Transformación Económica en España (1833-1874): Vapor, Carbón y Ferrocarril

La Primera Revolución Industrial en España (1833-1874)

España experimentó un proceso de transformación económica, modernización y aceleración industrial cuyos signos distintivos fueron el vapor, el carbón, las máquinas, la fábrica y el ferrocarril. Entre 1833 y 1874, los distintos gobiernos impulsaron la liberalización de todos los sectores productivos y facilitaron la entrada de capitales e inversiones extranjeras, contribuyendo así al desarrollo de los negocios y a la expansión de una economía de mercado capitalista. Con todo, no se llevó a cabo la tan cacareada Revolución Industrial de manera completa.

Obstáculos a la Industrialización

La incorporación de España a la Revolución Industrial fue más tardía, lenta, incompleta y desequilibrada en comparación con otros países europeos. La industrialización se concentró sobre todo en Barcelona, Bilbao, Oviedo, Gijón y Málaga. Algunos de los obstáculos que ralentizaron el proceso de desarrollo fueron:

  • La propia evolución política, con guerras civiles y conflictos revolucionarios.
  • La pérdida de territorios americanos, fuente de materias primas y mercado donde se vendían productos españoles.
  • Las condiciones geográficas: un clima duro, ausencia de una red de canales fluviales que encarecía el transporte y dificultaba las comunicaciones. Solo la red portuaria garantizaba una buena comunicación de mercados.
  • La escasez de materias primas y fuentes de energía y su dispersión geográfica, que hacía costosa la producción. También, la escasez de carbón de mala calidad, la necesidad de importar hierro o la importación de algodón influyeron en el desarrollo.
  • La falta de capitales nacionales, que impidió una inversión para cambiar las técnicas de producción. El capital agrario español, en vez de ser invertido en industria, se dedicó a la compra de deuda pública y a la adquisición de tierras por la desamortización. Se dependió del extranjero para la construcción del ferrocarril y el despegue siderúrgico del Norte.
  • La debilidad del sistema financiero español hacía muy difícil el asentamiento del crédito, con lo que los inversores tenían que arriesgar su patrimonio personal.
  • La insuficiencia del mercado interior, a causa de la baja capacidad adquisitiva y de consumo por parte de la población.
  • El papel del Estado, cuya política proteccionista que imponía elevados impuestos aduaneros y prohibía la importación de productos como el algodón, la lana y los cereales, impidió el desarrollo de la competencia capitalista.

El Boom Ferroviario

El ferrocarril transformó los transportes terrestres en España. Este nuevo medio modificó por completo las comunicaciones y para su construcción fue necesario extraer cantidades de carbón, invertir mucho dinero para producir toneladas de hierro y contratar miles de trabajadores. Sirvió de arrastre a la industria siderúrgica, la minería y el comercio.

La primera línea ferroviaria realizada en España fue Barcelona-Mataró en 1848 y la segunda unió Madrid con Aranjuez en 1851. La Ley General de Ferrocarriles de 1855 aceleró la construcción de líneas ferroviarias.

Se formaron tres grandes grupos participados por la banca francesa de las familias de Pereire, Rothschild y Prost. Entre 1856 y 1866 se construyeron 4700 km, lo que da una idea del boom ferroviario que hubo en aquellos años. La crisis financiera de 1866 paralizó la construcción, mientras que en Francia o Alemania en esa misma fecha la red alcanzaba los 18000 km.

Las principales características del ferrocarril fueron:

  • El trazado radial de las líneas.
  • El ancho de vía fue más ancho que el resto de países por el temor de que pudiera ser utilizado por un ejército invasor extranjero.
  • La construcción se realizó mediante concesiones gubernamentales a empresas privadas ya que el Estado carecía de los recursos. La utilización de materiales de baja calidad en las construcciones provocó una deficiente infraestructura viaria que se estropeaba a menudo y hacía necesarios continuos gastos en reparaciones.

La Minería

La explotación de los yacimientos mineros españoles se intensificó durante los primeros años del XIX y el gobierno aprobó durante el Sexenio una legislación que cambió este sector: la explotación y comercialización de los yacimientos quedó en manos de empresas privadas a cambio de pagar una tasa por valor equivalente al 1% del mineral extraído. Las minas pasaron a ser controladas por poderosas compañías privadas extranjeras, controladas a su vez por los banqueros de Rothschild, que también explotaban otras minas. Así pues, los recursos mineros fueron explotados por capitales extranjeros.

La Industria Textil Catalana

Las condiciones de partida de España para el desarrollo de la industria algodonera las podemos resumir en falta de carbón y de demanda. Las causas de su desarrollo se han de buscar en el adelanto relativo de Cataluña, la mecanización acelerada de los procesos de producción y en la protección arancelaria. Cataluña favoreció a la acumulación de capital y a la oferta de mano de obra con el núcleo textil algodonero.

Se fueron mecanizando los procesos de fabricación y sustituyendo los antiguos telares por máquinas modernas, implantándose el sistema de producción en fábrica. Se sustituyó la mano de obra masculina por niños y mujeres. Así, los catalanes fueron los primeros que se organizaron en defensa de sus derechos, naciendo el movimiento obrero español.

Las industrias textiles catalanas constituyen el eje vertebrador de la industrialización catalana.

Aunque se ha reprochado a la industria textil catalana haber crecido a costa de la política proteccionista, fue ella la que alivió el déficit de la balanza comercial, estimulando el desarrollo de otras industrias y absorbiendo a muchos emigrantes.

La Industria Siderúrgica

En el sector siderúrgico también se fueron imponiendo las nuevas técnicas de producción, aunque hubo dos grandes dificultades relacionadas con la inexistencia de buen carbón y de demanda.

Se ha producido la polémica sobre si la exención arancelaria que se dio a la importación de material por la Ley de Ferrocarriles de 1855 obstaculizó el desarrollo. Si los fabricantes de hierro hubiesen podido hacer frente a la demanda, se podía haber frenado el desarrollo ferroviario. Otro elemento es el atraso de la agricultura, ya que es el sector que más demanda productos de la siderurgia.

La industria siderúrgica pasó por varias etapas:

  1. La siderurgia malagueña tuvo una notable actividad por la abundancia de recursos ferrosos, aunque a precios altos.
  2. La segunda mitad de la década de los sesenta y los noventa se desarrolló la siderurgia asturiana, con abundante carbón mineral y algunas minas de hierro.
  3. La última etapa es la de la siderurgia vizcaína, pues su expansión fue posible gracias a la actividad de unas pocas empresas grandes. Se desarrolló una red de empresas de construcción mecánica y navales concentradas en Bilbao.

Hacia 1868, la siderurgia española era débil y poco avanzada, con producción muy cara y con poca demanda en perspectiva de expandirse.

Otras Industrias

Otras industrias son la harinera, la aceitera (Andalucía), vitivinícola (Andalucía y Cataluña), la corchera (Gerona), calzado, cerámica, seda (Valencia y Murcia) o el vidrio. Su producción era a pequeña escala, con bajos índices de capitales y con sistemas más artesanales que industriales.

La Articulación del Mercado Nacional

El desarrollo del comercio interior fue muy lento. El bajo nivel de vida español era un obstáculo para la formación de un mercado potente.

A principios del XIX, el comercio español se reducía a mercados comarcales apenas comunicados entre sí y aislados del exterior. Aunque las Cortes proclamaron la libertad de comercio, hasta 1834 no se abolieron los gremios. Además, se pagaban numerosas tasas.

Dos efectos han de destacarse en la carencia de mercado interior: la escasez, porque mientras en una comarca faltaba un artículo en otra abundaba, y la carestía, ya que se vendían a distintos precios en comarcas vecinas.

La mejora en la red de comunicaciones provocó la intensificación del tráfico viario, por las carreteras remozadas y la del tráfico de cabotaje. En distancias largas, el ferrocarril monopolizó el transporte.

Aunque esta articulación de mercado no llegó a ser completa durante el s. XIX, sus beneficios fueron evidentes. Por ejemplo, el precio del trigo en Madrid era más elevado que en Valladolid, la industrialización vasca accedió al carbón asturiano y Cataluña pudo colocar sus tejidos en el mercado español.

Conclusión

El siglo XIX fue el siglo del fracaso parcial de la industrialización en España, el fracaso de una serie de intentos tanto públicos como privados por industrializar España. Mientras la economía española no terminaba de despegar, no sólo Inglaterra, primera potencia mundial, sino Francia, Alemania o Estados Unidos comenzaban a entrar en el proceso de la industrialización y a adquirir ventajas sobre la economía española, que en el contexto de la competitividad internacional, resultaba decisiva para consolidar nuestro retraso.

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