Socialismo
Orígenes y Evolución
El Socialismo apareció como resultado de la Revolución Industrial. Lo que inicialmente surgió como un conjunto de movimientos sindicales fue cobrando rango de movimiento político.
Las Internacionales Obreras:
- La Asociación Internacional de los Trabajadores (Primera Internacional) fue la primera organización obrera que agrupó movimientos de distintos países, fundada en Londres en 1864.
- La Segunda Internacional se constituyó en 1889 por partidos socialistas que abarcaban desde la Socialdemocracia hasta el Marxismo.
- La Tercera Internacional (Comunista) se creó en 1919 en Moscú a partir de disidentes radicales de la anterior, marcando una escisión del socialismo.
La influencia permanente del Marxismo es perceptible en las dos últimas, con distintas variantes.
Crítica desde la Doctrina Social (Socialismo)
El juicio inicial en 1891 (época de gran influencia marxista) fue el siguiente:
«[…] trataban de acabar con la propiedad privada de los bienes, estimando que sería mejor que, en su lugar, todos los bienes fueran comunes y administrados por las personas que rigen el municipio o gobiernan la nación. Creen que con este traslado de los bienes de los particulares a la comunidad, distribuyendo por igual las riquezas y el bienestar entre todos los ciudadanos, se podría remediar el mal presente. Pero esta medida no solo era inadecuada para resolver la contienda, sino que incluso llegaba a perjudicar a las propias clases obreras; y es, además, sumamente injusta, pues ejerce violencia contra los legítimos poseedores, alteraba la misión del Estado y agitaba fundamentalmente a las naciones».
— León XIII, Rerum novarum, 2
Sobre esto, se emitió la siguiente valoración:
«Por lo tanto, cuando se plantea el problema de mejorar la condición de las clases inferiores, se debía tener como principio fundamental que la propiedad privada debía conservarse inviolable.»
La evolución del sector conocido como socialista o socialdemócrata fue constatada así en 1931:
«Este no solo profesaba la abstención de toda violencia, sino que, aunque no rechazaba la lucha de clases ni la extinción de la propiedad privada, en cierto modo las mitigaba y moderaba».
— Pío XI, Quadragesimo anno, 113
No obstante, seguía siendo perceptible una tendencia constante a realzar la presencia del Estado en la economía, en coherencia con sus orígenes.
Intervencionismo Estatal y Principio de Subsidiariedad
El patrón económico keynesiano, desarrollado desde 1936 y ampliamente asumido durante décadas, coincidió con una tendencia justificativa de la expansión de la actuación del Estado en el ámbito económico. Esto suponía un aval al intervencionismo.
La Iglesia siempre ha recalcado que el principio de subsidiariedad recuerda los derechos naturales de la sociedad frente al expansivo intervencionismo estatal.
El criterio sobre tal combinación aparece en la encíclica Octogesima adveniens de Pablo VI (puntos 31-36): se recuerda que en ambos casos se trata de ideologías con conceptos no coincidentes con los cristianos en cuestiones tan centrales como la concepción de la persona y la visión sobre la sociedad.
Comunismo
Aplicación y Crítica Inicial
El Comunismo, como forma extrema del Socialismo, empezó a aplicarse en Rusia desde 1917, constituyendo desde sus inicios un fracaso económico basado en la máxima coacción sobre las personas y la sociedad, con la eliminación general de la propiedad privada. Algo contra lo que la Doctrina Social de la Iglesia advirtió desde sus inicios.
Ya se advertía en 1937:
«[…] Hay que repetirlo: también en el campo económico es necesaria una moral, un sentimiento moral de la responsabilidad, que ciertamente no tienen cabida en un sistema cerradamente materialista como el Comunismo. Para sustituir este sentimiento moral no queda otro sustitutivo que el terrorismo que presenciamos en Rusia…».
— Pío XI, Divini redemptoris, 23
Causas de la Caída del Comunismo
Juan Pablo II rememoró las causas de su caída:
«Entre los numerosos factores de la caída de los regímenes opresores, algunos merecen ser recordados de modo especial».
— Juan Pablo II, Centesimus annus, 23
«El segundo factor de crisis es, en verdad, la ineficiencia del sistema económico, lo cual no ha de considerarse como un problema puramente técnico, sino más bien como consecuencia de la violación de los derechos humanos a la iniciativa, a la propiedad y a la libertad en el sector de la economía. A este aspecto hay que asociar la dimensión cultural y nacional. No es posible comprender al hombre considerándolo unilateralmente a partir del sector de la economía, ni es posible definirlo simplemente tomando como base su pertenencia a una clase social».
— Juan Pablo II, Centesimus annus, 24
Consecuencias y Reconstrucción
Con los siguientes resultados:
«En efecto, hace falta un gran esfuerzo para la reconstrucción moral y económica en los países que han abandonado el Comunismo. Durante mucho tiempo las relaciones económicas más elementales fueron distorsionadas y fueron zaheridas virtudes relacionadas con el sector de la economía, como la veracidad, la fiabilidad y la laboriosidad. Se siente la necesidad de una paciente reconstrucción material y moral, mientras los pueblos extenuados por largas privaciones piden a sus gobernantes logros de bienestar tangibles e inmediatos y una adecuada satisfacción…» [Texto incompleto en el original]
— Juan Pablo II, Centesimus annus, [Referencia no especificada en el original para esta parte]