intransigentes, quienes alentaron la formación de cantones (gobiernos territoriales o pequeños Estados teóricamente independientes que se federaban libremente entre sí para culminar en una federación que abarcase todo el territorio nacional). El levantamiento cantonalista se inició en Cartagena y se extendió a Murcia y otros puntos de Levante y Andalucía, hasta que fueron sofocados por el ejército.
Esta situación (que se suma a las guerras carlista y de Cuba) reforzó el protagonismo del ejército y el progresivo deslizamiento de la mayoría republicana hacia posturas conservadoras.
Finalmente, en enero de 1874, se produjo el golpe de Estado del general Pavía, quien entró en el edificio de las Cortes y las disolvió. Aunque el régimen republicano siguió en vigor casi un año más: el poder pasó al general Serrano hasta que, el 29 de diciembre de 1874, el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto acabó con la República e impuso la restauración monárquica (con Alfonso XII, hijo de Isabel II).
EL SISTEMA POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN Y LOS ELEMENTOS OPOSITORES AL MISMO
La Restauración es el nombre que recibe la etapa de la historia de España desde 1875 (comienzo del reinado de Alfonso XII) hasta 1931 (proclamación de la II República), aunque suele reservarse este término para referirse al reinado de Alfonso XII y la regencia de María Cristina, es decir, hasta 1902 (fecha de comienzos del reinado de Alfonso XIII).
En 1875 se produjo la Restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II, tras el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto (29 dic 1974). Días antes (1 dic), el príncipe Alfonso había firmado el Manifiesto de Sandhurst, por el que se comprometía a respetar el constitucionalismo, el liberalismo y la religión católica.
EL SISTEMA POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN
El verdadero artífice del nuevo sistema fue Cánovas del Castillo, quien había dirigido el partido alfonsino durante el Sexenio democrático. Las bases del sistema político diseñado por Cánovas del Castillo fueron:
– La teoría de la constitución interna: por encima de los diferentes textos y doctrinas constitucionales están la monarquía y las Cortes, instituciones fundamentales de la historia de España. Por tanto, se entiende que la soberanía reside conjuntamente en las Cortes con el rey (no soberanía nacional).
– El turnismo
.- Cánovas se inspiró en el modelo del parlamentarismo británico, basado en la existencia de dos grandes partidos que aceptaban turnarse pacíficamente en el poder.
Este sistema político tenía como objetivo la defensa del orden social y de la propiedad.
Fue muy conservador a nivel político y, sobre todo, en materia económica y social. Sus apoyos sociales fueron la alta burguesía latifundista, industrial y financiera; la Iglesia católica; y los altos mandos del ejército (terminando así con los pronunciamientos como vía de acceso al poder).
El sistema político de la Restauración se concretó en la Constitución de 1876, la de mayor longevidad de la historia de España. Permaneció en vigor hasta 1931, aunque fue vulnerada y suspendida en varias ocasiones. Fue redactada por una comisión de notables controlada por Cánovas, y aprobada por unas Cortes elegidas por sufragio universal (con unas elecciones manipuladas). Los artículos referentes al monarca no se sometieron a la discusión de las Cortes Constituyentes, bajo el pretexto de que la monarquía era anterior y superior a la Constitución. La Constitución de 1876 tiene un carácter doctrinario y conservador:
– Soberanía compartida por el rey y las Cortes.
– Amplias atribuciones de la Corona. El rey elige al jefe del gobierno y los ministros, puede disolver las Cortes, tiene derecho de veto, iniciativa legislativa y el mando supremo del ejército.
– Poder ejecutivo.- El rey y su gobierno.
– Poder legislativo.- Rey y Cortes. Sistema bicameral: Senado (senadores por derecho propio, por designación real y elegidos por corporaciones y mayores contribuyentes) y Congreso de los Diputados (el tipo de sufragio no se incluye en la Constitución; la ley electoral de 1878 impuso el sufragio censitario, el 5% de la población; en 1890 se estableció el sufragio universal masculino, el 27%).
– Carácter centralista.- Bajo control del Gobierno quedan ayuntamientos y diputaciones.
– Derechos y deberes.- Su concreción se remitió a leyes ordinarias, que tendieron a restringirlos.
– La religión católica es la religión oficial del Estado. Las otras confesiones religiosas son toleradas, pero sin culto ni manifestaciones públicas,
Uno de los pilares de este sistema fueron los partidos dinásticos (monárquicos constitucionales):
– El Partido Liberal Conservador (Partido Conservador)
, liderado por Cánovas.
– El Partido Liberal Fusionista (Partido Liberal), liderado por Sagasta.
No eran partidos de masas, sino partidos de notables. Había escasas diferencias ideológicas entre ambos: el Partido Conservador defendió el sufragio censitario y la restricción de las libertades; y el Partido Liberal logró establecer el sufragio universal masculino y mayores libertades.
Estos dos partidos se alternaban en el poder (turnismo
). El proceso era el siguiente: cuando el partido en el poder se desgastaba, el rey destituía al presidente del Gobierno y nombraba en su lugar al jefe del partido en la oposición, se disolvían las Cortes y se convocaban elecciones, que, manipuladas, eran ganadas por este partido. Cada partido esperaba su turno para acceder al poder y se comprometía a respetar la obra legislativa de su predecesor. El régimen canovista (como antes el régimen isabelino) era una democracia al revés: en lugar de ser los ciudadanos los que elegían a sus Gobiernos, eran éstos los que, por manipulación electoral, establecían la composición del Parlamento.
La manipulación electoral era obra del ministerio de la Gobernación, los gobernadores civiles y las personalidades locales (caciques), utilizando
– El encasillado (consiste en designar previamente quiénes han de ser elegidos) y
– El pucherazo (adulteración de los resultados electorales).
Los caciques eran personas influyentes en un territorio (sobre todo, en el ámbito rural), y actuaban de intermediarios entre los pueblos y comarcas y las autoridades del Estado (agilizaban trámites, proporcionaban trabajo, repartían favores…); los caciques controlaban los votos, según las directrices recibidas desde el ministerio y el gobernador civil, y, a cambio, obtenían beneficios para su zona.
LA OPOSICIÓN AL SISTEMA
El sistema canovista era monárquico, constitucional, centralista y burgués. Por tanto, quedaron fuera del sistema y, por tanto, en la oposición, los carlistas (anticonstitucionales), los republicanos (antimonárquicos), los nacionalistas (anticentralistas), y los anarquistas y socialistas (antiburgueses).
–
Carlistas
– Muy divididos tras su derrota en la Tercera Guerra Carlista (1876) y, sin el apoyo absoluto de la Iglesia católica, quedaron reducidos prácticamente a Navarra y País Vasco.
–
Republicanos
– Muy divididos también, lo que les dificultó llegar a la ciudadanía; sin embargo, en la década de los noventa mejoraron sus resultados electorales gracias a la implantación del sufragio universal.
–
Regionalistas y nacionalistas
– El regionalismo pretendía un cierto nivel de autogobierno en una región determinada, estableciendo como límite lo que afectase a la soberanía de España como Estado. Se emplea nacionalismo cuando se desborda este límite, aunque no significa necesariamente independentismo, ya que el ejercicio de la soberanía puede llevar a un pueblo a optar libremente por integrarse en España. El nacionalismo prendió sobre todo en Cataluña y el País Vasco (con lenguas propias, mayor desarrollo industrial y una burguesía poderosa que defendía el proteccionismo frente al librecambio del Gobierno de Madrid).
o El nacionalismo catalán:
En 1891 se funda la Unió Catalanista, de carácter conservador y católico, cuyo ideario se recoge en las Bases de Manresa (1892), documento que reclama el autogobierno para Cataluña. En 1901 se crea la Lliga Regionalista.
o El nacionalismo vasco:
Surgió sobre todo por la abolición de los fueros vascos tras la Tercera Guerra Carlista. La figura fundamental es Sabino Arana. Criticó la industrialización y defendió el catolicismo antiliberal, la raza vasca frente a los
inmigrantes, y la reivindicación de los fueros y la independencia para Euskalerría. En 1895 se funda el Partido Nacionalista Vasco.
o Otros regionalismos:
Fueron más débiles y tardíos. En Galicia, Andalucía y Valencia.
–
El movimiento obrero
– Estuvo dividido en dos grandes tendencias:
o El anarquismo:
Era contrario a la participación política. Se escindió en varios grupos: catalanes, andaluces, los partidarios de los sindicatos legales y los que apostaron por el terrorismo. Fueron reprimidos duramente en Andalucía (por su supuesta vinculación con los atentados de la Mano Negra) y Cataluña.
o El socialismo:
En 1879 se funda el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), aunque no consigue su primer diputado (el fundador, Pablo Iglesias) hasta 1910. En 1888 se crea el sindicato socialista, la Unión General de Trabajadores (UGT).
LA EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LA RESTAURACIÓN
Reinado de Alfonso XII (1875-1885)
El primer objetivo fue la pacificación interna y externa.
El movimiento cantonalista había sido sometido, pero persistían la tercera Guerra Carlista y la Guerra de Cuba. La primera finalizó en 1876 (el País Vasco conservó la autonomía fiscal, pero se suprimieron sus fueros e instituciones). La de Cuba terminó en 1878 (con unas promesas de reforma incumplidas por parte del gobierno español que provocarían la guerra definitiva de 1895-1898).
Se sucedieron en el poder, de modo pacífico, los conservadores y los liberales
Las principales medidas tomadas por los gobiernos conservadores fueron la ley electoral de 1878 (sufragio censitario); las limitaciones a la libertad de reunión, de asociación, de imprenta y de cátedra; leyes para reforzar el centralismo político-administrativo… Los gobiernos liberales ampliaron las libertades, aunque hubieron de hacer frente a protestas y disturbios protagonizados por obreros, republicanos y anarquistas.
Regencia de María Cristina (1885-1902)
La prematura muerte de Alfonso XII dejó la regencia en manos de su viuda, embarazada del que sería Alfonso XIII. Cánovas y Sagasta firman el Pacto de El Pardo, acuerdo por el que se comprometieron a sostener la regencia, facilitar el relevo en el Gobierno y respetar la legislación que cada uno de ellos aprobase en el ejercicio del poder. Los liberales aprobaron una serie de leyes fundamentales de su programa: legalización de las asociaciones obreras (1887), sufragio universal masculino (1890), Código Civil (1889)… Lo más importante de este período fue la guerra colonial y la crisis del 98.
La Guerra de Cuba (1895-1898) se inició con una sublevación independentista, que fue intentada sofocar por las tropas españolas. Pero, en 1898, el hundimiento del acorazado estadounidense Maine sirvió de motivo a Estados Unidos para declarar la guerra a España. También estalló la Guerra de Filipinas (1896-1898). En ambos escenarios la flota española fue destruida por la norteamericana, en una guerra breve. Por el Tratado de Paz de París (10 dic 1898), España reconocía la independencia de Cuba, y cedía a Estados Unidos Puerto Rico y las Filipinas. El desastre del 98 tuvo para España importantes consecuencias demográficas, económicas, políticas y culturales.
Reinado de Alfonso XIII (1902-1931)
El sistema político se fue deteriorando (Semana Trágica de Barcelona, 1909) hasta la gran crisis de 1917; hasta 1923, la crisis se fue generalizando, lo que propició el golpe de Estado del general Primo de Rivera, quien impuso una dictadura (1923-1930), aunque manteniendo la monarquía