El Reinado de Isabel II y la Revolución de 1868
El reinado de Isabel II puso de manifiesto el fracaso del modelo liberal. La crisis económica desembocó en una revolución.
1. La Revolución de 1868 y la Caída de la Monarquía Isabelina
El 18 de septiembre de 1868, el almirante Topete, apoyado por los generales Prim, Serrano y Dulce, protagonizó un pronunciamiento. Las fuerzas gubernamentales fueron derrotadas, el gobierno cayó y la reina Isabel II se exilió en Francia. Esta victoria fue posible gracias a la formación de Juntas Revolucionarias por toda España.
El apoyo popular confirió a la revuelta tintes revolucionarios. No solo se buscaba derrocar a la reina, sino también introducir reformas para modernizar el sistema liberal y hacerlo más democrático.
Los objetivos eran:
- Lograr el respeto de los derechos ciudadanos.
- Reconocer la soberanía nacional.
- Constituir unas Cortes constituyentes, elegidas mediante sufragio universal.
Los protagonistas fueron la burguesía y las clases populares. «La Gloriosa» comenzó como un pronunciamiento militar, apoyado por la burguesía, pero la intervención activa del pueblo la convirtió en una revolución.
Las fuerzas políticas se reestructuraron en cuatro bloques:
- Los carlistas.
- Los moderados.
- La tendencia monárquico-democrática (en el centro).
- El Partido Republicano Federal (a la izquierda).
1.1. La Monarquía Democrática (1869-1873)
Tras el alzamiento, se formó un Gobierno Provisional liderado por el unionista Francisco Serrano y el progresista Juan Prim i Prats. Este gobierno se centró en disolver las Juntas Revolucionarias. Se proclamaron las libertades de imprenta, asociación y reunión, el sufragio universal masculino (mayores de 25 años), la libertad de cultos, se expulsó a los jesuitas y se cerraron conventos. Se buscaban reformas sociales y económicas para satisfacer las aspiraciones de las clases populares. Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes en enero de 1869.
Estas elecciones enfrentaron a republicanos y monárquicos (coalición de unionistas, progresistas y demócratas). Los monárquicos obtuvieron la mayoría absoluta.
La Constitución de 1869 proclamó la soberanía nacional (sufragio universal masculino), estableció una monarquía, la división de poderes y la responsabilidad política del gobierno ante las Cortes.
Sus rasgos más democráticos incluían una declaración de derechos individuales: libertades de prensa, asociación, reunión, enseñanza, habeas corpus, inviolabilidad del domicilio y correspondencia, y libertad de cultos (aunque el Estado mantenía al clero católico). Se restablecieron los jurados.
Serrano fue nombrado regente y Prim jefe de gobierno. Se dedicaron a buscar un candidato al trono. El 16 de noviembre de 1870, las Cortes nombraron rey a Amadeo de Saboya.
1.2. El Reinado de Amadeo I (1870-1873)
Amadeo I careció de apoyos, especialmente tras el asesinato de Prim, su principal valedor. Enfrentó varios problemas y rechazos:
- Alzamiento en Cuba: Simultáneamente a los sucesos en España, hubo movimientos independentistas en Cuba y Puerto Rico. En Cuba, tras el «Grito de Yara» de Manuel Céspedes, se buscó crear una república independiente con apoyo de guerrillas, esclavos y plantadores. El origen fue el sometimiento político y económico de España. Las promesas del Gobierno Provisional (Prim) fueron insuficientes. El conflicto se radicalizó, originando la «Guerra Larga». En 1878 se firmó la «Paz de Zanjón», una tregua temporal.
- Oposición de la Iglesia: Preferían a Alfonso, hijo de Isabel II.
- Oposición de la nobleza: Deseaban la vuelta al liberalismo doctrinario.
- Distanciamiento de la burguesía: Descontenta con la política librecambista.
- Ataque de las clases populares, demócratas, republicanos y fuerzas obreras.
- Nuevo alzamiento carlista: En mayo de 1872, aprovechando la impopularidad de Amadeo I, se reinició la guerra, pero los carlistas fueron derrotados.
Los partidos (unionistas, progresistas, etc.) estaban divididos y Amadeo I no logró unirlos. Sagasta y Serrano se sucedieron en el gobierno. La guerra carlista y los problemas de orden público llevaron a Serrano a pedir al rey la suspensión de las garantías constitucionales. La negativa de Amadeo I provocó la dimisión de Serrano. Ruiz Zorrilla lo sustituyó y ganó las elecciones con el Partido Radical. El final del reinado se originó por la insubordinación de los oficiales de Artillería. Zorrilla presentó un decreto para disolver dicho cuerpo, lo que generaba un dilema para Amadeo I. Amadeo I presentó su renuncia en febrero de 1873.
2. La Primera República (1873-1874)
Congreso y Senado se constituyeron en Asamblea Nacional y asumieron la soberanía. Los republicanos estaban divididos en «unitarios» y «federales».
El primer gobierno, radical-republicano, presidido por el federalista moderado Figueras, convocó elecciones a Cortes Constituyentes. Su sucesor, Francesc Pi i Margall, presentó un proyecto constitucional (no aprobado) que convertía a España en una República Federal de 17 estados. Se incluía la separación radical entre Iglesia y Estado.
Este proyecto se acompañaba de un programa legislativo de carácter social. En julio de 1873 se produjo la insurrección cantonal: formación de pequeñas repúblicas y cantones independientes que no reconocían la autoridad del gobierno central. Los intransigentes tomaron la iniciativa ante la lentitud del gobierno en realizar reformas.
La inexperiencia de los líderes federalistas hizo que el movimiento escapara al control del gobierno, desprestigiando al federalismo y al republicanismo. Acentuó la reacción conservadora de la burguesía y reactivó el conflicto carlista.
La principal consecuencia del cantonalismo fue la derechización de la República. Los nuevos presidentes, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar, aplicaron una política de orden y unidad, incrementando el poder militar. Se ejerció un poder casi dictatorial, evitando el control parlamentario. Esto molestó a los republicanos, que intentaron arrebatar el poder a Castelar mediante una moción de censura. Para evitarlo, el general Pavía dio un golpe de Estado y disolvió las Cortes.
Cánovas, partidario de Alfonso XII, conspiró a favor de la Restauración. Serrano reforzó el orden público: disolvió la AIT, acabó con el problema cantonal y la Guerra Carlista, y reforzó el aparato militar. Martínez Campos se pronunció en Sagunto a favor de la monarquía. El gobierno de Madrid, al comprobar el apoyo militar al movimiento, no opuso resistencia y se consumó la Restauración.
3. El Nacimiento del Movimiento Obrero Español. La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT)
La revolución del 68 permitió el afloramiento del movimiento obrero.
La llegada de G. Fanelli supuso la incorporación de sectores andaluces, catalanes y madrileños a las ideas anarquistas. La llegada de P. Lafargue permitió equilibrar las fuerzas y crear un grupo marxista, núcleo del futuro PSOE.
Los acontecimientos de la Comuna de París presionaron a Sagasta para que declarase fuera de la ley a las organizaciones obreras.
Las disensiones entre Marx y Bakunin afectaron a los obreros españoles. Los próximos a Marx crearon la Nueva Federación Madrileña, y los restantes reforzaron sus posiciones anarquistas en un Congreso en Córdoba.