Revolución Gloriosa y Sexenio Democrático (1868-1874): Causas, Desarrollo y Consecuencias

La Revolución Gloriosa y la Caída de Isabel II (1863-1868)

Tras una sucesión de gobiernos inestables y la caída de O’Donnell, Isabel II encargó por sexta vez a Narváez la formación de un nuevo gobierno. Este período estuvo dominado por la crisis económica de 1866 y la incapacidad del gobierno para mantener la estabilidad política.

La crisis económica de 1866 comenzó con el hundimiento de los bancos y la bolsa debido a la crisis de los ferrocarriles. La Ley General de Ferrocarriles había generado expectativas de beneficio que no se cumplieron, ya que las líneas no resultaron rentables. Esto arruinó a los inversores, que reclamaban soluciones al Estado.

Por otro lado, las malas cosechas de 1867-68 provocaron una crisis de subsistencias, aumentando el precio de los alimentos y reduciendo la demanda de productos menos necesarios, como los textiles. Esto afectó negativamente a la industria textil catalana, ya perjudicada por la subida del precio del algodón americano debido a la Guerra de Secesión.

El gobierno estaba llevando a cabo una política represiva muy dura, que se concretó en la Noche de San Daniel, con la muerte de 9 estudiantes que protestaban por la destitución del profesor universitario Emilio Castelar, quien había publicado el artículo «El rasgo», criticando a la reina Isabel II. El desprestigio e impopularidad de la reina habían alcanzado cotas máximas entre la población, no solo por su vida escandalosa, sino también por rodearse de una camarilla de personajes corruptos, como Sor Patrocinio y el padre Claret.

Ante esta crisis generalizada, en junio de 1866 tuvo lugar el pronunciamiento militar del cuartel de San Gil en Madrid, que se saldó con el fusilamiento de 66 militares.

A pesar de este fracaso, dos meses más tarde se firmó el Pacto de Ostende por todos los partidos (excepto el Partido Moderado), con el objetivo de acabar con la monarquía isabelina y convocar Cortes constituyentes elegidas por sufragio universal masculino.

En septiembre de 1868, el pronunciamiento militar de Cádiz, al mando del almirante Topete y bajo el lema «¡Viva España con honra!», dio paso a la Revolución Gloriosa, que sorprendió a la reina veraneando en San Sebastián. Ese mismo día, Isabel II cruzó la frontera de Francia camino del exilio, para no volver a pisar España.

El Sexenio Democrático (1868-1874)

La Revolución de 1868 y sus Causas

La alianza entre progresistas, unionistas y demócratas, con un sector del ejército y una fracción de las clases medias y la burguesía, además del apoyo de las juntas revolucionarias, dio lugar el 17 de septiembre de 1868 a un pronunciamiento militar dirigido por el almirante Topete y los generales Serrano y Prim. Conocido como «La Gloriosa», se extendió rápidamente por todo el país, provocando la caída de los Borbones y la huida de España de la reina Isabel II.

Las causas de este pronunciamiento fueron de distinto tipo:

Causas Económicas

La crisis financiera internacional de 1866, el parón del tendido ferroviario con la quiebra de bancos y empresas, la crisis de la industria textil y la de subsistencias provocada por las malas cosechas (con carestía de alimentos, hambre y mortalidad) fueron circunstancias económicas determinantes que contribuyeron al triunfo de «La Gloriosa».

Causas Políticas

El desencadenante fue el agotamiento del régimen político moderado, herido de muerte por la corrupción y el desprestigio absoluto de la monarquía de los Borbones y de la reina Isabel II. En la base de las protestas que encabezaban las juntas revolucionarias estaba la exigencia de establecer el sufragio universal, la libertad de expresión, de reunión, de asociación, de culto, la desamortización definitiva y real de los bienes del clero y la abolición de las quintas(1) y del impuesto de consumos(2).

(1) Quintas: Reclutamiento obligatorio de una parte de la población joven para el servicio militar.

(2) Impuesto de consumos: Impuesto indirecto que gravaba el consumo de bienes.

La derrota de las fuerzas que defendían el trono de Isabel II en la batalla de Alcolea supuso su huida del país y el reparto del poder entre las juntas revolucionarias (demócratas y republicanos) y el Gobierno Provisional, dominado por progresistas, unionistas y el ejército.

El Gobierno Provisional y la Constitución de 1869

Con la huida de la reina, se formó un gobierno provisional compuesto por unionistas y progresistas, con los generales Prim y Serrano como hombres fuertes. Prim (progresista) pasó a ser jefe del gobierno y el general Serrano (unionista), regente.

Lo primero que hizo el gobierno provisional fue decretar la disolución de las juntas, restando peso a las demandas sociales y vaciando al movimiento revolucionario de sus aspectos más combativos. Una de las cuestiones clave fue la forma de gobierno que adoptaría el nuevo estado: monarquía o república. Esta decisión debía tomarla unas Cortes constituyentes que, por primera vez, serían elegidas por sufragio universal. Esas elecciones dieron una mayoría clara a la coalición antiborbónica, compuesta por unionistas, progresistas y demócratas, partidos que defendían la implantación de una monarquía parlamentaria. Opuestos a esta monarquía estaba una fracción del partido demócrata que apostaba por la República Federal, integrada por el Partido Republicano Federal.

Una vez reducido el peso de los sectores más revolucionarios (representados por las juntas), el Gobierno Provisional decretó una serie de medidas de carácter popular, como el sufragio universal, la supresión del impuesto de consumos, la emancipación de los hijos de esclavos nacidos después de la revolución o los decretos de libertad de enseñanza, de imprenta, de culto o de asociación. Otras medidas fueron de carácter económico: creación de la peseta, ley de minas (que permitía las inversiones extranjeras) y aranceles librecambistas.

Sin embargo, este programa definía un orden social conservador de carácter burgués, dejando de lado las reivindicaciones de las clases populares urbanas y del mundo rural.

Al margen de estas medidas de alcance político y económico, una de las primeras tareas del gobierno fue redactar una nueva constitución.

La Constitución de 1869

Fue la primera constitución democrática de la Historia de España. Establecía una monarquía constitucional, pero sin rey, basada en la división de poderes y en la soberanía nacional. La soberanía nacional residía, en exclusiva, en el pueblo, del que emanaban todos los poderes del estado, incluso los del Rey. En la Constitución de 1869 no existe la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona.

En esta constitución se recogía también una amplia declaración de derechos y libertades, como el de reunión, de asociación, de culto, de imprenta. También el juicio por jurados, el sufragio universal directo para los hombres mayores de 25 años y la necesidad de la descentralización de la administración del estado.

Las Cortes serían bicamerales (Congreso y Senado) y el poder ejecutivo, aunque recaía en el Rey de acuerdo con la fórmula británica de «el rey reina pero no gobierna», quedaría en manos de los ministros, que serían responsables de su gestión ante las Cortes.

Por otra parte, en la Constitución se aseguraba la independencia y democratización de la justicia, se implantaba el sistema de oposiciones para ser jueces y se creaba también el jurado popular.

Los Problemas de la Regencia

La etapa de la Regencia de Serrano y del Gobierno Provisional presidido por Prim estuvo llena de graves problemas:

En el Plano Político

Destaca el descontento de los sectores republicanos por las medidas tomadas por el Gobierno Provisional, que optó por la monarquía y no por la república. Por otra parte, los monárquicos tampoco eran muy partidarios del nuevo gobierno, ya que o bien eran carlistas o eran partidarios de Don Alfonso, hijo de Isabel II, que estaba en el exilio.

En el Plano Económico

Los problemas eran consecuencia de la crisis agraria que se produjo entre 1867 y 1868. Esta crisis desató la rebelión de los campesinos por la carestía de la vida y por las constantes protestas acompañadas de huelgas contra los consumos y las quintas.

La Guerra en Cuba

La falta de respuesta por parte del gobierno a los deseos independentistas cubanos dio origen al surgimiento de un movimiento independentista en Cuba, dirigido por Carlos Manuel de Céspedes, que duraría diez años (1868-1878) y que se cerraría en falso con la firma de la Paz de Zanjón.

Encontrar un Rey

Pero el mayor problema del nuevo gobierno provisional fue encontrar un Rey para el trono de España, vacante tras la huida de Isabel II. Se barajaron cinco candidatos, entre ellos Espartero, aunque finalmente el elegido sería Amadeo de Saboya, hijo de Víctor Manuel II, rey de Italia.

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