgas y protestas. Ante esta situación Franco aceptó entregar la dirección económica a los tecnócratas. El agotamiento de la autarquía se caracterizaba por:
– Las enormes pérdidas materiales y de capital humano ocasionadas por la Guerra Civil.
– El bloqueo internacional.
– El nacionalismo económico proteccionista adoptado por el régimen siguiendo las políticas de la mayoría de los países tras la crisis de 1929 y muy especialmente la economía militarista de los países fascistas y otros regímenes autoritarios.
Estas causas tuvieron como consecuencia una situación de corrupción, engaño…lo denominado estraperlo. Otras consecuencias:
1. Inflación
2. Deuda pública
3. Empresas en manos de pocos
4. Deficit comercial: más importación que exportación
5. Trabas a las importaciones
6. Paga de divisas
7. Escasez de turismo
8. Escasa inversión pública
Para paliar todas estas irregularidades, se puso en práctica una serie de medidas unificadas en el “Plan de Estabilización” de 1959, diseñado según las indicaciones del FMI y del Banco Mundial, que aceptaron financiarlo con créditos. Entre estas medidas figuraban:
1. Reducción de los créditos
2. Supresión de muchas regulaciones y subvenciones
3. Ajuste de los gastos del Estado a los ingresos
Además de reformar el sistema económico de la autarquía, el Gobierno tenía como objetivos: obtener un perfil industrial y una mejora de la eficacia de la administración del Estado.
Las mejoras económicas influyeron en la sociedad española que empezó a experimentar cambios significativos.
La sociedad española de los años 40 y 50 estuvo marcada por el atraso y la pobreza, acompañadas por la ruralización del país y de un retroceso técnico, científico y cultural. Pero el crecimiento económico de los años 60 que provocó la emigración masiva de la población rural (éxodo rural) y la concentración de la población en las grandes ciudades fue cambiando el modo de vida y la mentalidad de los españoles. También contribuyó a esto la apertura al exterior, sobre todo gracias al contacto con los turistas que llegaban masivamente al país. Por otro lado, el envío de capital por parte de los emigrantes españoles ás se dio un espectacular incremento de la población, el llamado “baby – boom”, impulsado en parte por la política pronatalista del régimen.
El crecimiento de la población obligó a multiplicar el número de escuelas e institutos. Como la Iglesia no podía cubrir las necesidades, la expansión se centró en la enseñanza pública y concertada. También se modificó el sistema de prestaciones sociales y sanitarias, su crecimiento recayó sobre las cotizaciones de los trabajadores pero permitió extender la red de hospitales y cubrir prestaciones por enfermedad, jubilación y desempleo. Aunque tanto el sistema sanitario como las prestaciones resultaban insuficientes.
Sin embargo, el crecimiento económico presentó las siguientes deficiencias importantes:
– Creciente dependencia de la coyuntura económica exterior: la economía nacional se convirtió en importadora de capital para el requipamiento industrial.
– Grandes desequilibrios regionales: la concentración industrial se redujo a tres regiones, y la actividad turística a las zonas costeras del Mediterráneo.
– Inexistencia de una reforma fiscal: La falta de ingresos impidió hacer frente a los gastos sociales: el sistema fiscal franquista era regresivo, ya que se basaba en los impuestos indirectos sobre el consumo, que gravaban por igual a ricos y a pobres.
– Control y concentración del poder económico: la burguesía financiera se convirtió en la élite de poder más importante en España, absorbiendo incluso a los terratenientes
Por último, todos estos cambios en la sociedad española de las décadas 50 y 60 hizo que la sociedad se modernizara: el sector servicios creció, los cambios producidos en el mercado laboral promovieron el aumento de las clases medias urbanas. La conflictividad social se trasladó a los nuevos sectores industriales, en particular al metalúrgico y a las grandes fábricas, aunque la clase media más alejada de las actividades capitalistas, como los intelectuales y estudiantes universitarios, participó en la oposición al régimen.
A partir de 1969 entramos en los últimos años del Franquismo, que muchos historiadores han denominado “La Agonía del Franquismo”.
En 1973 Carrero Blanco era designado Presidente del Gobierno (Franco conservaba la Jefatura del Estado). En ese momento dentro del régimen eran ya evidentes dos tendencias: los aperturistas, que querían una apertura política desde arriba hacia posiciones más democráticas que permitiera la incorporación a Europa (Fraga, Areiza o Piío Cabanillas), y los inmovilistas (sector del búnker) que rechazaban cualquier reforma de las instituciones (Girón, Solis, Blas Piñar). En diciembre de 1970 se inicia el “proceso de Burgos”, contra 16 miembros de ETA, nueve de los cuales son condenados a muerte. Las protestas, la presión internacional y el secuestro de ETA del cónsul alemán, hicieron claudicar a Franco, que conmutó las penas de muerte por cadena perpetua.
A partir de ese año los gobiernos son cada vez más débiles. Estallan algunos escándalos como el asunto MATESA, un caso de subvenciones a la exportación concedidas a una empresa fraudulenta que salpicó a varios ministros.
Por otro lado, la oposición universitaria y obrera desborda al régimen que responde con represión, detenciones, interrogatorios y torturas por parte de la “Brigada social”.
En 1973 aparece una nueva organización armada: “Frente Revolucionario Antifascista y Patriota” (el FRAP), que realiza su primer atentado en Madrid. Entonces, Franco, separa por primera vez la jefatura del Estado y la de Gobierno. Nombra presidente del Gobierno a Carrero Blanco, que forma un gabinete con miembros del Opus y franquistas puros, entre ellos Carlos Arias Navarro, nuevo ministro de gobernación. Se trataba de acabar con la protesta en las calles y preparar el relevo en la jefatura de Estado. Pero el nuevo gobierno no tiene tiempo de actuar. El 20 de noviembre de 1973 Carrero Blanco moría víctima de un atentado de ETA. Fue un golpe muy duro para Franco y para el régimen.
El asesinato de Carrero disparó la lucha entre los sectores del régimen por la sucesión. El nombramiento de Arias Navarro por Franco, del sector inmovilista, hizo temer un endurecimiento del régimen. Sin embargo, Arias se mostró partidario de ciertas reformas, nombrando a algunos aperturistas como Pio Cabanillas que liberalizó la prensa pero los hombres del búnker consiguieron acabar con los aperturistas del gobierno (Franco cesa a Pío Cabanillas y los demás dimiten). Sin los aperturistas, Arias quedó prisionero del Bunker.
Esta evolución política dio más fuerza a los partidos de la oposición que veían próximo el fin del franquismo y querían ser tenidos en cuenta en el futuro. Todos los partidos de la oposición (desde la democracia cristiana, hasta los socialistas, los comunistas y la izquierda no revolucionaria) formaron un frente común en demanda de una democracia con un gobierno provisional que convocara una Asamblea Constituyente.
Incluso una parte de la jerarquía eclesiástica se fue distanciando del régimen. La amenaza de expulsión por parte del gobierno del obispo de Bilbao, provoca la amenaza del Vaticano de excomulgar a Franco. Aunque el gobierno cede, la ruptura con la Iglesia era ya completa.
En julio de 1974 Franco es hospitalizado y durante unos días cede sus poderes al príncipe Juan Carlos. Se recupera, pero su declive físico es evidente.
En 1975 los acontecimientos se precipitan. Varios miembros de ETA y del FRAP son juzgados y doce condenados a muerte. Aunque se dieron manifestaciones en todas las capitales de Europa, cinco de los condenados son ejecutados. En medio de la oleada de protestas internacionales, estalla el conflicto del Sahara. Hassan II amenaza con una invasión popular del territorio español en el Sahara, si España no se lo cede. Es la llamada Marcha verde que pone en tensión al gobierno que capitula y entrega el Sahara español a Marruecos y Mauritania, violando el mandato de la ONU que había encargado a España la tutela del territorio hasta su independencia.
En 1975 la situación de Arias Navarro era muy complicada: abandonado por los aperturistas, con una oposición y un terrorismo cada día más organizado y activo, y con una extrema derecha que adoptaba posiciones cada vez más exaltadas. Por otro lado la depresión económica amenazaba el desarrollismo que había mantenido a flote el régimen y conseguido la adhesión de las clases medias. El 20 de noviembre de 1975 moría Franco y Juan Carlos asumía la Jefatura del Estado. Contra todo pronóstico, el propio rey inicio el proceso de la transición democrática, de forma legal y pacífica, desde las mismas instituciones del franquismo.
A medida que cambian las condiciones económicas y políticas la sociedad española de también sufrió una profunda transformación: aunque oficialmente seguían en vigor los mismos valores tradicionales pero la mentalidad española estaba cambiando, lo que dio lugar a muchas contradicciones que se mostraron con toda su fuerza en los años 70.
El principal apoyo del régimen provenía de la clase dirigente, es decir la aristocracia, los terratenientes, los grandes empresarios y las altas jerarquías del clero y del ejército, a los que se unieron las elites falangistas primero y los tecnócratas después. Pero las clases medias continuaron creciendo gracias a la emigración y el desarrollo del sector servicios. Esta clase media tenía una mentalidad mucho más abierta y dinámica. A pesar del aumento de la conflictividad laboral el talante reformista del movimiento obrero hizo que la clase media dejara de ver al proletariado como un enemigo.
La clase obrera urbana se convirtió en la más numerosa de la sociedad. Pero ya no era la misma que antes de la guerra. Casi la mitad de ellos trabajaban en los servicios y estaban más o menos cualificados, y aunque vivía en peores condiciones que los obreros europeos habían perdido la conciencia de clase y buscaban ascender socialmente dentro del régimen. En los años 60, el sindicato CCOO, controlado por el PC, iniciará una tímida organización sindical infiltrándose en las fábricas que fue perseguida por el Régimen. Pero esto no detuvo la politización de la clase obrera, que continuó bajo dirección del partido comunista aunque la mayoría de los obreros vivían al margen de la política y solo los más jóvenes, que no habían vivido la represión de la posguerra, militaron en partidos de la oposición.
Por lo que respecta a la situación en el campo, la conflictividad fue desapareciendo a medida que la emigración se generalizaba.
Otra cuestión fue la protesta estudiantil. Era un movimiento fundamentalmente burgués y no específicamente político. Para la mayoría de los estudiantes tenía más interés el ataque a los valores morales de la sociedad franquista que el cambio político. Eran jóvenes que empezaron a adoptar los nuevos gustos de los jóvenes europeos y norteamericanos en la forma de vestir y comportarse, en la música, el cine o la cultura, y que pronto adquirieron los valores que llevaban parejos como el rechazo del catolicismo, el pacifismo, la defensa del nuevo papel de la mujer en la sociedad, etc. La represión politizo el movimiento, sobre todo cuando los comunistas practicaron una política de infiltración en la universidad similar a la que habían llevado en las fábricas, liderando el movimiento.
Pero aunque podría parecer que en los primeros años 70 la mayoría de la sociedad española se sentía satisfecha con la situación política o por lo menos indiferente en las primeras elecciones de 1977 se rechazó masivamente el régimen franquista.
Pero, además, la etapa final del franquismo se caracterizó por la ruptura total entre el mundo de la cultura y los valores propuestos por el régimen.
Al terminar la guerra se había establecido por el bando vencedor un dominio absoluto sobre la vida cultural española. El sistema educativo quedó inmerso en un ambiente de censura y adoctrinamiento donde el “caudillo”, la raza, el pasado imperial eran exaltados. Pero además artistas, filósofos, científicos, historiadores habían marchado al exilio, aunque muchos de ellos siguieron aportando desde fuera de España una obra de gran calidad. (Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel en 1956, Alberti, Cernuda, María Zambrano, Américo Castro, Claudio Sánchez Albornoz…). Especial importancia tuvieron aquellos que regresaron del exilio como Ortega y Gasset.
Frente a la pobreza cultural el franquismo propició una cultura de masas: el cine, censurado, la literatura popular de novelas rosas y de aventuras, los toros y el fútbol.
Sin embargo, desde los años 50 apareció tímidamente una cultura no oficial de la mano de intelectuales de prestigio como Luis Rosales, Torrente Ballester o Laín Entralgo; esta cultura no oficial se fue desarrollando e hizo surgir manifestaciones artísticas y literarias al margen de las corrientes establecidas, de la misma manera en el cine aparecen directores que realizarán un cine crítico de gran calidad (García Berlanga, Carlos Saura…).
La ley de prensa de 1966 permitió la aparición de nuevas revistas, diarios y editoriales que manifestaron una tímida crítica contra el régimen. Salieron a la luz obras de autores hasta entonces silenciados, incluidos los exiliados.
El control sobre la enseñanza se fue diluyendo, así como el control de la iglesia sobre esta, la Ley General de educación dio paso a la coeducación en la escuela pública, el número de alumnas que estudiaban bachillerato aumentó hasta el 45% del total.
En definitiva, en los últimos años del régimen una nueva cultura alternativa manifestaba su oposición, no sólo en su crítica al franquismo sino en actitudes y propuestas estéticas que buscaban un clima de libertad que el régimen les negaba. El campo de la cultura fue uno de los terrenos donde el franquismo cosechó un mayor fracaso.