Transformaciones Económicas y Sociales en la España del Siglo XIX y Principios del XX

1. La Sociedad Española en el Siglo XIX

1.1. El Crecimiento Demográfico

El descenso de la mortalidad fue consecuencia del aumento de la producción agraria y de la mejora en la dieta alimenticia de los españoles que, por ello, se hicieron menos vulnerables a las enfermedades. Asimismo, las grandes epidemias, que durante todo el Antiguo Régimen diezmaban la población, desaparecieron en el transcurso del siglo XIX. Contribuyeron también las mejores condiciones higiénicas y los avances sanitarios.

1.2. Los Movimientos Migratorios

La abolición del régimen señorial, las transformaciones técnicas de la agricultura, la mejora de los transportes y las expectativas de una vida mejor en otro lugar, animaron u obligaron a muchos campesinos a emigrar.

1.3. El Crecimiento de las Ciudades

El éxodo rural comportó un aumento de la urbanización, en detrimento de los núcleos rurales. Entre 1850 y 1900, España multiplicó por dos su nivel de población urbana.

2. La Reforma Agraria y sus Consecuencias

2.1. La Reforma Agraria Liberal

Llamamos reforma agraria liberal al conjunto de reformas cuyo objetivo era la disolución del Antiguo Régimen en el campo, así como la introducción de formas de propiedad y producción capitalistas. En consecuencia, la producción agrícola aumentó y se destinó cada vez más hacia la venta.

2.2. Escaso Desarrollo Agrario

Uno de los mayores problemas que tuvo que afrontar el campo español fue que la reforma agraria no permitió a los campesinos acceder a la propiedad y la mayoría de ellos continuaron como jornaleros pobres o tuvieron que emigrar a las ciudades. En la mayor parte de Extremadura, Castilla y Andalucía existían grandes latifundios. En la Submeseta Norte y en Galicia predominaba el minifundio.

2.3. El Predominio del Cereal

A lo largo del siglo XIX, el cereal constituyó el principal producto de cultivo de la mayor parte de la Meseta. Como los rendimientos eran bajos, su precio resultaba elevado en comparación con el de otros países, por lo que fue necesario recurrir al proteccionismo.

3. La Industrialización Española y sus Desafíos

3.1. Los Problemas de la Industrialización Española

Los principales factores que influyeron negativamente en la industrialización fueron:

  • La escasa capacidad de compra de la población española como resultado de la pobreza de la mayoría del campesinado.
  • La falta de inversiones y la ausencia de burguesía industrial en muchas regiones.
  • Los problemas de transporte, por la inexistencia de buenas carreteras y el retraso del ferrocarril.
  • La escasez de fuentes de energía: pocos cursos de agua aprovechables para obtener energía hidráulica y mala calidad del carbón.
  • La posición alejada de España respecto de los núcleos más industrializados de Europa, que dificultó la adquisición de materias primas y la venta de la producción.

3.2. La Siderurgia

Los primeros altos hornos españoles se instalaron en Andalucía (Málaga y Huelva), donde destacó con especial importancia el de Marbella (1826). Asturias fue el siguiente centro siderúrgico (1868-1874). Pero fue en el País Vasco donde, a partir de 1876, se consolidó una potente industria siderúrgica. A partir del desarrollo siderúrgico, la industria vasca se diversificó y aparecieron nuevas empresas de construcción mecánica y naval.

3.3. La Industria Textil

Hacia 1830, esta industria textil inició un proceso de mecanización instalando las máquinas de hilar que se utilizaban en Gran Bretaña y, en 1833, empezó a funcionar la primera máquina de vapor. La mecanización de las fábricas, que se llamaban vapores, tuvo un gran impulso entre 1830 y 1860.

4. Minería y Ferrocarril: Pilares del Desarrollo

4.1. La Explotación Minera

El subsuelo español es rico en yacimientos mineros y su explotación masiva se inició a partir de la legislación de minas de 1868. Destacaron por su importancia los yacimientos de plomo (Linares, La Carolina), cobre (Riotinto llegó a ser la primera mina mundial en ese mineral), mercurio (Almadén) y cinc (Reocín). Para recaudar fondos y paliar la deuda de Hacienda, la explotación de muchos de estos yacimientos se concedió a compañías extranjeras, sobre todo francesas e inglesas.

4.2. La Construcción del Ferrocarril

A pesar de las iniciativas anteriores (línea Madrid-Aranjuez o Barcelona-Mataró), la construcción de una amplia red de ferrocarriles tuvo que esperar a la Ley General de Ferrocarriles de junio de 1855. Entre los años 1856 y 1865 se tendieron en España alrededor de 4500 km de vía y entre 1876 y 1885, unos 3000 km más. La red se construyó siguiendo una estructura radial, con centro en Madrid, y con un ancho entre carriles mayor que la mayoría de las líneas europeas. Ello dificultó los intercambios con el resto de Europa. Pero a pesar de todas estas limitaciones, el ferrocarril tuvo efectos positivos para la economía española.

5. Nuevas Energías, Industrias y Desequilibrios Regionales

5.1. Nuevas Energías y Nuevas Industrias

Desde finales del siglo XIX se empezaron a utilizar la electricidad y el petróleo. La electricidad posibilitó una mecanización más amplia de la producción industrial, así como la disminución de los costes de producción y el descenso de los precios. La electrificación de España se produjo en dos grandes etapas. Entre 1880 y 1914, el uso de la electricidad estuvo restringido a la iluminación, especialmente de las calles de las grandes ciudades, las fábricas y los lugares públicos. Durante la segunda fase, entre 1914 y 1930, su uso se extendió a la industria. Por otro lado, la difusión del petróleo como combustible y la invención del motor de explosión abrieron paso a la industria del automóvil, que supuso una revolución de los transportes en la primera mitad del siglo XX.

5.2. Expansión Industrial y Desequilibrios

Desde finales del siglo XIX, la industria se extendió no sólo en Cataluña y el País Vasco, sino también por zonas más amplias del territorio. Se consolidó un sector industrial en Asturias y en la Comunidad Valenciana, y Madrid se convirtió en la tercera región industrial de España, con la implantación de empresas españolas y extranjeras. La expansión industrial también se vio favorecida por un fuerte crecimiento demográfico. Entre los años 1900 y 1930, la población española pasó de 18 a 23 millones de habitantes, y esta situación provocó una mayor demanda de bienes de consumo. A pesar de esta expansión de la economía continuaron existiendo en España profundos desequilibrios en la distribución regional de la riqueza.

6. Estructura Social: Clases Dirigentes y Populares

6.1. Las Nuevas Clases Dirigentes

La nobleza terrateniente, que había perdido los derechos señoriales pero todavía conservaba la propiedad de la tierra, continuó desempeñando un papel relevante en la sociedad. Sin embargo, a finales de siglo, algunas familias aristocráticas, incapaces de incorporarse a las nuevas actividades económicas (industria, comercio…) se arruinaron y tuvieron que ir vendiendo su patrimonio. La nueva clase adinerada era la alta burguesía.

6.2. Las Clases Populares Urbanas

En las ciudades continuó viviendo un número importante de artesanos (zapateros, herreros, carpinteros…) y de personas dedicadas a los servicios: criados, mozos, recaderos, transportistas, vendedores callejeros, etc. En el servicio doméstico, más de la mitad eran mujeres (criadas, lavanderas, planchadoras, etc.), y la proporción de mujeres de las clases populares que trabajaban alcanzaba el 90%. La mujer dedicada al hogar era un destino sólo de la clase alta. El crecimiento de la industria propició que muchos campesinos emigrasen a las ciudades en busca de trabajo.

6.3. Los Campesinos

Los campesinos constituían la mayor parte de la población, cerca del 65% en 1860. De ellos, el 80% no era propietario de sus tierras o su propiedad era tan pequeña que no le permitía subsistir. Una parte de ese campesinado trabajaba las tierras de los propietarios agrícolas, en régimen de arrendamiento, aparcería… Un grupo, todavía más numeroso, debía emplearse por un jornal: los jornaleros o mozos (criados).

7. El Movimiento Obrero: Anarquismo y Socialismo

7.1. Los Inicios del Obrero

El limitado proceso de industrialización español implicó que el número de obreros industriales existentes en la España del siglo XIX fuese relativamente pequeño y que se concentrase básicamente en Cataluña y, más tarde, en el País Vasco, Asturias y Madrid. A mediados del siglo XIX eran aproximadamente 150000, de los que 100000 trabajaban en el textil catalán. Pronto, los trabajadores vieron la necesidad de crear organizaciones propias, capaces de defender sus derechos: los sindicatos. En 1840 se fundó en Barcelona el primer sindicato: la Asociación de Tejedores de Barcelona. Sus objetivos consistían en la disminución de la jornada laboral, el aumento de los salarios y el derecho a formar asociaciones obreras. Los patronos reaccionaron negativamente ante estas iniciativas y prohibieron los sindicatos obreros.

7.2. El Anarquismo

El anarquismo arraigó fuertemente entre los obreros de Cataluña y el campesinado andaluz. A finales del siglo XIX, el anarquismo defendió la formación de grupos autónomos que atentasen contra la sociedad burguesa y capitalista. De este modo se produjeron numerosos atentados y la sociedad entró en una gran espiral de violencia, dada la fuerte represión que en respuesta se ejerció sobre el movimiento obrero. La proliferación de atentados impulsó a que grupos de anarquistas contrarios a la violencia fundaran sindicatos obreros con el objetivo de conducir a los obreros hacia la revolución social. Esta corriente anarco-sindicalista fundó, en 1910, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que llegó a ser el sindicato más importante de España.

7.3. El Socialismo

Por su lado, el marxismo tuvo mayor influencia entre el proletariado, y cierta clase media, de Madrid, el País Vasco y Asturias. Bajo el impulso de Pablo Iglesias, en el año 1879, los marxistas fundaron el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y en 1888 impulsaron la creación de un sindicato socialista, la Unión General de Trabajadores (UGT). A diferencia de los anarquistas, que se declaraban apolíticos, los socialistas defendían la participación en las elecciones.

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