Segunda República Española: Bienio Radical-Cedista, Revolución de 1934 y Frente Popular (1933-1936)

La Segunda República: El Bienio Radical-Cedista, la Revolución de 1934 y el Frente Popular

Introducción

Los conflictos acontecidos durante el bienio reformista, como la Sanjurjada y las sublevaciones de la CNT, tuvieron dos consecuencias principales: la ruptura de la coalición entre socialistas y republicanos, dado que ambos empezaron a querer gobernar en solitario, y la pérdida del apoyo ciudadano al gobierno. En consecuencia, en septiembre de 1933, Niceto Alcalá-Zamora retiró su apoyo a Manuel Azaña y se convocaron nuevas elecciones.

Elecciones de 1933

En las elecciones de 1933 se aplicó el sufragio universal, pudiendo votar por primera vez en España las mujeres. Este hecho favoreció a las grandes coaliciones, puesto que en cada distrito primaban las candidaturas triunfantes. Sin embargo, los socialistas decidieron presentarse por separado en lugar de aliarse con los republicanos de izquierdas, lo que contribuyó al fracaso electoral de las izquierdas.

En cuanto a los resultados, las derechas obtuvieron 200 escaños, de los cuales 115 correspondían a la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), partido dirigido por José María Gil-Robles que agrupaba a partidos de derechas de diferentes regiones. Esta agrupación defendía valores conservadores y católicos, sin definirse claramente ni como monárquica ni como republicana, lo que despertó recelos entre los demás partidos. Los republicanos de centro obtuvieron 175 escaños, de los que 104 correspondieron al Partido Radical, y las izquierdas lograron 100 escaños, siendo 58 del PSOE.

Ante esta perspectiva, y como Gil-Robles no dejaba clara su postura respecto a la República, Alcalá-Zamora nombró presidente a Alejandro Lerroux, líder del Partido Radical. Este estuvo apoyado en sus primeros momentos por los republicanos de centro, en un gobierno muy inestable, pues su minoría parlamentaria no le permitía sacar leyes adelante. Por ello, Alcalá-Zamora encargó a Lerroux, en octubre de 1934, formar un nuevo gobierno con tres ministros de la CEDA, tratando de lograr el apoyo de esta agrupación.

La Insurrección de Octubre de 1934

Ante los acontecimientos que estaban teniendo lugar en el extranjero (en 1922, el fascista Benito Mussolini establecía una dictadura en Italia, y el 30 de enero de 1933 Adolf Hitler fue nombrado canciller en Alemania, proclamando pronto la dictadura), la izquierda española temía que la CEDA implantara una dictadura en España. Aunque la CEDA no era como el partido nazi o fascista, presentaba una estética similar. Por esta razón, el PSOE, sobre todo el sector de Largo Caballero, decidió que era el momento de la revolución y la dictadura del proletariado.

Dicha revolución quedó reducida a una típica huelga general con algunos tiroteos en la mayor parte de España. Sin embargo, en Asturias, donde contó con el apoyo del Partido Comunista y de la CNT, fue una insurrección armada dominada por socialistas y anarcosindicalistas. Tanto las fuerzas gubernamentales como los insurrectos cometieron atrocidades: las primeras llevaron a cabo torturas y ejecuciones sumarias, y los segundos asesinaron a civiles de derechas y a 34 eclesiásticos. Todo esto contribuyó a abrir aún más la brecha entre los españoles.

Por otra parte, en Cataluña, el gobierno de Lluís Companys decidió proclamar el Estado catalán dentro de la República Federal Española. Este intento fracasó a las pocas horas debido a la intervención militar, y todo el gobierno catalán fue encarcelado.

Todos estos acontecimientos constituyeron la insurrección de octubre de 1934, tras la cual la influencia de la CEDA aumentó, optándose por la desmantelación del conjunto de medidas realizadas por Azaña anteriormente: se suspendió la autonomía catalana, se anuló la aplicación de la reforma agraria y se incumplieron sistemáticamente todos los preceptos anticlericales de la Constitución de 1931. Sin embargo, no hubo un acuerdo entre todos los partidos de derechas y de centro para reformar dicha Constitución, y la alianza entre la CEDA y Lerroux desprestigió a este último, pues, siendo republicano y ateo, estaba gobernando con una agrupación católica y de dudoso republicanismo. Este desprestigio quedó agravado por un caso de corrupción en el que estaba involucrado el presidente: el “escándalo del estraperlo”.

Debido a todo esto, Alcalá-Zamora forzó la dimisión de Lerroux e intentó formar un gobierno de centro, cuya inestabilidad propició, en febrero de 1936, la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones.

Elecciones de 1936

Entre las realidades que afectaron al resultado de las elecciones, destacaron:

  • Las izquierdas se presentaron en una coalición llamada Frente Popular, integrada por republicanos de izquierdas (dirigidos por Azaña), socialistas (con un sector de partidarios de la colaboración con los republicanos de izquierdas, dirigido por Indalecio Prieto, y otro sector de partidarios de la coalición con los comunistas, dirigido por Largo Caballero, llegando finalmente ambos grupos a un consenso por el cual se apoyó a los republicanos de izquierdas para que formaran gobierno, pero no se participó en dicho gobierno) y comunistas (grupo todavía muy minoritario).
  • Las derechas se presentaron en una coalición dirigida por la CEDA, siendo la facción de centro la gran perdedora debido al descrédito de Lerroux.

El Frente Popular obtuvo el 34% de los votos, la coalición de derechas un 33%, el centro un 5%, y un 27% de personas se abstuvieron de votar. En Cataluña, ERC derrotó a la Lliga, y un nuevo partido de inspiración fascista, fundado en 1933 y dirigido por José Antonio Primo de Rivera, llamado Falange, obtuvo 45.000 votos, siendo, por tanto, minoritario.

El nuevo gobierno estuvo presidido por Azaña y fue exclusivamente republicano, pues los socialistas lo apoyaron sin formar parte de él. Las Cortes, de mayoría de izquierdas, no confiando en Alcalá-Zamora, lo destituyeron, poniendo como Presidente de la República al propio Azaña y pasando a ser Presidente del Gobierno Santiago Casares Quiroga.

Durante los cinco meses de gobierno de ambos, se volvieron a poner en marcha las reformas del bienio reformista:

  • Se restableció el Estatuto de Autonomía catalán.
  • Se inició la tramitación parlamentaria del Estatuto de Autonomía vasco.
  • Se aprobó en referéndum el Estatuto de Autonomía gallego.
  • Se volvió a poner en marcha la reforma agraria, repartiéndose tierras entre 100.000 campesinos.
  • Se impulsó la educación pública.
  • Se concedió una amnistía a todos los condenados por la insurrección de octubre de 1934.

El Camino hacia la Guerra Civil

Como causas del origen de la Guerra Civil, pueden señalarse:

  • La oposición creciente a la legislación de la izquierda: la política anticlerical de republicanos de izquierdas y socialistas provocó el descontento de muchos católicos, fracasando la línea posibilista de prelados como Vidal i Barraquer.
  • El desorden público: la creciente tensión en la sociedad provocó episodios de conflictividad que tuvieron como origen la represión de protestas obreras, destacando el caso de Yeste; los ataques a edificios religiosos y a sedes de organizaciones de derechas; y los homicidios premeditados a manos de militares de Falange y de organizaciones de izquierda.
  • El temor a una revolución socialista: Largo Caballero consideraba que la revolución estaba cercana y había que estimular la combatividad de sus seguidores, destacando el intento de 1934.

Toda esta situación llevó a que, prácticamente desde el triunfo del Frente Popular, algunos militares comenzaran a dar los primeros pasos para preparar un golpe de Estado, estando el ejército dividido respecto a esta cuestión. Surgieron varios grupos de conspiradores militares, dirigidos por el general José Sanjurjo desde su exilio en Portugal y en colaboración con civiles, como Calvo Sotelo.

En el interior del país, el más activo fue el general Emilio Mola, que estuvo apoyado especialmente por tradicionalistas y falangistas, grupos que podían ofrecer voluntarios para combatir. No obstante, muchos militares que simpatizaban con los propósitos de Mola no veían motivo para sublevarse en ese momento, por lo que fue el asesinato de José Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, a manos de fuerzas de seguridad, lo que llevó a convencerles de que el gobierno era incapaz de mantener el orden y de que el Estado de derecho había dejado de funcionar. Así, se produjo el golpe de Estado del 17 y 18 de julio que, tras fracasar, dio paso al inicio de la Guerra Civil Española.

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