Transformación de España: Desarrollismo, Cambios Sociales y Políticos (1959-1975)

Los Planes de Desarrollo (1964-1975)

Entre 1964 y 1975, después del Plan de Estabilización con el que se habían superado los dificilísimos años de la prolongada posguerra, se llevaron a cabo tres planes de desarrollo económico. Estos provocaron un potente crecimiento de la economía, con aumentos medios anuales del PIB de más del 7%. A esos años se les conoce como desarrollismo. Buena parte del éxito de los planes estuvo basado en una balanza comercial estructuralmente desequilibrada, cuyo déficit se compensaba con las remesas de la emigración española a Europa y con los ingresos por turismo. La industrialización contó con la existencia de los denominados polos de desarrollo: zonas de preferente instalación de empresas industriales, como Valladolid y Vigo (donde se instalaron fábricas automovilísticas de Renault y Citroën respectivamente), Puertollano (refinería), etc.

Evolución política en los años 60

Pese a los profundos cambios económicos y sociales de la década de los sesenta, el inmovilismo y la ausencia de cambios importantes caracterizaron a la política del período. No obstante, se pueden reseñar algunos elementos nuevos que posteriormente tendrían gran trascendencia:

  • La renovación de la Iglesia Católica en el Concilio Vaticano II propició el alejamiento de la Iglesia y el régimen franquista. Las tensiones fueron crecientes entre los que habían sido estrechos aliados.
  • Resurgimiento de las tensiones nacionalistas y aparición del terrorismo de ETA. En 1959, un grupo de jóvenes abandonaron el PNV y crearon ETA. Esta nueva organización nacionalista radical optó por aplicar tácticas terroristas.
  • Aumento de los conflictos laborales. Las reivindicaciones obreras y las huelgas fueron pasando poco a poco de cuestiones laborales (salarios, jornada de trabajo) a la denuncia política (libertades sindicales y políticas).

La respuesta del régimen a cualquier disidencia siguió siendo puramente represiva. El régimen aplicó pequeños e insuficientes cambios legislativos, que no cambiaron para nada su esencia dictatorial:

  • La Ley de Prensa de 1966, aprobada por el entonces ministro de Información, Manuel Fraga, aunque levantó algo la presión de la censura, no significó ningún avance significativo.
  • La Ley Orgánica del Estado de 1966, última de las Leyes Fundamentales del Movimiento, que no trajo ningún cambio de interés.
  • Forzado por su avanzada edad, Franco tuvo finalmente que designar un sucesor. En 1969, Juan Carlos de Borbón, nieto de Alfonso XIII, fue designado sucesor «a título de Rey».

Los cambios sociales

Si durante la primera etapa de la dictadura franquista (1939-59), la sociedad española sufrió un retroceso respecto de la época republicana, desde 1959 vivió transformaciones profundas. A finales de los años 60, la sociedad española ya era mayoritariamente urbana, había variado la estructura de clases, había modificado sus pautas de conducta y había mejorado el nivel educativo y sanitario. España entra en la sociedad de consumo (televisión, turismo, Seat 600, etc.) y aparece un incipiente Estado de bienestar (Ley de Bases de la Seguridad Social de 1963). En este contexto, hay que mencionar también el progreso de la laicización y el retroceso definitivo del poder ideológico de la Iglesia.

Este proceso de modernización requirió un cambio de mentalidad, en el que tuvo mucho que ver el propio desarrollo económico y, en alguna medida, el contacto con los turistas europeos que nos visitaban.

Sin embargo, este proceso de modernización no se hizo sin problemas: el éxodo del campo a la ciudad y las migraciones al extranjero, principalmente Europa, produjeron desequilibrios demográficos y económicos entre unas regiones y otras y entre el campo y la ciudad; los salarios eran aún bajos y los servicios públicos deficientes; la política de vivienda fue un fracaso, etc.

. La consolidación del régimen. Las transformaciones económicas: de la autarquía al desarrollismo. Los cambios sociales.

La autarquía (1939-1959)

La no intervención de España en la Segunda Guerra Mundial la distanció de los planes europeos de recuperación y la dejó en una situación de completo aislamiento. En el período posterior a la Guerra Civil, los esfuerzos internos se dirigieron hacia la reconstrucción del país, especialmente de edificios y medios de transporte, al mismo tiempo que se instituía una política de racionamiento para cubrir las necesidades mínimas de subsistencia.

Tras la Guerra Civil, pues, España adoptó un modelo de desarrollo interior conocido como autarquía, cerrando sus fronteras a la entrada de mercancías, servicios y capital extranjero. Este concepto de política económica se vio condicionado por la siguiente consideración: España no había participado en la Segunda Guerra Mundial, pero tenía una cierta afinidad política con los países derrotados, por lo que se vio sometida a un aislamiento político. Sin embargo, el diseño de la política económica se basó en la convicción de que la economía española tenía los recursos necesarios de producción, sin tener que depender de otros países, para satisfacer todas las necesidades sociales y además conseguir un desarrollo económico.

Este proteccionismo fue acompañado de una fuerte intervención estatal, tanto en el proceso de establecer precios y tipos de interés, como por su participación en la industria a través del Instituto Nacional de Industria (INI), compañía pública que asumió la responsabilidad del desarrollo industrial (por ejemplo, mediante la creación de la fábrica de automóviles SEAT).

Esta política económica estaba destinada al fracaso porque España no poseía suficiente materia prima ni tecnología, y su alcance no permitió el desarrollo de negocios lo suficientemente grandes para ser competitivos y capaces de exportar y generar capital para importar los materiales necesarios para el crecimiento de la economía española. Por otra parte, los empresarios se beneficiaron de la paz social impuesta por el régimen, que prohibió los sindicatos y el derecho de huelga. La clase trabajadora, en cambio, vio reducido su poder adquisitivo, pues aunque subieron los salarios, lo hicieron más los precios. Es decir: la autarquía aumentó las desigualdades sociales y supuso un empobrecimiento general.

Todo ello llevó a un radical cambio de estrategia que fue formulado en el Plan de Estabilización de 1959.

El Plan de Estabilización de 1959

En 1958, tras unas primeras medidas para atajar el alza de precios y el déficit, España entra en el FMI y en el Banco Mundial tras dar garantías de que se estaba preparando un plan de reforma económica. La reforma económica, financiada por ambos organismos y por EEUU, se aprobó en 1959 (Decreto-ley de nueva Ordenación Económica). Se trataba de un Plan de Estabilización, obra del ministro Laureano López Rodó, que pretendía liberalizar la economía mediante la supresión de trabas burocráticas, la reducción de salarios y de dinero en circulación, el recorte del gasto público y la apertura de la economía española a inversiones internacionales. El objetivo era sentar las bases para el crecimiento económico y la industrialización que unieran a España con la economía mundial.

Resultados del plan: tras el previsto parón económico de 1959-1960 (caída de precios, de salarios, de consumo, migraciones, reducción del déficit y acumulación de capitales), a partir de 1969 se relanzó la economía: creció a un ritmo muy alto, sobre todo el sector industrial y el de servicios, lo que permitió la modernización y afectó mucho a la sociedad: emigración de los campesinos a las ciudades, emigración a los países europeos, impulso de la mecanización en el campo, despoblamiento interior, etc. Por otra parte, la llegada masiva de inversiones extranjeras y la dependencia del exterior se pudo contrarrestar gracias a la llegada del turismo, a la entrada de inversiones extranjeras a largo plazo y a las remesas de dinero que enviaban los emigrantes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *