Los Austrias del Siglo XVII: Gobierno de Validos y Conflictos Internos

Con Felipe III comienza una nueva forma de gobernar, delegando el poder en un valido, una persona con la que el rey tenía una estrecha relación y que actuaba como un ministro. Esta manera de gobernar se extiende durante todo el siglo con Felipe III, Felipe IV y Carlos II.

Durante el reinado de Felipe III, su valido fue el duque de Lerma, un político muy ambicioso que colocó a su camarilla en los altos cargos. Se producen conflictos internos como:

• La crisis de 1608: Debido a las deudas y los gastos de la corte, se intentaron remediar con reformas sobre la hacienda, pero fracasaron al no poder reducir los gastos.
• La expulsión de los moriscos en 1609: Tuvo consecuencias nefastas, ya que se expulsaron 300.000 moriscos, en su mayoría campesinos y labradores. Se produjo porque se pensaba que la conversión no había sido sincera y que colaboraban con los piratas turcos. Se utilizó para demostrar la fuerza de la monarquía, que se veía debilitada.

En su política exterior, se firmó la paz con Inglaterra y la tregua de los Doce Años con Holanda.

Con Felipe IV y su valido, el conde-duque de Olivares, se quiso hacer una reforma de la administración más inteligente, fortaleciendo a la monarquía para evitar su decadencia. Se creó un Banco Nacional que no dependiese de los extranjeros y que diese crédito a la corona. Debido a la oposición de las Cortes, se les cobró un impuesto destinado a la corona. También intentó unificar a la monarquía creando la Unión de Armas, un ejército muy amplio compuesto por soldados de todos los reinos, a lo cual se opuso Cataluña.

La Guerra de los Treinta Años y la Crisis de 1640

Durante el reinado de Felipe IV (conde-duque de Olivares), se llevó a cabo una política exterior de mantenimiento de la hegemonía española en Europa, interviniendo a favor de los Austrias y defendiendo el catolicismo frente al protestantismo. No reconocen la unidad de provincias y se encuentran con la oposición de Portugal y América debido a la intromisión de los holandeses en las colonias. Mientras tanto, Inglaterra y Francia se ponen del lado de los protestantes.

La política se centra en el control sobre el camino que une Italia con los Países Bajos, el rechazo de la invasión danesa y la conquista de Breda en Flandes, encontrándose con el problema del ataque holandés debido a que se entrometen en las colonias españolas, realizan robos en la flota de la plata, la conquista de Pernambuco y la derrota de las Dunas, que impidió la llegada de refuerzos. Al final, por el tratado de Münster y la paz de Westfalia, España reconoce la independencia de los holandeses, conservando Flandes y la zona sur de los Países Bajos.

Esta guerra y los conflictos internos hacen que España entre en la crisis de 1640, donde se producen las rebeliones de Cataluña y Portugal, y el rey aparta a su valido del poder para tratar de pacificar las rebeliones.

• La rebelión catalana: Causada por la incursión de soldados italianos destinados en Cataluña para luchar contra Francia, que generó enfrentamientos contra los campesinos y una revuelta anticentralista que se alió con Francia, y que acaba rindiéndose debido a las enfermedades y la pobreza, con la condición de respetarles sus fueros.
• La rebelión portuguesa: Se dio por miedo a caer ante los holandeses, ya que España no garantizaba su seguridad, y con la ayuda de Inglaterra y Francia terminaron por independizarse.

El Ocaso del Imperio Español en Europa

Con Felipe III, la política exterior es pacifista, se firma la Tregua de los Doce Años con Holanda, pero con Felipe IV y su valido, el conde-duque de Olivares, pretenden recuperar el prestigio perdido. Apoyan a los Austrias en la Guerra de los Treinta Años y ponen fin a la Tregua de los Doce Años, iniciando así un largo periodo bélico. En un primer momento, la balanza se decantó del lado de los Austria (victorias de Nördlingen y Breda). Pero la entrada en la guerra de Francia cambió las tornas. Las derrotas en Europa (las Dunas, Rocroi) y los problemas internos (Cataluña, Portugal, Nápoles…) llevaron a la firma de la Paz de Westfalia, por la que España reconocía la independencia de Holanda. Este tratado suponía la pérdida definitiva de la hegemonía de los Habsburgo en Europa. La guerra con Francia continuó hasta la firma del Tratado de los Pirineos con Francia, por el que España cedía el Rosellón y la Cerdaña.

Con Carlos II continuaron los enfrentamientos con Francia, que se saldaron con las pérdidas de zonas en los Países Bajos y del Franco-Condado, y se firmó el Tratado de Lisboa, por el que se reconocía la independencia de Portugal. España pierde su hegemonía y deja de ser la primera potencia europea.

La Evolución Económica y Social en el Siglo XVII

Se caracterizó por una crisis europea. Había muchas guerras, epidemias y hambre constantemente.

Hubo un descenso demográfico muy grande debido a la peste negra, el hambre, las bajas en la guerra, la poca natalidad, la expulsión de los moriscos y la emigración a América. Pasando a ser más fuerte la distribución de la población en las periferias de las ciudades que en las propias ciudades.

A nivel económico, la crisis afectó a todos los sectores. La agricultura con malas cosechas por el mal clima y la escasez de avances técnicos. La ganadería trashumante también encontró dificultades territoriales, disminuyendo la exportación de lana. La artesanía, controlada por los gremios, no podía competir con las fábricas extranjeras. El comercio disminuyó porque había más competencia con Francia, Inglaterra y Holanda. La plata de las Américas se agotaba al tiempo que subían los precios. Aumentó la deuda y la moneda española perdió mucho valor, ya que España entró en bancarrota. El campesinado, con penosas condiciones de vida, estuvo muy presionado, mientras la nobleza disfrutaba de sus privilegios, subiendo los impuestos a los señores. El clero aumentó en número como medida para salir de la pobreza para algunos, y aumentó el número de marginados.