Transformaciones Sociales y Económicas en España

Transformaciones Sociales y Económicas:

Tras la Guerra Civil española (1936-1939), el país quedó empobrecido y carente de recursos, bajo un régimen franquista que aplicó una política económica intervencionista y autárquica, alejada del comercio internacional. El ‘Plan de fomento, ordenación y defensa de la industria nacional’ de 1939 consolidó el control estatal sobre la economía, dando origen al INI en 1941, que nacionalizó e impulsó industrias clave como Iberia y SEAT. El INC, establecido para promover la agricultura, diseñó el Plan de Badajoz en 1952.

Esta política autárquica desaceleró la recuperación económica, promoviendo la burocracia, corrupción y mercado negro. La escasez de alimentos y bienes básicos aumentó, impulsando la economía de subsistencia y el trueque. La pobreza extrema trajo consigo enfermedades y el gobierno implementó medidas de racionamiento y ayuda caritativa.

El cambio de gobierno en 1957 introdujo tecnócratas del Opus Dei, quienes adoptaron el desarrollismo, destacando el Plan de Estabilización Económica de 1959, que liberalizó la economía, redujo el gasto estatal y atrajo inversión extranjera. Esto generó un crecimiento económico notable pero también un éxodo rural hacia las industrias urbanas, concentrando el desarrollo en ciertas regiones como Madrid, Cataluña y País Vasco, mientras otras como Andalucía y Castilla sufrieron despoblación.

El éxodo rural causó desequilibrios territoriales y una población envejecida en algunas regiones, mientras que España ascendió a la décima potencia mundial en PIB para 1960, marcando una transformación económica y demográfica significativa.

El ministro de Industria Laureano López diseñó un plan en 1962 para impulsar el PIB, modernizar la agricultura y fomentar las industrias. Introdujo los Planes de Desarrollo basados en los ‘Polos de desarrollo’ y ‘Polos de promoción’ para corregir desequilibrios regionales, otorgando beneficios fiscales a empresas que se ubicaran en zonas menos industrializadas. Sin embargo, estos planes fracasaron al invertirse recursos en regiones ya desarrolladas, exacerbando los desequilibrios y sin crear una red de comunicaciones eficiente.


La década de los sesenta vio un crecimiento económico industrial significativo, con un aumento del PIB del 7% anual y una triplicación de la renta nacional. El éxodo rural proporcionó mano de obra barata para las ciudades, y las multinacionales aportaron tecnología. Las pequeñas empresas se beneficiaron de la exportación y una mejor financiación. La inversión extranjera estimuló la modernización tecnológica, especialmente en la industria alimentaria y el turismo.

El boom del turismo, atraído por el clima y las playas, impulsó el sector servicios y el desarrollo de las zonas costeras, afectando a las costumbres. Los ingresos del turismo y de los emigrantes ayudaron a reducir el déficit comercial. La década también experimentó un baby boom debido a la alta natalidad, influida por la iglesia y el régimen franquista, y a la reducción de la mortalidad.

La estructura de la población activa cambió, con menos trabajadores en el sector primario y un aumento en los sectores secundario y terciario. Se observó un declive en el número de jornaleros y un aumento en los obreros asalariados y las profesiones liberales. Además, hubo cambios en la mentalidad y el estilo de vida, especialmente entre los jóvenes y urbanitas, con una sociedad más abierta, plural y consumista, y una mejora en el papel social de la mujer mediante su integración laboral.

Durante el periodo de transición en España, el aumento del poder adquisitivo permitió la adquisición de electrodomésticos y vehículos privados, cambiando los hábitos de vida. Hubo un cambio social significativo, pasando del ultracatolicismo y la obediencia jerárquica a la tolerancia y libertad de pensamiento, influenciado por la relajación de la censura, la exposición a otras culturas y la emigración europea. El régimen franquista controló la educación, promoviendo valores afines y depurando profesores. Sin embargo, las reformas educativas de los años 70 democratizaron la educación, convirtiendo a la universidad en un foco de disidencia. En el ocio, hubo un cambio hacia formas de entretenimiento más modernas y masivas, como discotecas y música pop, mientras el fútbol ganaba popularidad a expensas de la tauromaquia. Se fomentó la práctica deportiva y se diversificaron las opciones de ocio.


La Represión, el Exilio y los Movimientos

El régimen franquista, establecido tras la Guerra Civil española, inicialmente enfrentó poca oposición debido a su fuerte represión. El gobierno republicano se exilió principalmente a Francia y México, manteniendo una existencia simbólica hasta la muerte de Franco en 1973. A pesar del apoyo inicial de los monárquicos, las tensiones surgieron con D. Juan de Borbón, quien abogaba por una monarquía constitucional. La oposición más significativa fue liderada por el Partido Comunista, que intentó organizar la resistencia guerrillera conocida como el Maqui, aunque fue desarticulada por la represión y el inicio de la Guerra Fría.

El exilio español supuso pérdidas demográficas, económicas y culturales significativas, con destacados científicos, intelectuales y artistas abandonando el país. Muchos niños fueron acogidos por la URSS, mientras que Francia albergó la mayor cantidad de exiliados, internándolos en campos de refugiados, muchos de los cuales participaron en la Resistencia Francesa durante la Segunda Guerra Mundial.

El retorno masivo de exiliados se produjo principalmente después de la muerte de Franco, mientras que desde la década de 1960 surgieron movimientos de oposición en España, reclamando libertad y democracia. Políticos conservadores como Gil Robles aprovecharon eventos internacionales para buscar la reconciliación con los exiliados, siendo tachados de traidores por el franquismo, que los llamó el ‘Contubernio de Múnich’. La oposición interna se organizó principalmente en el movimiento obrero, con la creación de las Comisiones Obreras (CCOO), y en el País Vasco surgió el sindicato nacionalista ELA-STV. Desde 1967, se registraron importantes huelgas en las zonas industriales, mientras que el movimiento estudiantil universitario también se movilizó, paralizando la universidad a partir de 1972 con la participación de profesores no numerarios (PNN).

España experimentó un aumento en el movimiento vecinal en los suburbios de las grandes ciudades, con movilizaciones para exigir mejoras en los barrios. El Concilio Vaticano II (1962-65) marcó un cambio en la postura de la Iglesia Católica hacia el movimiento obrero y la libertad, dando lugar a la aparición de los ‘curas rojos’ que apoyaban a los obreros en los barrios marginales y permitían reuniones ilegales en sus iglesias. Esta situación fue avalada por el Papa y el Cardenal Tarancón.

Por otro lado, algunos militares crearon la Unión Militar Democrática (UMD) inspirados por la Revolución de los Claveles en Portugal. El Partido Comunista de España (PCE), liderado por Santiago Carrillo, operaba clandestinamente desde 1970, abogando por la reconciliación y el cambio pacífico. En 1974, el PCE formó la Junta Democrática junto con miembros del Partido Carlista y del Opus Dei. El PSOE, liderado por jóvenes como Felipe González, comenzó a ganar fuerza después del Congreso de Suresnes en 1974.

El nacionalismo vasco y catalán también fue relevante, con partidos como el PNV y ERC activos en el exilio. Surgieron movimientos independentistas como ETA, con gran apoyo en el País Vasco y Navarra. Grupos violentos de orientación comunista, como el FRAP y el GRAPO, enfrentaron la represión del régimen, generando oposición internacional y apoyo social.

El intento de apertura política conocido como el ‘espíritu de febrero’ fracasó debido a eventos como la ejecución de Puig Antich y las críticas a la Ley de Asociaciones Políticas. Además, la cultura estuvo fuertemente censurada y controlada por la Iglesia Católica y el régimen franquista.

Durante la época franquista en España, se exaltaron los valores del régimen, pero la visión liberal atrajo a algunos intelectuales universitarios como Latín Entralgo, Ridruejo y Ruíz Giménez. Los cambios sociales de los años 60, junto con la relajación de la censura, propiciaron un movimiento cultural de protesta más crítico con el régimen, con figuras destacadas como Buero Vallejo, Cela, García Berlanga, Serrat y Raimon. Sin embargo, la ausencia de importantes intelectuales españoles, muchos de los cuales se exiliaron, contribuyó a la mediocridad cultural del régimen. La revista ‘Ruedo Ibérico’ se convirtió en un importante medio cultural prohibido por el régimen pero circuló entre los exiliados y en la clandestinidad dentro de España.

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