TEMA 12: LA CONSTRUCCIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO LIBERAL
12.1
El reinado de Isabel II. La oposición al liberalismo:
carlismo y Guerra Civil. La cuestión foral
Durante el reinado de Isabel II se produjo la construcción del Estado liberal.
Se establecíó un Estado burgués parlamentario, se pasó de un régimen económico y social propio del Antiguo Régimen a un sistema capitalista moderno. La nueva clase dirigente fue la burguésía de negocios y la nobleza.
El carlismo tuvo un fuerte contenido ideológico y de clase. Reclamaban la defensa del derecho sucesorio masculino y la alianza del altar y del trono. Su composición social estaba formada por parte de la nobleza, miembros ultraconservadores de la administración y del ejército, la parte baja del clero, parte del campesinado y sectores del artesanado.
Desde el punto de vista territorial, triunfó en las zonas rurales, en el norte, en el País Vasco, Cataluña y el Maestrazgo Aragónés. Una de las razones fue la defensa de los fueros, que consistían básicamente en la exención fiscal y de servicio militar y un derecho civil con alguna diferencia.
Durante la primera guerra (1833-1839)
carlista se formó el bando cristino en torno a Mª Cristina y su hija Isabel con el respaldo de los sectores moderados y reformistas del absolutismo y de los liberales, también generales del ejército, funcionarios y altas jerarquías de la Iglesia, la burguésía de negocios, los intelectuales y profesionales y las clases medias urbanas. Este bando contó con el apoyo diplomático y militar de Portugal, Inglaterra y Francia (Cuádruple Alianza). Los inicios fueron favorables a los carlistas, pero en 1835 fracasaron en el sitio de Bilbao. En el verano de 1837 estuvieron a punto de tomar Madrid, pero el asalto acabó fracasando. Pasaron a la defensiva y el agotamiento llevó a iniciar negociaciones como el llamado abrazo de Vergara. A cambio de su rendición se reconocieron los grados y empleos de los vencidos. También la renuncia de Navarra a su condición de reino a cambio de una promesa de autonomía en una ley que se decretó en 1841.
La segunda y la tercera guerras (1846-1849 y 1872-1876):
Carlos se exilió y a su muerte transmitíó sus derechos a su hijo Carlos VI, se intentó pactar la boda del nuevo pretendiente con Isabel II, pero el fracaso y el posterior anuncio de la boda real llevó a la segunda guerra. Se inició en el Pirineo catalán y a pesar de contar con una superioridad militar, los carlistas fracasaron. El carlismo permanecíó en activo. Tras la caída de Isabel II y la venida de Amadeo de Saboyá, el nuevo pretendiente, Carlos VII inició la tercera guerra. Los carlistas consiguieron arraigar en el País Vasco y Navarra. Tras la proclamación en 1873 de la Primera República muchos monárquicos pasaron a apoyar al carlismo, extendíéndose por buena parte de la meseta norte. En 1874 se restaura la monarquía con Alfonso XII.
Isabel II (1883-1843): Las Regencias
Mª Cristina gobernó como regente durante la minoría de edad de su hija Isabel, a pesar de no ser liberal, en 1834 llamó a Martínez de la Rosa, un liberal moderado, que ya había sido jefe de gobierno durante el Trienio Constitucional. Consiguió la ayuda extranjera (Cuádruple Alianza), un programa de tímidas medidas reformistas (amnistía que permitíó el regreso del exilio de los liberales, limitada libertad de prensa y milicia nacional). Su carácter conservador se manifestó en el Estatuto Real (carta otorgada) en él se regulaba la convocatoria de unas cortes muy elitistas con dos cámaras y reservaba a la Corona la capacidad legislativa y de veto. Las dos alas del liberalismo: moderada (apoyaba al gobierno y era contraria a cambios radicales) y progresista (reformista y partidaria de la Constitución de 1812). Con el tiempo crecíó el apoyo a los progresistas. En el verano de 1835 estalló una insurrección que obligó a la regente a entregar el gobierno a los progresistas. El nuevo jefe de gobierno Juan Álvarez Mendizábal adoptó las primeras decisiones encaminadas a desmantelar el sistema legal del antiguo régimen, esta política le enfrentó a los moderados y a la regente, se forzó su dimisión en 1836. El 12 de Agosto con la sublevación de la Guardia Real en el palacio de La Granja se obligó a Mª Cristina a entregar el gobierno a los progresistas y a restablecer la Constitución de 1812. El nuevo gobierno encabezado por José Mª de Calatrava continuó la demolición del absolutismo. Las Cortes elaboraron la constitución de 1837. Mª Cristina eligió jefes de gobierno no moderados que ganaban gracias a un sufragio muy restringido. En 1840 se acabó forzando la dimisión de Mª Cristina sustituida por el general Espartero.
Espartero gobernó durante tres años con el apoyo de los progresistas, pero su política autoritaria hizo disminuir su popularidad. En 1842 estalló una insurrección en Barcelona ante los rumores de que Espartero estaba negociando con Inglaterra el libre comercio afectando a la industria textil catalana. Los moderados y algunos progresistas organizaron una sublevación militar que obligó a Espartero a dimitir.
El artífice del golpe, el general Narváez, ejecutó un acelerado proceso de reacción política. Se cerraron periódicos y clubes políticos, se depuso a progresistas,… Se convirtió en jefe de gobierno con un sistema político ultraconservador
Isabel II (1843-1868): El reinado efectivo
En 1843 Isabel II iniciaba con 13 años su reinado efectivo. Fue un periodo de tendencia muy conservadora, regulado por la Constitución de 1845. La participación política era exclusiva de una oligarquía, viejos aristócratas, ricos burgueses, altos funcionarios,… El sufragio estuvo restringido y había manipulación permanente de las elecciones. Isabel intervino activamente en la vida política, apoyando a los conservadores y evitando el acceso al poder de los progresistas. Esto provocó un deterioro progresivo hasta la caída de la monarquía en 1868. La participación de los generales en el gobierno fue continua, ya que los conservadores pensaban que la presencia militar al frente del ejecutivo garantizaba la seguridad.
Otras carácterísticas fueron la exclusión de la gran mayoría del país de la vida política, la degradación de las condiciones de vida, la dura represión frente a las protestas (facilitó la difusión de ideas socialistas).
Durante el reinado hubo una presencia exclusiva de partidos burgueses, moderados y progresistas, Uníón Liberal y el partido demócrata.
12.2 EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874): INTENTOS DEMOCRATIZADORES. LA REVOLUCIÓN, EL REINADO DE AMADEO I Y LA PRIMERA REPÚBLICA
La revolución de 1868
La Gloriosa fue un golpe militar encabezado por varios generales, los partidos formaron juntas locales y provinciales, entregaron armas a la población y organizaron a los llamados Voluntarios de la Libertad. Topete se sublevó con su escuadra en Cádiz, a éste se sumaron los cuarteles del país e Isabel II atravesaba la frontera de Irún hacia el exilio. La revolución triunfó porque en ella confluían numerosos intereses. La apoyaron los sectores financieros e industriales, incluso miembros de la oligarquía y clases populares. Los conspiradores procedieron a detener la revolución. El nuevo gobierno con Serrano, Prim y Sagasta disolvíó las juntas y los batallones de Voluntarios. Nombró nuevos ayuntamientos y el gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes.
La constitución de 1869
Las elecciones se celebraron mediante sufragio universal masculino con plena libertad de prensa. El debate giró en torno a la forma de Estado, monarquía o república. El resultado fue mayoría de candidatos monárquicos. Las Cortes elaboraron una nueva constitución, la primera democrática de nuestra historia. El país se constituía como una monarquía parlamentaria, con estricta separación de poderes: el legislativo a las Cámaras, el ejecutivo al Rey a través de los Ministros y el judicial a los jueces. Incluía una declaración de derechos detallada (libertad, residencia, expresión,…). Se aprobó la libertad de cultos. Se ratificaba el sufragio universal (varones de más de 25 años eligen al Congreso, ayuntamientos y diputaciones) y la plena soberanía nacional.
El gobierno de Prim y la búsqueda de un rey (1869-1870)
Serrano se convirtió en regente y Prim formó un gobierno de progresistas y algunos demócratas. Se aprobó una amplia legislación encaminada a desarrollar la Constitución. En el terreno económico se adoptó una política librecambista, una reforma monetaria y se puso en circulación la peseta.
Tuvieron que enfrentarse a una doble crisis:
La guerra en Cuba y el clima de agitación social. En la primera, a causa del descontento con la presencia de peninsulares en la isla, que desembocó en una Guerra Civil que acabó por hipotecar la Hacienda y la acción del gobierno en España. En la segunda, hubo levantamientos campesinos y ocupaciones de fincas extendíéndose la sublevación republicana por buena parte del país.
La difícil tarea de buscar un rey que obtuviera el respaldo de las cortes y de los gobiernos extranjeros concluyó con la elección de Amadeo de Saboyá.
El reinado de Amadeo I (1871-1872)
Cuando Amadeo desembarcó en Cartagena (1870) recibíó la noticia del asesinato del general Prim en un atentado. El reinado fue un fracaso por la ausencia de Prim (hombre que manténía unidos a progresistas y a la coalición gobernante). Amadeo fue identificado con la democracia, el desorden social y la dinastía que manténía al papa prisionero en el Vaticano. Poco a poco, se creó el apoyo al príncipe Alfonso, el hijo de Isabel II.
Fueron dos años de gobiernos inestables. El partido progresista se dividíó en constitucionales de Sagasta (más conservadores) y los radicales de Ruiz Zorrilla (partidarios de la democracia a través de reformas). En el segundo año de reinado, el conflicto cubano se agravó y estalló la tercera guerra carlista en el País Vasco. Amadeo presentó su abdicación en 1873 y se proclamó la República.
La I República y la Constitución de 1873
El Congreso eligió a Estanislao Figueras como jefe del poder ejecutivo. La República nacía sin apoyos políticos suficientes. En el exterior sólo la apoyó Estados Unidos, los demás la asociaban al peligro de una revolución social. En el interior los conservadores rechazaron la República, incluso los radicales pasaron a la oposición. Tampoco sus partidarios tenían una visión común de lo que debía ser la República. El propio movimiento republicano estaba dividido entre federalistas (partidarios de un estado federal) y unionistas (estado de tipo centralista). Se produjeron levantamientos de campesinos en Andalucía y los primeros intentos de insurrección federalista en Cataluña. Poco después hubo un intento de Golpe de Estado de radicales y parte del ejército. Las elecciones les dieron la victoria a pesar del escaso apoyo real.
Pi y Margall se convirtió en presidente tras dimitir Figueras.
Las Cortes redactaron la Constitución de 1873 que establecía una república confederal de 17 estados y varios territorios de ultramar, los municipios tendrían también constitución local y división de poderes. En el Estado el poder ejecutivo lo ejercía un gobierno, el legislativo dos Cámaras con un Senado y el judicial lo presidía un Tribunal Supremo. Esta incluía la declaración de derechos y la afirmación de estado laico.
La Constitución no llegó a entrar en vigor. Se desencadenó la revolución cantonal, tras sucesivas sublevaciones se proclamaron cantones y las Juntas revolucionarias (Levante, Andalucía y Castilla). Los carlistas habían aprovechado la situación para avanzar, bajo su posesión estaban Albacete, Cuenca, el País Vasco, Navarra, Aragón y parte de Cataluña. Pi y Margall presentó su dimisión el 18 de Julio.
El nuevo presidente, Nícolás Salmerón inició un giro a la derecha, dio poderes al ejército y restablecíó la pena capital, pero prefirió dimitir antes que ordenarla.
Le sustituyó Emilio Castelar, que acentuó el giro autoritario. Obtuvo de las Cortes poderes extraordinarios y suspendíó sus sesiones, restablecíó las Quintas y sofocó la revolución. Sólo Cartagena resistíó. La caída de Castelar, derrotado en las Cortes, precipitó el Golpe de Estado en el que el ejército ocupó los puntos clave de la capital. El general Pavía hizo entrar tropas en el Congreso y proclamó un gobierno militar de emergencia, presidido por el general Serrano. Fin de la Primera República.