Cambios Económicos, Sociales, Políticos y Culturales
Aunque la estructura de la sociedad seguía siendo feudal, entre los siglos XII y XIV se produjo una serie de cambios que afectaron a todos los ámbitos: económicos, sociales, políticos y culturales. Sin embargo, a mediados del siglo XIV, una profunda crisis económica y social frenó la expansión y favoreció la llegada de la Edad Moderna.
Mejora de la Agricultura y Crecimiento Demográfico
Desde finales del siglo XI, el fin de las grandes invasiones y la disminución de las guerras señoriales favorecieron la mejora de la agricultura. La introducción de nuevas técnicas de cultivo (rotación trienal y el uso de estiércol para fertilizar los campos) y de nuevos instrumentos agrícolas (arado de vertedera, molinos de agua y viento) comportó un aumento de la productividad agraria (mayor producción por superficie cultivada) en gran parte de Europa occidental. El incremento de la producción agrícola permitió mejorar la alimentación de la población y aumentar su resistencia a las enfermedades, lo que originó el crecimiento de la población: Europa pasó de 45 millones de habitantes en el siglo XII a 75 millones en el siglo XIV. La mejora de la agricultura estimuló el comercio y la revitalización de las ciudades. Los campesinos y ganaderos, al producir más de lo que necesitaban para su consumo, generaron un excedente que se intercambiaba por productos artesanales. Las ciudades se convirtieron en un lugar de residencia para artesanos y comerciantes. Así, en ellas surgieron nuevos barrios, denominados burgos, y un nuevo grupo social, la burguesía, que basaba su riqueza en el dinero que cobraba por la venta de sus productos y negocios.
Artesanía, Comercio y Rutas Comerciales
La ciudad medieval se convirtió en un centro de producción de objetos manufacturados (artesanía). El trabajo artesanal se realizaba en pequeños talleres. Los artesanos de cada ciudad se organizaban en gremios (asociaciones de artesanos de un mismo oficio) que controlaban la enseñanza del oficio (en primer lugar, se debía ser aprendiz; tras unos años, se pasaba a oficial y, finalmente, a maestro artesano), la cantidad y calidad de los artículos que se producían, y fijaban su precio final. El comercio terrestre se realizaba a pequeña escala, local o comarcal, y se desarrolló en torno a los días de mercado y durante la celebración de las ferias (mercados extraordinarios que reunían a gente de toda la comarca). Más importante era el comercio marítimo debido a la mayor capacidad y velocidad de los barcos. La primera gran ruta marítima unió el Mediterráneo occidental con el oriental (Venecia, Génova, Marsella, Barcelona y Valencia), donde se importaban productos de lujo (seda y especias) y se exportaban tejidos, armas y herramientas. Una segunda ruta fue la del Atlántico y el Báltico (la Hansa): se transportaban lanas, vinos, pieles, maderas y trigo. Estos productos se llevaban a ciudades de los Países Bajos (Brujas, Gante…).
El Ascenso de la Burguesía y la Transformación Social
El crecimiento de las ciudades cambió la sociedad feudal. Las nuevas urbes acogieron a personas dedicadas al trabajo artesanal y al comercio, que no dependían de ningún señor feudal. Todo ello favoreció la formación de un nuevo grupo social, la burguesía. La base de la riqueza de la burguesía era el dinero que obtenían por sus negocios y no la posesión de tierras. Estaba formada por grandes comerciantes y banqueros (alta burguesía), maestros artesanos y pequeños comerciantes (baja burguesía). Además, las ciudades atrajeron a señores nobles y eclesiásticos. También vivían en ellas otros grupos sociales de gentes humildes: oficiales y aprendices de los gremios, criados, gente sin oficio y mendigos. Por último, había también minorías como los judíos, que vivían en barrios separados, las juderías. Si bien en los primeros momentos de las ciudades se elegían a sus gobernantes en asambleas de todos los vecinos, con el tiempo, el gobierno de la ciudad fue quedando en manos de las familias más ricas de comerciantes y banqueros, en ocasiones emparentados con la nobleza urbana, que constituyeron un grupo privilegiado, el patriciado urbano.
El Fortalecimiento de la Monarquía
Hasta el siglo XI, la monarquía había ejercido un escaso poder sobre el territorio de su reino. Los reyes no podían imponerse a los señores feudales al no disponer de suficientes recursos económicos para mantener el ejército y la administración. A partir del siglo XII, los monarcas trataron de imponer su autoridad sobre la nobleza feudal. Las ciudades deseaban tener libertad y aspiraban a dictar sus propias leyes y a tener su propio gobierno local, es decir, querían escapar del dominio de los señores. Para ganarse el apoyo de la burguesía, los reyes ofrecieron cartas de privilegios a las ciudades. En ellas, se reconocía la condición de libres a sus habitantes, el derecho a establecer su propio gobierno y la creación de mercados. A cambio de ello, los burgueses facilitaron a los monarcas recursos económicos para administrar el reino e imponerse a los señores feudales. Además, surgieron las Cortes o Parlamentos, reuniones donde la monarquía impuso la presencia de representantes de la burguesía, junto a la nobleza y el clero, y que sustituyeron a la Curia Regia.
La Crisis del Siglo XIV: Peste Negra y Revueltas Campesinas
Desde principios del siglo XIV, se produjo en Europa una crisis agraria debido a una sucesión de malas cosechas. La consecuencia fue la expansión del hambre por todo el continente. A este problema se unieron los daños provocados por las frecuentes guerras. Las tierras donde se desarrollaban estas luchas y por las que transitaban los ejércitos eran saqueadas. El periodo más duro se inició en el año 1347, cuando la denominada Peste Negra asoló Europa, provocando una elevada mortandad. Una consecuencia social de esta situación fue la extensión por toda Europa de revueltas campesinas contra los señores feudales. La falta de alimentos, la subida de precios y el empeoramiento de las condiciones de vida hicieron que los campesinos se levantaran en armas contra la nobleza.
El Arte Gótico: Expresión de una Nueva Era
El arte gótico nació en Francia a mediados del siglo XII y se extendió por Europa occidental a partir del siglo XIII. Fue una manifestación artística esencialmente urbana, impulsada por la burguesía y el poder eclesiástico, que se habían trasladado a las ciudades.
Arquitectura Gótica: Luz y Verticalidad
El crecimiento urbano originó la necesidad de nuevas construcciones civiles: ayuntamientos, palacios, lonjas para los mercaderes, universidades… Sin embargo, la ciudad medieval también elevó grandes catedrales, que pretendían mostrar el poder económico de las ciudades y la religiosidad de sus habitantes. En el siglo XII aparecieron nuevas técnicas constructivas que permitieron levantar edificios más altos y luminosos. Los elementos que hicieron posible este cambio fueron:
- La sustitución del arco de medio punto por el arco apuntado.
- La bóveda de crucería, resultante del cruce de dos arcos apuntados.
- Las bóvedas de crucería se apoyaban en el exterior en contrafuertes y arbotantes que reforzaban los muros.
- Este sistema liberó al muro de la función de soporte y permitió la apertura de grandes ventanales, que fueron ricamente ornamentados con vidrieras de colores.
- Se utilizaron los pináculos para rematar, a modo de decoración, las torres.
- La portada, ornamentada con esculturas, a menudo tenía un rosetón rematándola.
Escultura Gótica: Realismo y Expresividad
La escultura de este periodo presenta una tendencia hacia el realismo y para conseguirlo utilizaba los siguientes recursos:
- Mayor expresividad y detallismo en los rostros.
- Voluntad de dar un cierto movimiento a las figuras a través de la gestualidad.
- Sentido narrativo en las figuras, que empiezan a relacionarse entre sí.
- Los materiales más utilizados fueron la piedra, el mármol y el alabastro, aunque los retablos se realizaron mayoritariamente en madera policromada.
Pintura Gótica: Del Fresco al Retablo
La arquitectura de las catedrales, que sustituye a parte de los muros por grandes ventanales, redujo el espacio que el románico concedía a la pintura. Ello provocó el abandono de la pintura mural al fresco y la generalización de la pintura sobre tabla de madera (retablos) y la pintura de vidrieras. Los temas eran básicamente religiosos, con especial preferencia por las vidas de Cristo, la Virgen y los santos. Su estilo mostraba un mayor interés por el realismo y los fondos planos se fueron sustituyendo por arquitecturas y paisajes. Las figuras tenían unas proporciones más naturales y se buscaba la expresividad a través de los gestos y los rostros.