La Segunda República: De la Proclamación a la Constitución de 1931 y el Bienio Reformista
La Proclamación de la República
En las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, los candidatos republicanos obtuvieron una victoria significativa en las ciudades. Aunque se trataba de elecciones municipales, el resultado reflejó un contundente rechazo a la monarquía. Al atardecer, el comité republicano llegó a la Puerta del Sol, donde tomó posesión del gobierno y proclamó la República. Esa misma noche, Alfonso XIII abandonaba el país.
El Gobierno Provisional
El Gobierno provisional, formado por republicanos liberales, partidos regionalistas y el PSOE, se propuso modernizar el país y asentar la naciente República hasta la formación de las Cortes Constituyentes. Se enfrentó a una serie de problemas urgentes, que abordó mediante decretos ministeriales mientras se convocaban elecciones a Cortes. Se adoptaron las primeras medidas de reforma agraria, para garantizar el trabajo y el salario de los campesinos, y de reforma laboral, como la jornada de ocho horas. Manuel Azaña inició la reforma militar, exigiendo el juramento de fidelidad a la República o el retiro voluntario a quienes se negaran.
Los Primeros Conflictos y las Elecciones a Cortes Constituyentes
El ambiente social se tensó, con la reaparición del anticlericalismo y la quema de conventos, que fue utilizada como propaganda antirrepublicana. El 28 de junio se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes, en las que la conjunción republicano-socialista obtuvo la mayoría.
La Constitución de 1931
Aprobada el 9 de diciembre, la Constitución de 1931 se inicia con una rotunda definición de soberanía popular. Declaraba la igualdad de todos en el derecho a la educación y el trabajo como una obligación social protegida por la ley. En cuanto al poder ejecutivo, la Jefatura del Estado correspondía al Presidente de la República, elegido cada seis años. El Presidente nombraba al Jefe de Gobierno y a los ministros, que eran ratificados por las Cortes. Se proclamaba la libertad de conciencia y de cultos.
El Bienio Progresista (1931-1933)
Tras la aprobación de la Constitución, Niceto Alcalá Zamora fue elegido primer Presidente de la República. Durante los años 1932 y 1933, el Gobierno profundizó en el programa reformista iniciado durante el periodo provisional.
Las Reformas Sociales
Largo Caballero, Ministro de Trabajo, continuó con las reformas laborales, impulsando la Ley de Contratos de Trabajo y la de Jurados Mixtos. También se estableció la Inspección de Trabajo. La reforma de la enseñanza prosiguió con la construcción de miles de nuevas escuelas y se dotaron 7.000 plazas de maestros, con salarios mejorados. El Gobierno continuó con la reforma militar iniciada por Azaña, recortando el presupuesto militar y primando los estudios para el ascenso.
La Reforma Agraria
Se buscaba asentar a los campesinos en las tierras de latifundio mal explotadas o sin cultivar, consideradas la causa de la miseria campesina. Otros proponían los asentamientos campesinos en las tierras, pero sin tocar el derecho de propiedad. La Ley de Bases para la Reforma Agraria, aprobada en septiembre de 1932, afectaba a Andalucía, Extremadura, La Mancha y Salamanca. Se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA), encargado de inventariar las tierras expropiables, con un presupuesto anual para indemnizar a los propietarios.
La Oposición al Gobierno y los Conflictos Sociales
En la derecha, la oposición estuvo encabezada por el Partido Radical de Alejandro Lerroux y las asociaciones patronales, contrarias a la reforma agraria y la legislación laboral. La UGT apoyó al Gobierno, aunque con ciertas tensiones. Los conflictos sociales fueron continuos, tanto por parte de los campesinos y obreros que esperaban que la República trajera las reformas que les sacaran de la miseria, como por la resistencia de los propietarios e industriales que ralentizaban los cambios.
El Intento de Golpe de Estado de Agosto de 1932
La discusión en las Cortes de la reforma agraria y el Estatuto de Autonomía para Cataluña suscitó la oposición de la derecha y la conspiración de algunos militares. El general Sanjurjo protagonizó un fallido golpe de Estado en Sevilla el 10 de agosto de 1932. Tras este intento, se aceleró la aprobación de la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto catalán.
La Crisis del Gobierno de Azaña y las Elecciones de 1933
En 1933, un acontecimiento en Casas Viejas (Cádiz), debido a la violencia empleada por la Guardia de Asalto contra un grupo de anarquistas que había tomado una casa del pueblo, provocó un escándalo y una grave crisis política. Tras meses de crisis parlamentaria, Azaña dimitió. Martínez Barrio (Partido Radical) formó gobierno, con el acuerdo de Alcalá-Zamora de convocar nuevas elecciones en noviembre de 1933.
La Vida Cultural de la Segunda República
Los intelectuales tuvieron un protagonismo especial tanto en la instauración como en la vida social de la II República. Figuras como Ortega y Gasset, Antonio Machado o Gregorio Marañón la apoyaron expresamente desde la *Agrupación al Servicio de la República*. Muchos intelectuales fueron elegidos diputados en las Cortes Constituyentes, donde había un centenar de catedráticos y periodistas. A partir de 1932, los intelectuales se dividieron: algunos, como Ortega y Gasset o Miguel de Unamuno, adoptaron una posición crítica contra el Gobierno de la izquierda. La mayoría, sin embargo, apoyó las reformas y colaboró en la acción de extensión cultural del Gobierno republicano-socialista, en la que participaron importantes intelectuales y artistas, como Antonio Machado y Federico García Lorca.