El convenio de Vergara. 31 de Agosto de 1839. Cuartel general de Vergara.Clasificación.El texto que vamos a analizar es un convenio firmado entre isabelinos y carlistas, de fuente primaria, pues es coetáneo a los hechos que narra, y de naturaleza circunstancial, pues emana de un proceso histórico, en este caso el fin de la primera guerra carlista.
Es un texto de carácter político, pues en él se acuerdan unas condiciones para alcanzar la paz. Fue escrito en el cuartel general de Vergara, en Vitoria, el 31 de Agosto de 1839. Está firmado por un representante de cada bando: por parte de los isabelinos, el general Espartero; y por parte de los carlistas, el General Maroto. Este convenio sirvió para acordar la paz entre el bando real y los seguidores menos radicales de Carlos María Isidro, pues los más conservadores prolongaron la guerra hasta la derrota definitiva de Cabrera en Morella. Se sitúa pues en el contexto del reinado de Isabel II, durante el periodo de regencia de su madre, María Cristinas de Nápoles. La finalidad del texto era, por lo tanto, establecer las condiciones para dicho acuerdo de paz. Se trata de un texto público, pues el destinatario era toda la nacíón española, tanto los de un bando como los de otro. Análisis Para una mejor comprensión del texto hay que definir lo que el mismo es, un “convenio”: se trata de un ajuste o acuerdo entre dos o más personas sobre un tema que afecta a ambos. Asimismo cabe destacar algún término clave, como “fueros”, que son unas normas o códigos dados para un territorio determinado; o “licencia”, que es lo que se les da a los militares eximíéndolos completa y definitivamente del servicio. El texto abre nombrando a los dos firmantes, Espartero y Maroto, cuyos títulos son “Capitán General de los Ejércitos Nacionales”, mayor cargo en el ejército, ostentado actualmente por el Rey, y “Teniente General”.La idea principal de este convenio era la de fijar unas condiciones que aceptasen tanto isabelinos como carlistas para el fin de la guerra que había entre ellos. El texto original está estructurado en 10 artículos,de los que aquí vemos tres. En el primero de ellos vemos como Espartero se compromete a mantener los fueros vascos y navarros. Esta era una de las principales demandas de los carlistas, el mantenimiento de los fueros, lo que les hizo ganarse el apoyo del País Vasco, Navarra y Cataluña, provincias que se habían beneficiado de dichos fueros, y que observaban con miedo la progresiva centralización de España. Los artículos segundo y cuarto garantizan a los oficiales del ejército carlista que se les reconocerá como tales. Así, gozarían de todos los privilegios a los que un alto cargo del ejército tenía derecho, y podrían elegir si seguir luchando en el bando isabelino o retirarse a sus casas. Siempre, claro está, jurando defender a Isabel II, la Constitución de 1837 y la regencia de Mª Cristina. La nombrada Constitución de 1837 fue redactada durante el gobierno progresista de Mendizábal, y defendía los principios de soberanía nacional, división de poderes y derechos individuales, y se comprometía a mantener al clero. El artículo 4 de este convenio especifica que aquellos que decidieran retirarse se licenciarían y tendrían el sueldo correspondiente a su cargo.Comentario de texto.Durante los últimos años del reinado de Fernando VII, en la década ominosa, se extendíó la idea entre los absolutistas de que el rey estaba en manos de los liberales. Aunque Fernando era de todo menos moderado, las reformas y la suavización del Antiguo Régimen, sobre todo la no restauración de la Inquisición, hicieron aparecer esta idea. El hermano del rey, Carlos María Isidro, estaba en esta línea, y empezaron a apoyarle los absolutistas más radicales. Durante la década fueron comunes las insurrecciones carlistas, una de las más importantes en Cataluña en 1827, llamada guerra de los agraviados. Los sublevados reclamaban a Carlos como rey, la restauración de la Inquisición, la supresión de la policía y el exterminio de las sociedades secretas. El viaje del rey a Cataluña calmó los ánimos y la revuelta fue reprimida. En 1829 Fernando se casó por cuarta vez, con Mª Cristina de Borbón. Un mes antes de anunciarse su embarazo se publicó la Pragmática Sanción, que derogaba la Ley Sálica, lo que permitía reinar a las mujeres. Los carlistas se radicalizaron, y en 1832 tuvieron lugar los sucesos de la Granja. Fernando, enfermo, fue convencido por los absolutistas para firmar la derogación de la pragmática. Tras recuperarse, revocó dicho documento, moderó su gobierno y nombró heredera a su hija Isabel. En Septiembre de 1833 Fernando murió, e Isabel fue proclamada reina con solo dos años, mientras el clima de guerra aumentaba. Carlos se negó a reconocer la legitimidad de Isabel, y se autoproclamó Carlos V tras la publicación del Manifiesto de los Abrantes, comenzando la Guerra Civil. Los carlistas defendían la religión, el absolutismo monárquico, el Antiguo Régimen y el foralismo, lo que le ganó el apoyo de Cataluña. País Vasco y Navarra. Les apoyaban el clero, el campesinado, parte de la nobleza y los grandes comerciantes y terratenientes. En la primera fase de la guerra se produjeron levantamientos de partidas rurales en Valencia, Navarra y País Vasco, a las que se sumaron Aragón, Galicia, Asturias…Sin embargo nunca consiguieron dominar ninguna capital, y en el asedio a Bilbao en 1835 murió Zumalacárregui, su principal referencia. En la segunda fase, el general Cabrera y Carlos Mª Isidro llegaron a las puertas de Madrid, pero los isabelinos resistieron y tuvieron que retirarse. En la tercera fase se produjo una división interna entre los más conservadores y los menos radicales. Estos últimos, viendo perdida la guerra, firmaron el texto que estamos analizando, el Convenio de Vergara, en 1839. Conclusión.Aunque los carlistas más radicales y el propio Carlos Mª Isidro se negaron a aceptar su validez y continuaron la guerra en Cataluña y Aragón, la firma de este acuerdo significó, a rasgos generales, el fin de la Primera Guerra Carlista. Espartero, General de los ejércitos isabelinos, se vio cubierto de fama. En 1837 se inició un movimiento insurreccional que acabaría con la renuncia de la regente Mª Cristina, y Espartero fue nombrado nuevo regente. El bombardeo de Barcelona para reprimir las revueltas en 1843 significaría su dimisión, y el adelantamiento de la mayoría de edad de la reina Isabel, aunque Espartero sería el jefe de gobierno durante el Bienio Progresista en 1854. Los carlistas más conservadores iniciaron en 1846 la Segunda Guerra Carlista en Cataluña, defendiendo la legitimidad de Carlos VI, aunque no tuvo el impacto de la primera. El problema carlista volvíó a aparecer en 1872, dentro del contexto del Sexenio Revolucionario, y aún hoy, aunque con nula repercusión social, sigue existiendo un Partido Carlista.
Es un texto de carácter político, pues en él se acuerdan unas condiciones para alcanzar la paz. Fue escrito en el cuartel general de Vergara, en Vitoria, el 31 de Agosto de 1839. Está firmado por un representante de cada bando: por parte de los isabelinos, el general Espartero; y por parte de los carlistas, el General Maroto. Este convenio sirvió para acordar la paz entre el bando real y los seguidores menos radicales de Carlos María Isidro, pues los más conservadores prolongaron la guerra hasta la derrota definitiva de Cabrera en Morella. Se sitúa pues en el contexto del reinado de Isabel II, durante el periodo de regencia de su madre, María Cristinas de Nápoles. La finalidad del texto era, por lo tanto, establecer las condiciones para dicho acuerdo de paz. Se trata de un texto público, pues el destinatario era toda la nacíón española, tanto los de un bando como los de otro. Análisis Para una mejor comprensión del texto hay que definir lo que el mismo es, un “convenio”: se trata de un ajuste o acuerdo entre dos o más personas sobre un tema que afecta a ambos. Asimismo cabe destacar algún término clave, como “fueros”, que son unas normas o códigos dados para un territorio determinado; o “licencia”, que es lo que se les da a los militares eximíéndolos completa y definitivamente del servicio. El texto abre nombrando a los dos firmantes, Espartero y Maroto, cuyos títulos son “Capitán General de los Ejércitos Nacionales”, mayor cargo en el ejército, ostentado actualmente por el Rey, y “Teniente General”.La idea principal de este convenio era la de fijar unas condiciones que aceptasen tanto isabelinos como carlistas para el fin de la guerra que había entre ellos. El texto original está estructurado en 10 artículos,de los que aquí vemos tres. En el primero de ellos vemos como Espartero se compromete a mantener los fueros vascos y navarros. Esta era una de las principales demandas de los carlistas, el mantenimiento de los fueros, lo que les hizo ganarse el apoyo del País Vasco, Navarra y Cataluña, provincias que se habían beneficiado de dichos fueros, y que observaban con miedo la progresiva centralización de España. Los artículos segundo y cuarto garantizan a los oficiales del ejército carlista que se les reconocerá como tales. Así, gozarían de todos los privilegios a los que un alto cargo del ejército tenía derecho, y podrían elegir si seguir luchando en el bando isabelino o retirarse a sus casas. Siempre, claro está, jurando defender a Isabel II, la Constitución de 1837 y la regencia de Mª Cristina. La nombrada Constitución de 1837 fue redactada durante el gobierno progresista de Mendizábal, y defendía los principios de soberanía nacional, división de poderes y derechos individuales, y se comprometía a mantener al clero. El artículo 4 de este convenio especifica que aquellos que decidieran retirarse se licenciarían y tendrían el sueldo correspondiente a su cargo.Comentario de texto.Durante los últimos años del reinado de Fernando VII, en la década ominosa, se extendíó la idea entre los absolutistas de que el rey estaba en manos de los liberales. Aunque Fernando era de todo menos moderado, las reformas y la suavización del Antiguo Régimen, sobre todo la no restauración de la Inquisición, hicieron aparecer esta idea. El hermano del rey, Carlos María Isidro, estaba en esta línea, y empezaron a apoyarle los absolutistas más radicales. Durante la década fueron comunes las insurrecciones carlistas, una de las más importantes en Cataluña en 1827, llamada guerra de los agraviados. Los sublevados reclamaban a Carlos como rey, la restauración de la Inquisición, la supresión de la policía y el exterminio de las sociedades secretas. El viaje del rey a Cataluña calmó los ánimos y la revuelta fue reprimida. En 1829 Fernando se casó por cuarta vez, con Mª Cristina de Borbón. Un mes antes de anunciarse su embarazo se publicó la Pragmática Sanción, que derogaba la Ley Sálica, lo que permitía reinar a las mujeres. Los carlistas se radicalizaron, y en 1832 tuvieron lugar los sucesos de la Granja. Fernando, enfermo, fue convencido por los absolutistas para firmar la derogación de la pragmática. Tras recuperarse, revocó dicho documento, moderó su gobierno y nombró heredera a su hija Isabel. En Septiembre de 1833 Fernando murió, e Isabel fue proclamada reina con solo dos años, mientras el clima de guerra aumentaba. Carlos se negó a reconocer la legitimidad de Isabel, y se autoproclamó Carlos V tras la publicación del Manifiesto de los Abrantes, comenzando la Guerra Civil. Los carlistas defendían la religión, el absolutismo monárquico, el Antiguo Régimen y el foralismo, lo que le ganó el apoyo de Cataluña. País Vasco y Navarra. Les apoyaban el clero, el campesinado, parte de la nobleza y los grandes comerciantes y terratenientes. En la primera fase de la guerra se produjeron levantamientos de partidas rurales en Valencia, Navarra y País Vasco, a las que se sumaron Aragón, Galicia, Asturias…Sin embargo nunca consiguieron dominar ninguna capital, y en el asedio a Bilbao en 1835 murió Zumalacárregui, su principal referencia. En la segunda fase, el general Cabrera y Carlos Mª Isidro llegaron a las puertas de Madrid, pero los isabelinos resistieron y tuvieron que retirarse. En la tercera fase se produjo una división interna entre los más conservadores y los menos radicales. Estos últimos, viendo perdida la guerra, firmaron el texto que estamos analizando, el Convenio de Vergara, en 1839. Conclusión.Aunque los carlistas más radicales y el propio Carlos Mª Isidro se negaron a aceptar su validez y continuaron la guerra en Cataluña y Aragón, la firma de este acuerdo significó, a rasgos generales, el fin de la Primera Guerra Carlista. Espartero, General de los ejércitos isabelinos, se vio cubierto de fama. En 1837 se inició un movimiento insurreccional que acabaría con la renuncia de la regente Mª Cristina, y Espartero fue nombrado nuevo regente. El bombardeo de Barcelona para reprimir las revueltas en 1843 significaría su dimisión, y el adelantamiento de la mayoría de edad de la reina Isabel, aunque Espartero sería el jefe de gobierno durante el Bienio Progresista en 1854. Los carlistas más conservadores iniciaron en 1846 la Segunda Guerra Carlista en Cataluña, defendiendo la legitimidad de Carlos VI, aunque no tuvo el impacto de la primera. El problema carlista volvíó a aparecer en 1872, dentro del contexto del Sexenio Revolucionario, y aún hoy, aunque con nula repercusión social, sigue existiendo un Partido Carlista.