Segunda República Española: Cronología, Causas y Consecuencias

La Segunda República Española

El Inicio de la República (1931)

Tras el exilio de Alfonso XIII, la Segunda República se instauró en España el 14 de abril de 1931. Se formó un Gobierno provisional, presidido por Niceto Alcalá-Zamora, con figuras clave como Manuel Azaña (republicano) y Francisco Largo Caballero (PSOE). Este periodo inicial estuvo marcado por diversos desafíos, incluyendo la elaboración del Estatuto de Autonomía para Cataluña por Francesc Macià. La expulsión del cardenal Pedro Segura por su defensa del régimen monárquico y la religión, junto con los incendios de edificios religiosos el 11 de mayo, generaron dudas sobre la credibilidad del nuevo Gobierno.

Las Cortes Constituyentes y la Constitución de 1931

El 28 de junio se celebraron elecciones a Cortes, con una mayoría de izquierda y centro. Presididas por el socialista Julián Besteiro, las Cortes crearon una comisión para elaborar una nueva Constitución. Los artículos, especialmente los referentes a la religión, fueron objeto de intensos debates. La derecha votó en contra y, el 14 de octubre, Alcalá-Zamora dimitió, siendo sustituido por Manuel Azaña. Un hito importante fue el debate sobre el sufragio femenino entre Clara Campoamor (a favor) y Victoria Kent (en contra), resultando finalmente en su aprobación. La Constitución de 1931, aprobada el 9 de diciembre, definía a España como una república democrática, progresista, descentralizada y laica. Establecía la separación Iglesia-Estado, el sufragio universal y un Tribunal de Garantías Constitucionales. Incluía libertades políticas, derechos sociales, protección e igualdad de sexos en el trabajo, y la posibilidad de estatutos regionales. El poder legislativo, en manos de unas Cortes unicamerales, predominaba sobre el ejecutivo. El presidente de la República tenía poderes limitados, aunque podía disolver las Cortes dos veces y nombrar al jefe de Gobierno.

El Bienio Progresista (1931-1933)

Con Alcalá-Zamora como presidente y Azaña como jefe de Gobierno, se inició el Bienio Progresista. En un contexto económico desfavorable, Azaña implementó diversas reformas. Buscando el sometimiento del Ejército al poder civil, se redujo el número de jefes y oficiales, se abolieron el Tribunal Supremo del Ejército y la Academia General de Zaragoza, y se anularon los ascensos por méritos de guerra. Estas medidas, junto al malestar por el Estatuto catalán, llevaron al golpe de Estado del general Sanjurjo el 10 de agosto de 1932, que fracasó. La reforma religiosa aplicó los principios constitucionales: separación Iglesia-Estado y secularización de la vida social (divorcio). La disolución de la Compañía de Jesús y la prohibición de la enseñanza a las órdenes religiosas generaron oposición en sectores católicos. La reforma educativa impulsó la educación pública y laica, con la construcción de escuelas y mejoras laborales. La reforma agraria, con el Instituto de Reforma Agraria (IRA) y la Ley de Bases para la Reforma Agraria de 1932, buscaba expropiar latifundios, pero su aplicación fue limitada por la oposición de terratenientes y la derecha.

Los Estatutos de Autonomía

La Constitución permitía estatutos de autonomía. Cataluña obtuvo el suyo, con la Generalitat como gobierno, con amplias competencias. Se estableció la cooficialidad del castellano y el catalán. Francesc Macià, de Esquerra Republicana de Catalunya, presidió la Generalitat tras las elecciones de noviembre. En el País Vasco, el PNV impulsó un estatuto ratificado en plebiscito, pero paralizado en 1933. Proyectos similares en Galicia y Andalucía también fueron frenados.

El Bienio Conservador (1933-1936)

La situación de desigualdad social llevó a una reforma social, pero su lentitud provocó actos revolucionarios. El incidente de Casas Viejas (1933), con campesinos asesinados por la Guardia Civil, dañó la imagen del Gobierno. Alcalá-Zamora nombró presidente a Diego Martínez Barrio, iniciando el Bienio Conservador. José María Gil-Robles organizó la CEDA (católica y antirreformista); José Calvo Sotelo y Antonio Goicoechea lideraron Renovación Española (monárquica); y José Antonio Primo de Rivera fundó Falange Española (fascista y nacionalista). Las elecciones de noviembre de 1933, con la primera participación femenina, dieron la victoria a la derecha y al centro, debido a la crisis económica, el desgaste del gobierno y la dispersión de la izquierda. Alcalá-Zamora nombró al radical Alejandro Lerroux presidente. La inclusión de cedistas en el gobierno provocó la huelga general revolucionaria de octubre de 1934, incluyendo la declaración del Estado Catalán por Lluís Companys. En Asturias, la huelga se convirtió en una revolución social, sofocada por el ejército al mando del general Franco. Largo Caballero y Azaña fueron detenidos. Gil-Robles se convirtió en ministro de Guerra y Franco en jefe del Estado Mayor Central. Tras la dimisión de Lerroux por el asunto del estraperlo, se convocaron elecciones para febrero de 1936.

El Frente Popular y el Camino a la Guerra Civil

La izquierda formó el Frente Popular, que ganó las elecciones de 1936. Azaña volvió al gobierno y destituyó a Alcalá-Zamora, asumiendo la presidencia. Nombró a Santiago Casares Quiroga como jefe de Gobierno. El asesinato de Calvo Sotelo, tras el homicidio del teniente Castillo, desencadenó el estallido de la Guerra Civil el 17 de julio de 1936.

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