La Sublevación Militar: Preparativos y Desarrollo
A principios de marzo de 1936, los factores que propiciaron los abundantes contactos entre altos mandos militares fueron:
- Las manifestaciones callejeras de los milicianos comunistas y socialistas uniformados, dando vítores a la Rusia comunista y exigiendo a Azaña la depuración del ejército y la creación de la milicia obrera armada.
- El arresto del general López Ochoa, de intachable historial republicano, al que la izquierda frentepopulista acusaba de ser el verdugo de Asturias.
- Los constantes insultos, agresiones de palabra y obra a militares de uniforme.
- Las continuas apelaciones a una revolución.
La más importante reunión se celebró el 8 de marzo. A ella acudieron los generales Mola, Franco, Varela, Fanjul, Orgaz y el teniente coronel Galarza. Tras 5 horas de reunión en la que Mola se muestra pesimista por la división del ejército, y Varela, Fanjul y Orgaz apuestan por una intervención militar rápida y por sorpresa, se acepta el criterio del general Franco: que la sublevación no tuviera fecha y se desencadenara solo en caso de que las circunstancias la hicieran absolutamente necesaria y que el alzamiento fuera por España. Los reunidos decidieron que el desterrado general Sanjurjo sería el jefe del alzamiento, Mola, la cabeza organizativa y el teniente coronel Galarza, presidente de la Unión Militar Española, el coordinador.
Tras la reunión, Franco salió para Canarias, pues había sido nombrado comandante militar de las islas. Mola salió para Pamplona, donde se encontró con una incipiente conspiración carlista, con la que inició contactos. En abril, tras la destitución de Alcalá Zamora, el general Queipo de Llano, que era su consuegro, se unió a la conspiración militar. Hasta el 12 de julio, Mola encontró importantes obstáculos, porque había muchos oficiales indecisos, entre ellos Franco, que no estaba dispuesto a sublevarse, y los carlistas navarros se negaban a cooperar porque querían imponer la bandera bicolor y la forma de gobierno monárquica.
La participación de Franco era fundamental, ya que mandaba el ejército de África, el cuerpo militar mejor preparado, con 50.000 hombres. Un acontecimiento despejó las dudas de Franco y de los indecisos: el secuestro y asesinato, en la madrugada del 13 de julio, de José Calvo Sotelo, diputado de las Cortes. En el hecho participaron un capitán de la guardia civil, Fernando Condés, al mando de miembros de la guardia de asalto y de las juventudes socialistas, que actuaron para vengar la muerte, en la tarde del 12 de julio, de un oficial de la guardia de asalto, el teniente José del Castillo, tiroteado por un falangista. El gobierno de Casares Quiroga impuso una censura total, ni siquiera intentó detener a los responsables, a quienes se ordenó que se ocultasen. Fernando Condés se trasladó a casa de la diputada socialista Margarita Nelken, que en las Cortes había exigido de forma pública la expansión de la violencia y el desorden.
El Inicio de la Sublevación
La sublevación comenzó en Melilla a las 5 de la tarde del 17 de julio. Al día siguiente, Franco emprendió el vuelo desde Canarias a Marruecos y llegó a Tetuán a las 7 de la mañana del día 19 de julio. El 18 de julio, la sublevación se extendía por casi toda España peninsular: Mola se imponía en Navarra; Queipo de Llano en Sevilla y Cabanellas triunfó en Zaragoza. Fanjul fracasó en Madrid y lo mismo le sucedió al general Goded en Barcelona. El objetivo de los militares sublevados era el establecimiento de un gobierno autoritario, presidido por el general Sanjurjo, para restablecer el orden público. Además, preveían un golpe breve. Sin embargo, el hecho de que la sublevación no triunfase ni fracasase rotundamente provocó la escisión de España en dos zonas, entre las cuales estalló una guerra civil.
El Cruce del Estrecho de Gibraltar
Un hecho determinante en estos primeros momentos fue el paso del estrecho de Gibraltar por las tropas del ejército de África. Primeramente, Franco organizó un puente aéreo con los escasos aviones españoles con que contaba en Marruecos y consiguió que sus tropas aterrizaran en Sevilla, Granada y Jerez. El 5 de agosto, un convoy naval, apoyado por una escuadrilla de aviones enviados por Mussolini, consiguió transportar desde Ceuta a Algeciras una importante cantidad de hombres y material de guerra, con los cuales Franco avanzó a través del sur de Extremadura, no pudiendo el gobierno republicano detenerlo, ya que la indisciplina reinaba en el ejército, dominado por las milicias políticas de los partidos de izquierda y los sindicatos, y en el que no existía la unidad de mando.
La Política Interna en los Dos Bandos Durante la Guerra
La Zona Republicana
Entre julio y septiembre de 1936, el estado republicano se vino abajo, pues el gobierno de José Giral, del partido de Azaña, armó a los sindicatos y partidos obreros, los cuales se dedicaron a crear organismos propios que funcionaban con total autonomía e independencia del gobierno, y favorecieron el avance de las tropas de Franco. A finales de septiembre de 1936, Franco había conseguido unir las dos zonas de la península que dominaban los sublevados. Además, se enzarzaron hasta muy avanzado 1938, en una gran polémica sobre qué hacer. La CNT y la FAI, el POUM y algunos sectores de la UGT eran partidarios de hacer la revolución en primer lugar. Los partidos republicanos, la mayoría del PSOE, el Partido Socialista Unificado de Cataluña y el PCE eran partidarios de ganar primero la guerra.
Los anarquistas y los comunistas trotskistas del POUM iniciaron una revolución social espontánea, mediante la expropiación y colectivización de industrias y tierras de cultivo. Esta experiencia fue especialmente intensa en Cataluña y Aragón y originó un caos económico. El gobierno de coalición del socialista Largo Caballero legitimó el proceso revolucionario. En mayo de 1937, el socialista Juan Negrín formó un nuevo gobierno para construir un estado centralizado y militarizado para ganar la guerra, acorde con las ideas de los comunistas, partidarios de reforzar la disciplina y posponer la revolución social. El gobierno de Negrín consiguió poner fin a la actuación revolucionaria de anarquistas y comunistas trotskistas catalanes. La creciente influencia de los comunistas se explica por la ayuda soviética y la probada eficacia de sus militantes.
La España Nacional
Los generales sublevados tuvieron un objetivo claro: ganar la guerra. Aunque en la España nacional había diversidad de tendencias políticas, todas fueron unificadas bajo el mando personal del general Franco. Por tanto, hubo unidad de acción, cosa que faltó en la España republicana. El general Sanjurjo, exiliado en Portugal, tenía que asumir el mando supremo de la España nacional, pero murió el 20 de julio al estrellarse la avioneta. El 24 de julio se formó en Burgos una Junta de Defensa Nacional, presidida por el general Cabanellas. Franco no entró en la junta hasta agosto.
Desaparecido Sanjurjo, Franco se convirtió en el candidato más cualificado para obtener la jefatura de la España nacional: había fundado la Legión, había dirigido la Academia Militar de Zaragoza, era superior en rango a Mola, mandaba el ejército de África y lo apoyaban alemanes e italianos. Así pues, el 1 de octubre de 1936 Franco fue nombrado en Burgos jefe del gobierno y generalísimo de los ejércitos. El 2 de octubre nombró una Junta Técnica de Gobierno. La junta tenía su sede en Burgos, y el cuartel general de Franco se estableció en Salamanca.
Para acabar con los enfrentamientos que existían entre monárquicos, carlistas, falangistas, Franco decretó en Salamanca, el 19 de abril de 1937, la unificación de todas ellas en un único partido, que se llamó Falange Española Tradicionalista y de las JONS. El jefe del partido sería Franco. Hubo oposición por parte del sector falangista que acaudillaba Manuel Hedilla, fue juzgado y condenado a muerte, si bien la condena se conmutó por la de prisión. Franco creó su primer gobierno en Burgos, en febrero de 1938. Este gobierno elaboró el Fuero del Trabajo. El fuero suprimía los sindicatos obreros de clase y la huelga, y creaba los sindicatos verticales o corporativos, en los que debían encuadrarse obligatoriamente empresarios y obreros. Como compensación a la falta de libertad sindical, el fuero imponía fuertes restricciones a los empresarios para poder despedir. Otras medidas adoptadas por este gobierno fueron: la devolución de las fincas expropiadas, la intervención sobre el precio de los cereales, el establecimiento de la censura de prensa, la derogación de las leyes de divorcio y matrimonio civil, el restablecimiento del catolicismo como religión oficial, la supresión del principio de coeducación y el establecimiento del crucifijo en las escuelas.
La Transición Política Española
Después de la muerte del general Franco, el 20 de noviembre de 1975, se planteaban en España tres posibles alternativas a seguir:
- La primera, la continuidad sin cambio del sistema político franquista.
- La segunda, era la denominada ruptura democrática, es decir, la disolución inmediata de las instituciones franquistas y la legalización de todos los partidos políticos sin excepción alguna.
- La tercera, realizar una reforma del sistema político a partir de las instituciones y las leyes franquistas, hasta alcanzar una situación de democracia plena.
El rey Juan Carlos I optó por la vía reformista, para no alarmar a los fieles seguidores de Franco. Confirmó como presidente del gobierno a Carlos Arias Navarro, pero nombró como presidente de las Cortes franquistas y del Consejo del Reino a Torcuato Fernández Miranda, su antiguo profesor de derecho, confiándole la tarea de transformar la dictadura en una democracia. Arias Navarro era partidario de la continuidad del franquismo a través de una democracia otorgada de la que quedarían excluidos los partidos nacionalistas y comunistas. Esto le llevó a un enfrentamiento con el rey. Arias Navarro, presionado por el rey, dimitió en julio de 1976. Juan Carlos I nombró entonces presidente del gobierno a Adolfo Suárez, un aperturista del régimen, de 44 años, que dirigió el proceso de la transición. Constituyó un gabinete con políticos franquistas jóvenes y con políticos democristianos que habían sostenido una oposición moderada frente al franquismo.
El gobierno de Suárez promovió la Ley para la Reforma Política, que establecía unas Cortes bicamerales. Se daba por hecho, aunque la ley no lo indicara explícitamente, que las nuevas Cortes tendrían carácter constituyente. El Congreso sería elegido por sufragio universal y una quinta parte de los miembros del Senado serían nombrados por el rey. La Ley para la Reforma Política fue debatida y aprobada mayoritariamente por las Cortes franquistas en noviembre de 1976 y aprobada en referéndum el 15 de diciembre de 1976, con un 94% de votos afirmativos; la abstención apenas alcanzó un 30%. Dado que la ruptura con el régimen franquista no había sido posible, los partidos de la oposición se incorporaron al proceso de la reforma política propiciada por el gobierno de Adolfo Suárez, decidiendo participar en las futuras elecciones. En abril de 1977, durante las vacaciones de Semana Santa, el gobierno de Suárez legalizó el PCE, que se comprometió a acatar la monarquía y renunció al uso de la bandera republicana.
El 15 de junio de 1977 tuvieron lugar las primeras elecciones democráticas. La Unión de Centro Democrático, el partido creado por Adolfo Suárez, triunfó con el 34% de los votos, seguido por el PSOE, con el 28,5% de los votos. En septiembre de 1977 fue restablecida la Generalidad de Cataluña y regresó del exilio su presidente, Josep Tarradellas. En octubre de 1977 se firmaban los Pactos de la Moncloa entre el gobierno, los partidos políticos y los sindicatos. Era el inicio de la política de consenso. Los pactos preveían reducir la inflación y acometer la reforma fiscal, de la seguridad social y de la empresa pública, y establecer aumentos salariales conforme a la inflación prevista más un incremento.