La Transformación Económica de España en el Siglo XIX
Industrialización Tardía y Desequilibrada
La Revolución Industrial se define como el conjunto de cambios en la producción y el consumo de bienes, resultado de la incorporación de maquinaria. A diferencia de otros países europeos, España no experimentó una revolución agrícola previa, lo que provocó el estancamiento de su agricultura. Durante el siglo XIX, se impulsó la industrialización para transformar la estructura económica agraria en una basada en la industria y el comercio. Este proceso se concentró principalmente en el sector textil algodonero catalán, gracias a la iniciativa de la burguesía catalana, mientras que el resto de España permaneció escasamente industrializado. La incorporación de España a la Revolución Industrial fue tardía, incompleta y desequilibrada en comparación con países como Reino Unido, Francia o Bélgica.
El Carbón y la Industria Siderúrgica
Uno de los cambios característicos de la Revolución Industrial fue el uso del carbón como fuente de energía. En España, hasta mediados de siglo, las principales fuentes de energía eran la fuerza humana y animal, y en menor medida, la hidráulica y eólica. El consumo de carbón creció desde mediados de siglo, estimulado por la red de ferrocarriles, la navegación a vapor y la industrialización. Sin embargo, España estaba en desventaja, ya que el carbón era escaso, de mala calidad y caro de extraer. La falta de buen carbón y de demanda suficiente explica el difícil desarrollo de la industria siderúrgica, cuyo verdadero despegue se inició a finales de siglo en torno a Bilbao (Altos Hornos de Vizcaya). Aunque España era rica en hierro, plomo y cobre, la explotación minera no alcanzó su apogeo hasta el último cuarto de siglo debido a la falta de capitales, conocimientos técnicos, demanda insuficiente y una legislación de minas que obstaculizaba la iniciativa privada.
Causas del Fracaso de la Revolución Industrial Española
Entre las causas del fracaso de la Revolución Industrial española se encuentran:
- Inestabilidad política.
- Estancamiento de la agricultura.
- Debilidad del mercado interior español.
- Escasez de capitales españoles destinados a nuevas industrias.
El resultado fue un desarrollo industrial limitado y poco competitivo, lo que llevó a los gobiernos españoles a optar por el proteccionismo, ante las demandas de los fabricantes de algodón catalanes, los cerealistas castellanos y los industriales siderúrgicos vascos.
Proteccionismo vs. Librecambismo
Frente a los partidarios del proteccionismo estaban los defensores del librecambismo, quienes consideraban que el Estado debía intervenir lo menos posible en la economía. La política arancelaria en España pasó de un fuerte proteccionismo inicial (prohibición de importación de artículos) a una reducción paulatina a mitad de siglo, hasta una política relativamente librecambista con el Arancel Figuerola de 1869 (que no prohibía la importación de ningún producto, aunque reducía las tarifas aplicadas a las importaciones) y un retorno al proteccionismo durante la Restauración.
La Revolución del Transporte: El Ferrocarril
España se encontraba en desventaja en cuanto a transporte en comparación con otros países europeos. El transporte interior, tanto terrestre como fluvial, se veía obstaculizado por la orografía peninsular, fragmentando a España en mercados aislados. Desde mediados de siglo, se inició un programa de construcción de carreteras y se mejoraron los medios de transporte, pero la auténtica revolución fue el ferrocarril. Las ventajas del ferrocarril eran su superior capacidad de carga, velocidad y seguridad. Las primeras líneas fueron Barcelona-Mataró y Madrid-Aranjuez, aunque el impulso constructor se desarrolló a partir de la Ley de Ferrocarriles de 1855. Esta ley facilitó la creación de sociedades para la construcción y explotación, previendo subvenciones, exención de aranceles a materiales importados y permitiendo la entrada de capitales extranjeros (principalmente franceses). El resultado fue un rápido crecimiento hasta la crisis de 1866, que llevó a la quiebra de muchas compañías ferroviarias por falta de rentabilidad, arrastrando a bancos y sociedades de crédito. El último impulso constructor del siglo XIX comenzó con la Restauración y coincidió con el desarrollo de la minería, conectando las zonas mineras con el resto del país. Se creó una red radial en torno a Madrid con un ancho de vía de 1,67 metros, mayor que el europeo de 1,44 metros, debido a la creencia de que las máquinas debían ser más potentes para superar la difícil orografía española.
Consecuencias de la Construcción del Ferrocarril
- La industria siderúrgica española no se benefició de su construcción, ya que gran parte del material fue comprado a empresas belgas, francesas e inglesas.
- Su expansión contribuyó a la consolidación de un mercado nacional, uniendo centros productores con centros de consumo, aunque a finales del siglo XIX aún no se había alcanzado un mercado interior único y bien articulado.
Modernización del Sistema Monetario y Bancario
Finalmente, durante el siglo XIX se modernizó el sistema monetario con la implantación de la peseta como única unidad monetaria. Al mismo tiempo, se inició la implantación de un nuevo sistema bancario. A partir de las leyes bancarias de 1856, relacionadas con la ley de ferrocarriles, surgieron numerosos bancos y sociedades de crédito.