Los Cambios Sociales en la España Franquista (Años 40-70)
La sociedad española de los años 40 y 50 estuvo marcada por el atraso y la pobreza. Toda la vida de los españoles estaba impregnada de manifestaciones patrióticas y del control ideológico del régimen. Sin embargo, el gran desarrollo de la economía española durante los años sesenta produjo cambios importantes a nivel demográfico y social.
El Crecimiento Demográfico
Debido a los altos índices de natalidad —el conocido como ‘Baby Boom’— y a la reducción considerable de la mortalidad, se produjo un incremento considerable de la población. El desarrollo de la industria y los servicios provocó una emigración masiva de la población rural hacia las grandes ciudades. Madrid, Cataluña y el País Vasco, junto a las áreas turísticas de la costa, fueron las principales zonas receptoras.
No obstante, el modelo español de desarrollo no generaba empleo suficiente para una población en crecimiento, por lo que se produjo también una enorme emigración al exterior, principalmente a países europeos como Francia, Alemania y Suiza.
La Nueva Sociedad y el Crecimiento Urbano
La marcha del campo a la ciudad provocó un crecimiento desmedido y a menudo desordenado de algunos núcleos urbanos, con la aparición de barrios periféricos con infraestructuras deficientes.
Por otro lado, los cambios económicos derivados del desarrollo turístico e industrial lograron un crecimiento significativo del sector secundario (industria, 37%) y terciario (servicios, 34%), en detrimento del sector primario (agricultura).
Hubo cambios importantes en la estructura socioprofesional:
- Disminuyó el número de jornaleros agrarios.
- Aumentó el de obreros industriales y de la construcción.
- Se ampliaron las clases medias, formadas por profesionales autónomos, funcionarios, oficinistas, técnicos, etc.
La mujer empezó a abandonar paulatinamente su papel tradicional, limitado al hogar, para incorporarse de forma creciente a la educación secundaria, a las universidades y al trabajo remunerado, aunque en condiciones de desigualdad.
El aumento general del nivel de vida y del poder adquisitivo hizo posible la entrada de España en una incipiente sociedad de consumo. Sin embargo, la sociedad española de los sesenta y mediados de los setenta se caracterizó también por su profunda desigualdad económica y social.
Se fueron imponiendo nuevos gustos, modas y costumbres procedentes de Europa, introducidos por los emigrantes retornados, la televisión (que se extendió rápidamente) y los turistas que llegaban masivamente al país. Todos estos cambios económicos y sociales, aunque no supusieron una apertura política inmediata, en lugar de fortalecer al régimen franquista, contribuyeron a debilitar sus apoyos sociales y generaron una mayor oposición.
Elementos de Cambio en la Etapa Final del Franquismo (1969-1975)
Desde 1969 empezaron a aparecer una serie de elementos de cambio que evidenciaban el desgaste de la dictadura:
- Las transformaciones económicas y sociales de los años sesenta habían elevado el nivel de vida y cambiado las mentalidades, generando en el conjunto de la sociedad una actitud de creciente rechazo a la dictadura. A ello contribuyó la Ley de Prensa e Imprenta de 1966 (conocida como ‘Ley Fraga’), que, aunque mantenía la censura, permitió la aparición de nuevas revistas y publicaciones que manifestaron una tímida crítica contra el régimen.
- La Iglesia Católica y el Ejército, pilares fundamentales del régimen, modificaron su actitud. La Iglesia, por influencia del Concilio Vaticano II, comenzó a distanciarse y a adoptar una actitud más crítica. Dentro del Ejército se fundó la clandestina UMD (Unión Militar Democrática), que pretendía democratizar las Fuerzas Armadas.
La etapa final se inició simbólicamente en 1969 con el nombramiento de Don Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco a título de Rey, y con el escándalo político y financiero originado ese mismo año por el ‘caso Matesa’. Como respuesta, Franco hizo una completa remodelación del gobierno, colocando al almirante Luis Carrero Blanco, un franquista convencido que defendía la continuidad del régimen («atado y bien atado») y era considerado el único capaz de mantener el equilibrio entre las distintas ‘familias’ del régimen, al frente de un gobierno ‘monocolor’ formado mayoritariamente por miembros vinculados al Opus Dei.
Los años de gobierno de Carrero Blanco (primero como vicepresidente y desde junio de 1973 como presidente del Gobierno, cargo separado por primera vez de la Jefatura del Estado) se caracterizaron por mantener una posición contradictoria entre tímidas reformas y una dura represión:
- Reformas limitadas: Se aprobaron leyes como la Ley de Asociaciones Políticas (1969), que permitía crear formaciones políticas a liberales moderados cercanos al régimen pero no legalizaba los partidos; la Ley General de Educación de 1970 (Ley Villar Palasí), que establecía la enseñanza obligatoria y gratuita hasta los 14 años; y la Ley Sindical de 1971, que otorgaba una teórica mayor autonomía a las organizaciones sindicales oficiales.
- Represión: Las protestas estudiantiles y obreras, los secuestros y atentados de ETA y la aparición del grupo terrorista FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) llevaron a la reforma y endurecimiento de la Ley de Orden Público de 1959. En este contexto de creciente conflictividad, se produjeron varios atentados de ETA, cuya respuesta por parte del régimen fue una represión a menudo indiscriminada. Un momento clave fue la celebración en 1970 del denominado Proceso de Burgos contra dieciséis miembros de ETA, cuyas condenas a muerte (finalmente conmutadas por Franco ante la presión internacional y nacional) generaron una gran conmoción.
En política exterior, la dictadura franquista intentó un acercamiento a Europa y en 1970 se firmó el Acuerdo Preferencial con la Comunidad Económica Europea (CEE).
A principios de 1973, las movilizaciones en la calle y el enfrentamiento interno dentro del régimen entre los ‘aperturistas’ (partidarios de una limitada apertura política tras la muerte de Franco) y los ‘inmovilistas’ o ‘búnker’ (que rechazaban cualquier reforma de las instituciones franquistas) se intensificaron. El asesinato de Carrero Blanco por ETA en diciembre de 1973 descabezó al sector inmovilista y abrió un período de mayor incertidumbre.
La Oposición al Régimen
A partir de los profundos cambios experimentados en los años 60, se ampliaron y diversificaron los frentes de oposición al régimen, que reivindicaban la libertad y la democracia. Esta oposición se organizó tanto en el interior como en el exterior del país.
Oposición Interior
En el interior se fue consolidando un importante movimiento de oposición en diversos ámbitos:
El Movimiento Obrero:
En el ámbito laboral, desde 1961 las huelgas y conflictos se multiplicaron, reivindicando no solo mejoras laborales, sino también libertades sindicales y políticas. En 1964 nació el sindicato clandestino CCOO (Comisiones Obreras), inicialmente impulsado por militantes comunistas pero con creciente autonomía, vinculado a movimientos de izquierda como el PCE. Se convirtió en el principal referente del movimiento obrero antifranquista, lo que provocó que fuera declarado ilegal en 1966 y sus dirigentes fueran sistemáticamente perseguidos y encarcelados.El Movimiento Estudiantil:
En el mundo universitario surgió un importante movimiento estudiantil de carácter democrático, que reclamaba libertades académicas y políticas, y a menudo se unía a las protestas de los trabajadores. Los disturbios estudiantiles, como los de 1965, provocaron la represión académica, incluyendo la expulsión de catedráticos críticos con el régimen.Sectores Renovadores de la Iglesia:
Influenciados por el Concilio Vaticano II y la preocupación social, sectores renovadores dentro de la Iglesia Católica se mostraron cada vez más críticos con la dictadura. Proliferaron los llamados ‘curas obreros’, preocupados por las condiciones de vida de sus feligreses, que participaron activamente en la organización de asociaciones de vecinos y movimientos obreros de inspiración cristiana (HOAC, JOC). El clero en Cataluña y el País Vasco, además, se acercó a las reivindicaciones nacionalistas.Grupos y Partidos Políticos Ilegales:
Desde la clandestinidad, desarrollaron una labor sistemática de oposición:- El PCE (Partido Comunista de España) era el partido antifranquista mejor organizado y con mayor presencia en los movimientos de masas (obrero, estudiantil), aunque fue duramente reprimido. Sus líderes más visibles en el exilio eran Dolores Ibárruri (‘La Pasionaria’) y Santiago Carrillo. En esta etapa adoptó una línea política más moderada, cercana al ‘eurocomunismo’.
- El PSOE (Partido Socialista Obrero Español), muy debilitado tras la Guerra Civil, se reorganizó y renovó su dirección en el Congreso de Suresnes (Francia, 1974), donde un grupo de jóvenes militantes del interior, encabezados por Felipe González (elegido Secretario General) y Alfonso Guerra (Vicesecretario), tomó el control del partido.
- Surgieron también partidos marxistas de extrema izquierda, como el PTE (Partido del Trabajo de España) o el MCE (Movimiento Comunista de España), y grupos trotskistas o maoístas.
- Resurgió con fuerza la oposición nacionalista, tanto en Cataluña (con organizaciones como la Assemblea de Catalunya) como en el País Vasco (donde junto al PNV surgió ETA, que evolucionó hacia la lucha armada), defendiendo la recuperación de la libertad y la autonomía.
Oposición Exterior
En el exterior, las fuerzas opositoras abarcaban desde la izquierda republicana y socialista hasta sectores demócratas cristianos y liberales. Algunos de estos últimos, que inicialmente habían apoyado a Franco o mantenido una postura pasiva, participaron junto a sectores del exilio en el Congreso del Movimiento Europeo celebrado en Múnich en 1962 (descalificado por el régimen como el ‘Contubernio de Múnich’), donde reivindicaron el establecimiento de un régimen democrático en España como condición para su ingreso en las instituciones europeas.
Unificación de la Oposición
Uno de los hechos más significativos al final de la dictadura fue el esfuerzo por reorganizar y unificar a los principales partidos y grupos de la oposición democrática. En 1974 se fundó en París la Junta Democrática, impulsada principalmente por el PCE y figuras independientes como Rafael Calvo Serer o Antonio García-Trevijano. En 1975 se creó la Plataforma de Convergencia Democrática, liderada por el PSOE y que agrupaba a partidos socialdemócratas, democristianos y nacionalistas moderados. Ambas plataformas, aunque con estrategias iniciales diferentes, compartían el objetivo de una ruptura democrática y acabaron unificándose en marzo de 1976 (ya muerto Franco) en Coordinación Democrática, conocida popularmente como la ‘Platajunta’.