Causas del Conflicto de la Segunda Guerra Mundial
Los orígenes remotos de la Segunda Guerra Mundial hay que buscarlos en el nuevo orden internacional surgido de la Primera Guerra Mundial. El Tratado de Versalles, en lugar de crear un clima de reconciliación entre las naciones, fomentó la humillación y el resentimiento. Muchos alemanes e italianos no aceptaron las imposiciones de Versalles y eso estimuló el afán de revancha.
La crisis de 1929 creó un contexto de depresión que favoreció el surgimiento de los fascismos. Mussolini en Italia y Hitler en Alemania desarrollaron una política exterior agresiva y de expansionismo militar, que se justificaba por necesidades económicas (teoría del «espacio vital» de Hitler) o por prestigio histórico (reconstrucción del Imperio Romano para Mussolini). Además, las potencias fascistas desarrollaron una intensa carrera de armamentos que fomentó un clima de tensión prebélica en Europa.
Finalmente, ante la política agresiva de los regímenes autoritarios, las democracias se esforzaron en mantenerse al margen de los problemas del mundo (aislacionismo de Estados Unidos) o en preocuparse de los propios problemas internos (aumento del paro, agitación social…). De esta manera, la debilidad de las democracias y el fracaso de la Sociedad de Naciones ante las agresiones de los regímenes nazi y fascista estimularon el belicismo y llevaron finalmente a la guerra.
La Marcha hacia la Guerra
Desde el comienzo de la década de 1930, los estados autoritarios impulsaron una serie de agresiones bélicas hacia otros países:
- En Asia, Japón buscaba ampliar sus territorios a costa de China. En 1931 ocupó Manchuria y, en 1937, comenzó la invasión de China.
- En África, en 1935, Italia ocupó Etiopía con el deseo de ampliar su imperio colonial. En Europa, también invadió Albania.
- Italia y Alemania intervinieron en la Guerra Civil española entre 1936 y 1939, proporcionando soldados y armamento a los militares sublevados, mientras que Francia y Gran Bretaña se mantenían al margen (Pacto de No Intervención).
- Alemania desarrolló una política de expansión territorial con la idea de crear un gran imperio con las tierras habitadas por pueblos germánicos. En 1936, en contra de lo que imponía el Tratado de Versalles, Hitler remilitarizó la región de Renania. Más tarde, en marzo de 1938, ocupó militarmente Austria (Anschluss), donde se habían introducido las teorías nazis. Meses más tarde (septiembre) exigió a Checoslovaquia la entrega del territorio de los Sudetes, poblado por una minoría alemana importante. Francia e Inglaterra convocaron la Conferencia de Múnich (1938) para frenar las aspiraciones alemanas, pero acabaron claudicando ante las promesas de Hitler de detener su expansionismo. Como resultado, Checoslovaquia desapareció como Estado: Bohemia y Moravia se convirtieron en protectorado alemán y Eslovaquia pasó a ser un Estado satélite.
Las Alianzas y el Estallido del Conflicto
En 1936, Alemania firmó una alianza con Italia conocida como el Eje Roma-Berlín. Esta alianza fue renovada en 1939 con el nombre de Pacto de Acero. El mismo año 1936, Alemania firmó con Japón el Pacto Antikomintern. Francia y Gran Bretaña se habían mantenido al margen de estas alianzas. Cuando en 1939 Hitler reclamó el corredor de Danzig (territorio que separaba Alemania de la Prusia Oriental), Francia y Gran Bretaña se comprometieron con Polonia a ir a la guerra si era necesario.
La Europa Bajo el Nazismo
La ocupación nazi tenía como finalidad el sometimiento de los territorios europeos en beneficio de Alemania. En función de esto, los nazis organizaron los territorios conquistados en regiones incorporadas al Reich (Alsacia, Lorena, Luxemburgo, Bohemia), regiones colonizadas (la Polonia oriental, los países bálticos) y Estados satélites (Francia, Ucrania, los Países Bajos…).
En todos estos territorios, la industria se reordenó en función de los intereses alemanes, se realizaron requisas forzosas de productos de primera necesidad y muchos trabajadores fueron obligados a desplazarse a Alemania. La ocupación también significó la extensión del terror y de la represión sobre la población sometida. Los alemanes encontraron colaboracionistas entre la población civil, pero muchos de los que no aceptaron el nuevo orden nazi organizaron la Resistencia de manera clandestina.
La Gestapo y las SS implantaron un régimen de violencia y terror sobre la población, especialmente sobre los resistentes, que fueron detenidos, torturados, deportados y ejecutados. En todas partes se desencadenó la persecución, que fue especialmente dura contra los judíos, en el llamado Holocausto.
El Triunfo Aliado
En junio de 1942, la situación de la guerra dio un giro cuando la URSS y Estados Unidos reforzaron a los aliados. En junio, los estadounidenses frenaron a los japoneses en el Pacífico (batalla de Midway) y los británicos detuvieron a los alemanes en el norte de África (El-Alamein). Pero el primer gran fracaso de Hitler tuvo lugar en Stalingrado (agosto 1942-febrero 1943). A partir de este momento, los aliados comenzaron su ofensiva.
El desembarco norteamericano en Normandía (junio de 1944) permitió la entrada en Europa de numerosos soldados y vehículos. Los angloamericanos comenzaron el avance por el oeste, mientras los rusos avanzaban por el este y los dos ejércitos se encontraron en el río Elba el 26 de abril de 1945. El día 30, Hitler se suicidó y el 8 de mayo Alemania capituló.
Pero, en Asia, los japoneses seguían combatiendo. Para precipitar la rendición japonesa, el presidente americano Truman decidió utilizar un arma nueva: la bomba atómica, que fue lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki (agosto de 1945). El 2 de septiembre, Japón capituló. La guerra había terminado.
El Impacto de la Guerra
Cuando se terminó la Segunda Guerra Mundial, Europa estaba material y moralmente destrozada y su población, diezmada. Sobre este paisaje dominado por la ruina y la desolación emergieron dos nuevas potencias, Estados Unidos y la URSS, que relegaron a Europa a un segundo plano.
El balance demográfico de la guerra se situó en torno a los 50 millones de muertos, casi la mitad de los cuales correspondieron a la URSS, seguida de Alemania y Polonia. Por primera vez en la historia, la mayoría de las víctimas no eran militares, sino población civil.
Las destrucciones materiales fueron muy importantes y afectaron, sobre todo, a las ciudades, los medios de comunicación y las instalaciones industriales. El saqueo constante en las ciudades, la práctica bélica de quemar los cultivos y los bosques y la destrucción de industrias provocaron una reducción drástica de la producción agrícola e industrial en los países beligerantes.
Como contrapartida, los países que habían quedado al margen de la contienda (Canadá, Australia, Suecia…) y que se convirtieron en suministradores, experimentaron un crecimiento económico importante.
La guerra dejó un impacto moral profundo. Las modificaciones de fronteras y las expulsiones de minorías étnicas comportaron un número elevado de desplazamientos de población forzados. Durante la contienda, los derechos humanos habían sido vulnerados sistemáticamente y la violencia y la crueldad se habían instalado en Europa durante seis largos años. Además, el conocimiento del Holocausto judío y las consecuencias de la bomba atómica dejaron un trauma profundo sobre la población.
Las Conferencias de Paz
Los tres grandes aliados (Gran Bretaña, Estados Unidos y URSS) se reunieron por primera vez en la Conferencia de Teherán (noviembre de 1943), a la que asistieron Churchill, Roosevelt y Stalin. Allí se tomaron las primeras medidas militares conjuntas para acelerar el fin de la guerra, que ya se consideraba ganada.
La segunda gran conferencia que celebraron los tres grandes aliados tuvo lugar en la ciudad de Yalta (febrero de 1945), donde se decidió la eliminación del régimen nazi en Alemania, la división de Alemania y Austria en cuatro zonas de ocupación y una división similar de las ciudades de Berlín y de Viena.
Deterioro de las Relaciones entre los Aliados
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, se hizo evidente un gran antagonismo entre los occidentales y la Unión Soviética. Las conferencias de Yalta y Potsdam habían dividido Europa en dos zonas de influencia y tanto los norteamericanos como los soviéticos estaban decididos a mantenerlas y a impedir que su rival pudiera ganar nuevas posiciones.
Los británicos y los estadounidenses desconfiaban del dominio que estaban ejerciendo los soviéticos en las zonas liberadas por el Ejército Rojo, y la Unión Soviética se sentía amenazada por la bomba atómica, que era únicamente de posesión estadounidense. Las diferencias entre los dos bloques no eran territoriales o militares, sino que eran fundamentalmente de tipo ideológico, porque ambos estados representaban dos modelos antagónicos de organización política, social y económica.
Para afianzar el control de las zonas respectivas, los Estados Unidos obligaron a expulsar a los comunistas de los gobiernos de coalición que se habían formado en algunos países de su área de influencia (Francia, Italia, Bélgica y Dinamarca). A su vez, la URSS propició que el Partido Comunista se hiciera con el control exclusivo del poder en los países bajo su influencia. En los estados ocupados por el ejército soviético (Polonia, Rumanía, Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria, Alemania Oriental, Albania y Yugoslavia) se impulsó la formación de las llamadas democracias populares, en las cuales se instauró un sistema comunista inspirado en el soviético.
La Ruptura del Telón de Acero
La ruptura definitiva entre los dos bloques tuvo lugar en 1947, cuando el presidente norteamericano expuso lo que se conoce como la doctrina Truman. Se denunciaba la creación de regímenes comunistas en los países ocupados por el Ejército Rojo y se proponía la intervención americana para frenar la amenaza comunista en Europa.
Por eso, se aumentó el número de soldados y de bases norteamericanas en Europa y se propuso el Plan Marshall, una ayuda económica destinada a que, alejando a Europa de la pobreza, disminuiría el riesgo de expansión del comunismo. La mayoría de los países occidentales aceptaron la ayuda estadounidense, que fue rechazada por la Unión Soviética y los países del Este.
La Partición de Alemania en Dos Estados
El primer escenario de enfrentamiento entre los dos bloques tuvo lugar en Alemania. Terminada la guerra, este país había quedado dividido en cuatro zonas ocupadas por británicos, franceses, norteamericanos y soviéticos. En 1948, los tres aliados occidentales decidieron unificar sus territorios y crear un Estado federal alemán.