La crisis del reinado de Carlos IV había demostrado que era imposible modernizar el país por la vía del reformismo ilustrado. La Guerra de la Independencia ratifica la quiebra del Antiguo Régimen. Durante la guerra contra los franceses, el pueblo español adquirió conciencia de su identidad nacional y de soberanía. Las ideas liberales penetraron con fuerza y el país vivió su primera experiencia constitucional. Mientras la Junta, asediada en Cádiz, daba paso a un Consejo de Regencia, se celebraron las elecciones en medio de muchas dificultades. Se inauguraron sesiones y el Consejo entregaba toda la autoridad a las Cortes, consumando así el proceso revolucionario. La composición de las Cortes fue variando con el tiempo. Muchos de los diputados sufrieron penalidades para poder llegar a Cádiz, y se adoptó la solución de que fueran sustituidos aquellos que no pudieron atravesar las líneas francesas. La mayoría procedía de las capas medias urbanas: funcionarios, abogados, comerciantes, miembros de la aristocracia y eclesiásticos. En general, predominaban las opiniones liberales, sobre todo al principio, puesto que entre los refugiados en Cádiz abundaban los partidarios de las reformas. El ambiente revolucionario y patriótico de Cádiz, la ciudad más cosmopolita del país y símbolo de la resistencia, permitió que el ideario liberal pudiera concretarse en la Constitución de 1812. Ya en la sesión inaugural, los diputados proclamaron que representaban la soberanía nacional, afirmaron el carácter constituyente de las Cortes y emprendieron la elaboración de una constitución como tarea fundamental. El 19 de marzo de 1812 queda aprobada la primera carta magna de la historia de España.
La Constitución de 1812
El poder ejecutivo lo ejerce el rey, que nombra libremente a sus secretarios y no pueden ser cesados por las Cortes. No hay control parlamentario del gobierno. En un largo artículo se recogían hasta doce limitaciones a la autoridad real: el monarca no podía suspender o disolver las Cortes, abdicar o abandonar el país sin permiso de ellas, llevar una política exterior no supervisada por la cámara, contraer matrimonio sin su permiso o imponer tributos. El poder legislativo reside en las Cortes con el rey. Las leyes las hacen las Cortes, y el rey las promulga y sanciona, pero también dispone de veto: puede suspender las leyes por dos veces en un periodo de dos años. Se establece que las Cortes sean unicamerales y elegidas por sufragio universal indirecto de los varones mayores de 25 años. Solo pueden ser diputados quienes tributen a la hacienda una cierta cantidad. En cuanto al poder judicial, corresponde a los tribunales, y se reconocen dos fueros especiales: el militar y el eclesiástico. La Constitución reconocía expresamente la confesionalidad del Estado y la exclusión de la religión católica. Se establecía también un ejército permanente bajo la autoridad de las Cortes. Respecto a la administración del Estado, el país se divide en provincias y se establece la elección popular de los alcaldes.
Además de la Constitución, los diputados de Cádiz llevaron adelante una importante legislación ordinaria que complementó las decisiones incluidas en el texto constitucional. Se decretó también la eliminación del mayorazgo y se declaró la libre propiedad. Fueron suprimidos los gremios, al tiempo que se establece la libertad de trabajo, de producción, de contratación y de comercio. Se estableció la libertad de imprenta, al servicio de la opinión pública, aunque se excluían las cuestiones religiosas. Las Cortes aprobaron una abundante legislación religiosa y se eliminó la Inquisición. Por último, se puso en marcha la desamortización de bienes de propios y baldíos con el fin de amortizar deuda y recompensar a los militares retirados. Pero la mayor parte de estas disposiciones fue derogada, al restablecerse el absolutismo.
El Retorno del Absolutismo y el Trienio Liberal
A su retorno a España, Fernando VII manifestó rápidamente cuáles eran sus intenciones. Las instituciones de las Cortes para que se dirigiera a Madrid fueron desobedecidas. El rey se dirigió a Valencia y allí desencadenó un golpe de Estado, mediante un real decreto que suprimió las Cortes, declaró nula toda actuación y, por tanto, abolió la Constitución. El general Elío fue enviado a Madrid con orden de tomar la sede de las Cortes y más tarde el rey entraba en Madrid. El golpe de Estado fue posible gracias al apoyo prestado por parte del ejército, de la nobleza y del clero, expresado en el Manifiesto de los Persas. En él se defendía la vuelta al Antiguo Régimen, al absolutismo real y a la alianza del altar y del trono. El golpe de Estado también tuvo el respaldo de un pueblo llano que creyó firmemente en Fernando. Además de la Constitución, fueron suprimidas las leyes desamortizadoras, la libertad de imprenta y la reforma de los impuestos. Se restituyeron los privilegios de la nobleza y de la Iglesia. Se restableció la Inquisición. Consecuencia directa tras el golpe de Estado fue la represión. Fernando gobernó en permanente inestabilidad política. La situación económica era desastrosa. Tras el largo periodo de guerras se produjo una caída de los precios gracias a una racha de buenas cosechas. Además, el país estaba devastado, la producción industrial hundida y el comercio paralizado por la pérdida colonial. Pero el problema más grave era la quiebra financiera del Estado. Eran conscientes de que la causa venía de los propietarios que eran dueños de la mayor parte de las tierras del país y no pagaban impuestos. Pero ni los privilegiados ni el rey estaban dispuestos a cambiar la situación. La situación de los campesinos se agravó por las medidas tomadas. El descontento se extendió también en las ciudades. La represión, el hundimiento del comercio colonial y el paro afectaban a los grupos burgueses. El ejército también se vio perjudicado. Poco a poco se reorganizó el movimiento clandestino liberal. Surgieron círculos secretos en las principales ciudades. Establecieron contacto con los exiliados y empezaron a organizar conspiraciones. Tras varios pronunciamientos sin éxito, el comandante Riego, se pronunció con éxito en favor de la Constitución. Riego contaba con el apoyo de guarniciones y sobre todo de los campesinos. Obligaron a Fernando a restablecer la Constitución de Cádiz.
El Trienio Constitucional
El periodo del Trienio Constitucional se caracterizó por la agitación política permanente. En primer lugar, la propia división entre los liberales. Por un lado, estaban los moderados, partidarios de un gobierno fuerte, de una libertad de prensa limitada, del sufragio censitario, de la defensa de la propiedad y del orden social. En las Cortes eran minoría. Por otro lado, estaban los radicales. Eran partidarios de una aplicación avanzada de la Constitución: control parlamentario del gobierno, sufragio universal, libertad de opinión y menor hincapié en la defensa del orden y de la propiedad. Mayoría en las Cortes. Una segunda fuente de inestabilidad la constituyó la actitud involucionista del rey. Mantuvo a ministros absolutistas y se enfrentó a las Cortes varias veces.
A lo largo de estos años las Cortes aprobaron una nueva legislación reformista. En primer lugar, se adoptaron medidas de reforma agraria. Pero la mayor parte de ellas beneficiaron más a los propietarios que a los campesinos. La política religiosa de las Cortes estuvo marcada por el anticlericalismo y la defensa de la autoridad del Estado. Se exigió a los clérigos que juraran la Constitución. Volvieron a suprimir la Inquisición. Pero la medida más dura fue la ley de supresión de monacales, por la que se disolvían todos los conventos y se desamortizaban sus bienes para venderlos y amortizar deuda. Las Cortes también abordaron la reforma militar, para mejorar la institución, los salarios y el sistema de ascensos. La reforma educativa se concretó en la secularización de la enseñanza, su extensión y su ordenación en tres niveles. Por último, se intentó abordar el problema de la hacienda. Se devaluó la moneda, se recortaron gastos y se pidieron créditos al extranjero.
El Fin del Trienio y la Crisis Sucesoria
El fin de la experiencia liberal se precipitó por la acción contrarrevolucionaria y por la intervención exterior. Se produjo un intento de insurrección contrarrevolucionaria, pero fue sofocado por el ejército, y se formó entonces un gobierno radical, que se dedicó a vigilar al rey. Las potencias europeas habían decidido, en el Congreso de Verona, una intervención militar para acabar con el gobierno liberal. Se encomendó a Francia la operación militar y un ejército llamado los Cien Mil Hijos de San Luis, entró en España con el apoyo de voluntarios españoles. Sin apenas resistencia recorrieron la península y se le fue devuelto al rey su poder absoluto. Se reanudó la represión, pero la vuelta del absolutismo no fue idéntica a la anterior. Era ya evidente que había que introducir cambios si se quería mantener el Antiguo Régimen. Se empezó creando un consejo de ministros, se recortaron gastos y se introdujo un presupuesto para controlar la hacienda. Se mantuvo la abolición de la Inquisición y Fernando se mantuvo alejado de los absolutistas. El país continuó sumergido en el caos económico y volvieron a producirse conspiraciones liberales, pero fueron abortadas. Se desencadenó la crisis sucesoria, pues Fernando no había tenido descendencia. Contrajo matrimonio con su sobrina que se quedó embarazada a los pocos meses. Fernando quiso garantizar la descendencia de su hijo o hija y publicó una Pragmática Sanción que eliminaba la Ley Sálica. Don Carlos consideró la medida ilegal y atentaba sobre sus derechos al trono. Tras el nacimiento de la princesa Isabel, frente a los carlistas se formó un sector de absolutistas moderados y liberales. Se desencadenaron los sucesos de La Granja, cuando en el lecho del rey consiguieron que este firmara la supresión de la Pragmática. Pero el rey se restableció y volvió a ponerla en vigor. La reina María Cristina fue autorizada a presidir el gobierno. Carlos se trasladó a Portugal. Más tarde Fernando moriría y comenzaría la regencia de María Cristina.