Tras el golpe del general Pavía y la disolución de las cortes en 1874 se estableció un gobierno provisional (en la práctica una dictadura, Serrano) que concentró todo su esfuerzo en frenar la rebelión cantonalista. La oposición republicana fue anulada y las asociaciones obreras prohibidas. Pero a finales de año la posición de Serrano ya era débil al tiempo que crecía el apoyo a Alfonso.