El cargo de valido no era institucional, sino fruto de un nombramiento. Su poder residía en la confianza que el
rey había depositado en una persona. Cuando esta confianza personal desaparecía, el valido perdía todo su poder. Este sistema de gobierno se tradujo en un distanciamiento muy grande entre el rey y sus vasallos y en la desconfianza de las oligarquías. El primero de estos validos fue el
duque de Lerma, principal líder político durante el reinado de Felipe III. Pero en 1618 perdíó
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