Evolución Económica y Social de la España Franquista
La Política Económica del Franquismo y la Evolución Económica del País
Durante las décadas de 1940 y 1950, España se enfrentó a la devastación de la posguerra. El modelo económico imperante, basado en la intervención estatal y la autarquía, resultó en escasez y hambre generalizada. A partir de la década de 1950, se produjo una flexibilización económica gracias a la ayuda estadounidense y al fin del racionamiento. Sin embargo, las altas tasas de inflación persistieron hasta 1959, cuando se implementó el Plan de Estabilización. Este plan introdujo medidas como la liberalización económica y la devaluación de la peseta.
El periodo de desarrollismo, que abarcó desde la década de 1960, se caracterizó por un rápido crecimiento económico impulsado por la apertura al exterior. Esta apertura atrajo inversiones extranjeras y permitió cubrir el déficit comercial con ingresos provenientes del turismo y las remesas de emigrantes. A pesar de este crecimiento, persistieron desequilibrios económicos regionales y una marcada dependencia exterior, especialmente del petróleo.
Las Transformaciones de la Sociedad Española Durante el Franquismo
Durante las décadas de 1940 y 1950, España se caracterizaba por una sociedad mayoritariamente rural y conservadora, donde la mujer estaba relegada a roles tradicionales. Los cambios económicos iniciados en la década de 1950 trajeron consigo migraciones internas y externas, lo que exacerbó las desigualdades regionales y personales. A pesar de algunos avances, como el baby boom y la entrada en la sociedad de consumo en la década de 1960, persistieron carencias en infraestructura y servicios sociales.
La dictadura mantuvo la estructura social tradicional, aunque se experimentó un crecimiento de las clases medias y una progresiva urbanización. La propaganda y el bienestar económico relativo llevaron a un apoyo generalizado al régimen, incluso entre sectores obreros y campesinos.
Los Grupos de Posición Política al Régimen Franquista y su Evolución en el Tiempo
La represión desatada tras la Guerra Civil generó un clima de miedo que debilitó a la oposición. Los comunistas y la guerrilla rural mantuvieron su resistencia hasta 1948. Sin embargo, a partir de las décadas de 1960 y 1970, la oposición resurgió con fuerza en fábricas y universidades, con la aparición de sindicatos clandestinos y protestas estudiantiles.
Los partidos políticos tradicionales se adaptaron a la nueva situación, destacando el PSOE y el PCE. Surgieron también movimientos liberales y nacionalistas en Cataluña y el País Vasco, con ETA como principal exponente de la lucha armada. El Concilio Vaticano II también impulsó movimientos católicos críticos con el régimen.
Aunque estos grupos opositores no lograron derrocar al régimen, sentaron las bases para la transición a la democracia que se produciría tras la muerte de Franco.
Las Causas de la Crisis Final del Franquismo desde 1973
Diversos factores confluyeron en la crisis final del franquismo a partir de 1973. La presión de la oposición, junto con la avanzada edad de Franco, dividió al régimen en dos facciones: los»aperturista», que buscaban una transición hacia la democracia, y los»inmovilista», que se oponían a cualquier cambio.
El asesinato del almirante Carrero Blanco en 1973, perpetrado por ETA, supuso un duro golpe para el régimen y debilitó aún más a Franco. Tras la muerte de Carrero Blanco, Arias Navarro asumió el poder. A pesar de sus promesas iniciales de apertura política, los sectores inmovilistas tomaron el control del gobierno, lo que provocó la dimisión de los ministros aperturistas en 1974.
La oposición se intensificó con la formación de la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia Democrática. El régimen respondió con una nueva oleada de represión. Al mismo tiempo, la crisis del petróleo de 1973 y las revoluciones que tuvieron lugar en Portugal en 1974 tuvieron un fuerte impacto en España. Finalmente, Franco murió el 20 de noviembre de 1975, lo que abrió paso a una nueva etapa en la historia de España.
La Transición Española
Las Alternativas Políticas Tras la Muerte de Franco
A finales de 1975, tras la muerte de Franco, surgieron tres enfoques políticos principales en España:
- Continuismo: Este enfoque abogaba por mantener el régimen franquista, aunque sin Franco al frente.
- Reformismo: Este enfoque proponía una transición gradual hacia la democracia a través de reformas controladas.
- Rupturismo: Este enfoque defendía una ruptura total con el franquismo mediante un proceso constituyente.
En noviembre de 1975, Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey de España. Su plan de reforma política, diseñado por asesores como Torcuato Fernández Miranda, buscaba una transición controlada hacia la democracia desde las propias leyes franquistas.
Sin embargo, el gobierno de Arias Navarro, que representaba la opción continuista, se enfrentó a crecientes protestas sociales y a una escalada de la violencia terrorista. La oposición, por su parte, se unió en la Coordinación Democrática para exigir una ruptura democrática.
En julio de 1976, el rey destituyó a Arias Navarro y nombró a Adolfo Suárez como presidente del gobierno. Este cambio marcó un punto de inflexión en la transición española, inclinando la balanza hacia la opción reformista.
El Papel Desempeñado por el Rey Durante la Transición
La muerte de Franco y la proclamación de Juan Carlos como rey de España en noviembre de 1975 marcaron el inicio de una compleja transición. Juan Carlos accedió al trono con la legitimidad que le otorgaba la tradición, las leyes franquistas y el apoyo popular. El nuevo rey se había formado en el seno del régimen y mantenía estrechos vínculos con el ejército.
El contexto en el que se produjo la transición era complejo. Franco había designado a Juan Carlos como su sucesor en 1969, apartando a su padre, Don Juan de Borbón, de la línea de sucesión. Tras la muerte del dictador, Juan Carlos I se propuso impulsar la democratización del país y la ampliación de derechos.
Para llevar a cabo esta transición, Juan Carlos I adoptó una estrategia basada en tres pilares fundamentales:
- Nombramiento de políticos reformistas: El rey se rodeó de figuras como Torcuato Fernández Miranda y Adolfo Suárez, quienes impulsaron la aprobación de la Ley para la Reforma Política y establecieron contactos con la oposición.
- Búsqueda de apoyo entre las élites y los militares: Juan Carlos I mantuvo estrechos vínculos con las Fuerzas Armadas para evitar posibles golpes de Estado y asegurar la estabilidad del proceso.
- Conexión con el pueblo: El rey se esforzó por ganarse el apoyo popular mostrando su compromiso con la democracia. En este sentido, se aprobó una amnistía general en 1976 y el monarca realizó visitas a todas las regiones de España para conectar con la ciudadanía.
Esta estrategia resultó exitosa y permitió establecer una democracia estable en España. Sin embargo, el poder real de Juan Carlos I quedó limitado por la Constitución de 1978, que instauraba una monarquía parlamentaria.