El Impacto de la Revolución Francesa en España
Ante el estallido de la Revolución Francesa, España reaccionó con una política de alejamiento de Francia. Se decretó el aislamiento o cierre de fronteras para evitar la propagación de las ideas revolucionarias. Manuel de Godoy se convirtió en el secretario de Estado e involucró a España en la llamada Guerra de la Convención contra la Francia revolucionaria. El resultado fue desastroso, y Godoy tuvo que firmar la Paz de Basilea en 1795, por la cual los franceses aceptaron abandonar el territorio español.
A partir de ahí, España se convirtió en aliada de Francia, enemistándose con Inglaterra. Se firmó el primer tratado de San Ildefonso, que llevó a la guerra contra los ingleses, quienes derrotaron a la flota española en el Cabo de San Vicente. Un segundo tratado de San Ildefonso llevó a la invasión de Portugal, conocida como la Guerra de las Naranjas. Tras la Paz de Amiens, comenzó de nuevo la guerra entre las dos grandes potencias.
El proyecto de Napoleón consistía en un desembarco en Inglaterra, pero necesitaba la Armada española. Entonces se produjo el enfrentamiento naval de Trafalgar en 1805, que supuso una derrota para la coalición franco-española. En 1807, Francia firmó con España un nuevo tratado, el de Fontainebleau, que dividía el territorio portugués por no cumplir el bloqueo continental. Además, España aceptó el paso de las tropas napoleónicas hacia el país vecino.
La Guerra de la Independencia (1808-1814)
En 1808, Napoleón entró en España, ocupando varias ciudades. En la corte española se venían sucediendo hechos lamentables y escandalosos. El Príncipe de Asturias, Fernando (futuro Fernando VII), manejado por un grupo político contrario a Godoy, protagonizó un complot para destronar a Carlos IV, pero fue descubierto y abortado.
Godoy, al sospechar las intenciones de los franceses, sugirió a la Familia Real que se desplazara a Sevilla. Sin embargo, en el camino se organizó contra él el Motín de Aranjuez, que provocó la caída definitiva de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII. Dos meses después, la familia real se trasladó a Francia por orden de Napoleón. Allí, Fernando abdicó en su padre, este abdicó en Napoleón, y Napoleón cedió el trono a su hermano José I Bonaparte.
Mientras tanto, el pueblo de Madrid y otros pueblos de España se levantaron en el llamado levantamiento del 2 de mayo de 1808, que marcó el inicio de la Guerra de la Independencia.
El Reinado de José I Bonaparte
El nuevo rey, José I Bonaparte, nunca tuvo el reconocimiento del país. Solo contó con el apoyo de un núcleo de intelectuales y políticos, los llamados afrancesados. Promulgó la Constitución de Bayona (correctamente, el Estatuto de Bayona).
La Resistencia Española
En el bando de los rebeldes españoles se crearon juntas provinciales y regionales. Mientras no volvía el rey Fernando VII, estas juntas convencieron a la Junta Suprema Central para crear un poder alternativo al de los franceses.
Etapas de la Guerra
La guerra se divide en tres etapas:
- Primera etapa (junio de 1808): El ejército de Bonaparte se adentró en España, pero no logró grandes avances debido a la inesperada resistencia de los españoles. El ejército francés intentó dominar Andalucía, pero se rindió en Bailén, retrocediendo hasta el Ebro.
- Segunda etapa: Napoleón decidió entrar personalmente en España. José Bonaparte volvió a la capital. La Junta Central buscó refugio en Sevilla y luego en Cádiz. Los españoles se organizaron eficazmente, organizando guerrillas que atacaban por sorpresa al enemigo.
- Tercera etapa (1812-1814): En 1812, la guerra dio un giro. Napoleón, que había destinado muchas tropas a España, las necesitó en Rusia, por lo que las retiró. Esto fue desastroso para los franceses, ya que en julio de 1812, el general Wellington, al frente de las tropas inglesas, portuguesas y españolas, ayudado por las guerrillas, derrotó a los franceses en Arapiles, obligando a José I a dejar la ciudad. En 1813, se lanzó un nuevo ataque en Vitoria, donde los franceses sufrieron una derrota que se repitió en la batalla de San Marcial.
El balance de la guerra fue desastroso para España, con una gran pérdida de poder, un desastre económico y millones de muertos.
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Las abdicaciones de Bayona dejaron un vacío de poder, ya que el rey José I nunca gozó de la aceptación de los españoles. Por ello, en 1810, la Junta Central convocó una reunión de Cortes en la ciudad de Cádiz, el único territorio no ocupado por los franceses. Con enormes dificultades, se reunieron representantes de todos los territorios, y la mayoría defendieron en las Cortes las nuevas ideas del liberalismo, contraponiendo sus opiniones al sector más absolutista.
La primera decisión tomada por las Cortes fue revolucionaria: todos los presentes, con independencia de su origen, se reunían en una única asamblea y su voto tenía el mismo peso. Esa nueva cámara se erigió, por tanto, en representación de la nación española y redactó una Constitución, aprobada en 1812, que recogía los principios básicos del liberalismo político: soberanía nacional, división de poderes, sufragio universal masculino y una amplia Declaración de Derechos.
Las Cortes de Cádiz aprobaron también una serie de leyes destinadas a abolir el Antiguo Régimen: supresión de los señoríos, abolición de los gremios, supresión de la Inquisición e igualdad de todos los españoles frente a la ley y los impuestos. Sin embargo, la situación bélica impidió aplicar todo lo legislado en Cádiz.
Frente a los liberales, que protagonizaron las Cortes y la Constitución, los antiguos privilegiados solo deseaban el regreso a la situación anterior a 1808.