1. La Independencia de Estados Unidos
La independencia de las trece colonias norteamericanas, pertenecientes a Gran Bretaña, dio lugar al nacimiento de un nuevo país (Estados Unidos), que influyó sobre el resto del continente. Las relaciones entre los colonos y la metrópoli fueron empeorándose conforme Gran Bretaña quiso imponerles nuevos impuestos. El resultado fue el estallido de la guerra de independencia (1776-1783).
El 4 de julio de 1776, representantes de las colonias, reunidos en Filadelfia, hicieron pública la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América recogiendo los ideales de los filósofos ilustrados: todos los hombres han nacido iguales y son portadores de derechos inalienables.
Sobre la guerra, los colonos organizaron su ejército, cuya dirección se encomendó a George Washington, contando con la ayuda de Francia, España y Holanda. El triunfo de las colonias desembocó en el Tratado de Versalles (1783) donde Gran Bretaña reconoció la independencia de los Estados Unidos.
En 1787, en Filadelfia, se reunió una Convención constitucional con delegados de las diversas colonias. Antes de finalizar el año se aprobaba la Constitución, que entró en vigor en 1789. El nuevo país se denominó EE.UU. y su sistema de Estado era la república federal que establecía la soberanía popular y la separación de los tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial). George Washington fue el primer presidente de los Estados Unidos.
2. Causas de la Revolución Francesa
Una combinación de elementos económicos, sociales y político-ideológicos condujeron en 1789 al estallido de la revolución francesa. La coyuntura económica contribuyó a empeorar la situación social. Entre 1788 y 1789 las malas cosechas provocaron una crisis de subsistencias, un encarecimiento de los productos alimenticios, lo que produjo un hondo descontento popular.
El Estado francés venía atravesando una crisis financiera; estaba endeudado, emitía deuda pública, dado que sus ingresos no eran suficientes para cubrir sus gastos. Para que el Estado pudiera contar con más fondos, los diversos ministros de Hacienda de Luis XVI venían planteando la necesidad de proceder a una reforma fiscal, en la que los privilegiados debían contribuir según sus propiedades. No lo consiguieron; la nobleza y el clero se aferraban a sus privilegios (exención de impuestos).
La oposición de los privilegiados dio lugar a una crisis política que obligó al rey a convocar los Estados Generales. No imaginaban los privilegiados que estaban abriendo un proceso por el que la burguesía iba a sustituirles al frente del poder.
3. El Imperio Napoleónico (1804-1814)
Napoleón pretendió extender por Europa las ideas revolucionarias de libertad y de igualdad, pero sus conquistas despertaron sentimientos nacionales en contra de Francia. El objetivo final de Napoleón era establecer una Europa unida, bajo la hegemonía de Francia, mediante la creación de reinos satélites que encomendó a miembros de su familia.
A estos proyectos se opusieron distintas potencias (Austria, Prusia, Rusia y Gran Bretaña). Se impuso a Austria y Prusia, pero fracasó ante Gran Bretaña y Rusia. Contra Gran Bretaña ideó su invasión para lo que contó con la armada española. Sin embargo, este plan se vino abajo tras la derrota franco-española en la batalla de Trafalgar (1805).
Napoleón pensó entonces en la guerra económica contra Gran Bretaña. Se trataba de impedir su comercio con Europa: en 1806 publicó un decreto prohibiendo la importación de artículos británicos en cualquier parte de Europa. Para aplicar el bloqueo Napoleón tenía que ocupar Portugal (1807), país aliado de Inglaterra. Tropas francesas atravesaron España rumbo a Portugal; ahora bien, Napoleón, aprovechando la crisis interna de la monarquía española, decidió ocupar también nuestro país y tras lograr la abdicación de Carlos IV y Fernando VII entregó la corona española a su hermano José, que empezó a reinar como José I.
La respuesta fue la Guerra de la Independencia (1808-1813), comenzada cuando el pueblo de Madrid decidió levantarse contra las tropas francesas el 2 de mayo de 1808. En 1810 el Imperio francés abarcaba la mitad de Europa.
En 1813, ante el fracaso francés en Rusia y la derrota en España, se organiza otra nueva coalición que derrotó a Napoleón en la batalla de Leipzig (octubre de 1813). Desterrado a la isla de Elba, en el trono de Francia se reinstaura a Luis XVIII. Sin embargo, en 1815, Napoleón regresó a Francia y restableció el Imperio (el Imperio de los Cien Días) pero fue definitivamente derrotado en la batalla de Waterloo (Bélgica, junio de 1815). Desterrado a la isla de Santa Elena y falleció en ella en 1821.