Los progresistas asumieron la tarea de desmantelar las instituciones del Antiguo Régimen e implantar un sistema liberal, constitucional y de monarquía parlamentaria. Una de sus primeras acciones fue la reforma agraria liberal, que se basaba en los principios de la propiedad privada y de libre disponibilidad de la tierra. La reforma agraria se llevó a cabo a partir de: la disolución del régimen señorial, la desvinculación y la desamortización. Los bienes desamortizados del clero se pusieron a la venta, pretendiendo con esto conseguir recursos y aminorar el déficit. Al mismo tiempo, los compradores serían un gran apoyo liberal y fomentarían la agricultura. Junto a esta reforma, una serie de medidas encaminadas al libre mercado como: la abolición de los privilegios de la Mesta, los privilegios gremiales, las aduanas interiores, los diezmos eclesiásticos y la libertad de los arrendatarios completaron el liberalismo político.
El gobierno progresista convocó a las cortes para redactar una constitución parecida a la de 1812. Fue aprobada en 1837. Su objetivo era fijar un texto estable que pudieran aceptar las dos tendencias. Sus rasgos son la soberanía nacional, la división de poderes, la aconfesionalidad del estado, una amplia declaración de derechos del ciudadano, establecía dos cámaras: el congreso y el senado. La última la designaba el rey, quien estaba allí, y el voto era censitario. Recogió el compromiso de mantener a la iglesia. A partir de entonces quedó configurado un sistema bipartidista de moderados y progresistas. Se convocaron nuevas elecciones en 1837, ganaron los moderados y prepararon una ley electoral. Esta ley dio a la corona el poder de nombrar a los alcaldes. Esto enfrentó a las dos tendencias y los progresistas hicieron una revolución que acabó con la dimisión de la regente y la subida al poder del general Espartero. Convocó nuevas elecciones que ganaron los progresistas. Espartero fue incapaz de colaborar con las cortes, su única colaboración fue la de las milicias, se aisló del entorno progresista. Después de la aprobación de un arancel que abría camino al algodón extranjero, provocó un gran levantamiento en los sitios afectados por este arancel. Los moderados se aprovecharon de este acontecimiento y de su aislamiento para hacer una serie de conspiraciones y provocar que dimitiera, haciendo que las cortes adelantaran la mayoría de edad e Isabel fuera reina de España.
El Periodo Moderado (1844-1854)
Tras la caída de Espartero en 1843, los moderados accedieron al poder con el apoyo de la corona, dando inicio a un periodo de gobiernos moderados de 10 años de duración. En 1844 fueron elegidos los moderados. Su pretensión era clausurar la etapa revolucionaria y normalizar el funcionamiento de las instituciones liberales. Los primeros gobiernos moderados llevaron a cabo una fuerte represión contra los progresistas. El régimen se asentó sobre el predominio de la burguesía terrateniente. La corona y gran parte del ejército se convirtieron en los garantes más fieles de un sistema que no dudó en falsear las elecciones para triunfar.
La Constitución de 1845
El gobierno preparó una reforma de la constitución progresista de 1837 y aprobó la nueva en 1845, que recogió las ideas básicas del moderantismo: soberanía conjunta entre rey y cortes, ampliación de poderes de la corona y disminución del legislativo, gran sufragio censitario y suprimió la milicia Nacional. La religión fue la oficial del estado y acordó su mantenimiento. La corona podía disolver las cortes, nombrar ministros y nombrar senadores. Había control sobre la prensa y falseamiento electoral. Se hizo el concordato con la Santa Sede, que consistía en establecer la suspensión de la venta de los bienes eclesiásticos desamortizados y el retorno de los no vendidos. A cambio, la Santa Sede reconocía a Isabel como reina y la respaldaría, y el estado mantendría a la iglesia.
El moderantismo pretendió consolidar la estructura del nuevo estado liberal bajo los principios del centralismo, la uniformidad y la jerarquización mediante una serie de leyes. Emprendió la reforma fiscal para aumentar los ingresos de la hacienda pública. Se aprobó el código penal. Se abortó la reforma de la administración pública. La ley de administración local creó una estructura jerarquizada y piramidal en la que cada provincia dependía de un poder central en Madrid, especialmente del ministerio de la gobernación, del que a la vez quedaban sujetos los gobernadores civiles. Se estableció un sistema nacional de instrucción pública y elaboró los planes de estudio con la ley Moyano, el sistema métrico decimal, se disolvió la antigua milicia nacional y se creó la guardia civil.
Los gobiernos moderados no consiguieron dar estabilidad política al estado. El autoritarismo se agudizó en 1852, que propuso una reforma constitucional que transformaba el Estado en una dictadura tecnocrática. Esta reforma suponía la desaparición del partido y aumentó el descontento de amplias capas sociales. Se dio una nueva revolución en 1854 que permitió que los progresistas regresaran al poder.