1. La Transición a la Democracia en España
Tras la muerte del dictador Francisco Franco en noviembre de 1975, surgieron tres opciones políticas para el futuro de España:
- Continuismo Franquista: Liderada por los sectores ultraconservadores del régimen, buscaba mantener la dictadura a través de la fuerza y el terror, preservando las instituciones franquistas, incluyendo la monarquía de Juan Carlos I.
- Reformismo Limitado: Encabezada por franquistas como Fraga, Cabanillas y Areilza, pretendía implementar reformas superficiales para modernizar la imagen del régimen y evitar la condena internacional, sin alterar las bases del poder.
- Ruptura Democrática: Impulsada por partidos democráticos como el PCE y el PSOE, junto con sindicatos como CCOO y UGT, buscaba establecer un gobierno provisional democrático, amnistía para presos políticos, reconocimiento de las autonomías, elecciones libres y una nueva Constitución.
Ninguna de estas opciones tenía la fuerza suficiente para imponerse. La dictadura no contaba con apoyo internacional ni popular. La oposición democrática, con amplio respaldo social, optó por negociar con los reformistas, aceptando concesiones que marcaron el futuro de la democracia española, como la amnesia sobre los crímenes del franquismo y la aceptación de la monarquía. Este consenso permitió una transición relativamente pacífica, culminando en la Constitución de 1978, que estableció un sistema democrático moderno y resolvió problemas históricos como la organización territorial del Estado. Algunos autores consideran la Transición cerrada con la aprobación de la Constitución, mientras que otros la extienden hasta la victoria electoral del PSOE en 1982, que simbolizó la normalización democrática.
2. La Constitución de 1978 y el Estado de las Autonomías
El primer gobierno de la monarquía, con Arias Navarro como presidente, fue continuista. La oposición, agrupada en la Coordinación Democrática, exigió la ruptura democrática. Tras las crecientes protestas, Juan Carlos I nombró presidente a Adolfo Suárez, un franquista reformista que impulsó la Ley para la Reforma Política, aprobada por las Cortes franquistas y en referéndum. Este hito marcó el fin del franquismo. A pesar de la violencia de grupos como el búnker y ETA, el gobierno legalizó partidos y sindicatos, incluyendo al PCE, y convocó elecciones libres en 1977. La UCD, liderada por Suárez, ganó las elecciones, seguida del PSOE. El nuevo gobierno se centró en la elaboración de la Constitución y en la estabilización económica a través de los Pactos de la Moncloa. La Constitución de 1978, aprobada por las Cortes y refrendada por el pueblo español, estableció una monarquía parlamentaria, un Estado social y democrático, y reconoció el derecho al autogobierno de las nacionalidades y regiones. El consenso y la voluntad de diálogo permitieron abordar temas complejos como la organización territorial, la aconfesionalidad del Estado y el papel de la Corona. Las elecciones municipales de 1979 dieron el control de las principales ciudades a la izquierda. Se implementaron reformas fiscales, laborales y sociales, como el derecho a la educación, el matrimonio civil y el divorcio, a pesar de la oposición de ciertos sectores.
3. La Comunidad de Castilla y León
Tras los precedentes regionalistas del siglo XX, la reivindicación autonómica resurgió durante la Transición. En Castilla y León, el Instituto Regional Castellano-Leonés y la Alianza Regional de Castilla y León lideraron el proceso. La falta de una fuerte tradición autonomista en la región y las ambiciones personales de algunos políticos generaron problemas, como los intentos de Segovia y León de obtener autonomías uniprovinciales. En 1983, se promulgaron todos los Estatutos de Autonomía, incluyendo el de Castilla y León, que optó por la “vía lenta” del artículo 143. El PSOE ganó las primeras elecciones autonómicas en 1983, seguido del Partido Popular, que ha gobernado la región desde 1987. Castilla y León ha ido asumiendo competencias en áreas como educación, cultura, sanidad y medio ambiente. Con el Estatuto prácticamente desarrollado, la región enfrenta retos como la despoblación, el envejecimiento, la falta de oportunidades laborales para los jóvenes y el desarrollo económico.
4. Los Gobiernos Democráticos y la Integración en Europa
Tras las elecciones de 1979, el gobierno de UCD afrontó la crisis económica, el terrorismo y las presiones de los sectores franquistas. La dimisión de Suárez y el golpe de Estado del 23-F marcaron un periodo de inestabilidad. El rey Juan Carlos I jugó un papel crucial en la defensa de la democracia. El gobierno de Calvo Sotelo aprobó la LOAPA y el ingreso de España en la OTAN. En 1982, el PSOE ganó las elecciones con mayoría absoluta, iniciando un periodo de modernización económica y social. El gobierno de Felipe González implementó reformas económicas, extendió los derechos sociales y culminó la integración de España en la Unión Europea en 1986. La reconversión industrial y las privatizaciones generaron conflictos sociales. España se incorporó al euro en 2002 bajo el gobierno del Partido Popular, que llegó al poder en 1996. A pesar del crecimiento económico, persistían desafíos como la renta per cápita y la inversión en educación.
5. Cambios Sociales y Culturales
La democracia trajo consigo una transformación social y cultural en España. Se consolidaron los valores democráticos, la tolerancia y la secularización. La igualdad de género avanzó, aunque con desafíos pendientes. Se valoró la infancia y la tercera edad, y se gestionó la creciente inmigración. La esperanza de vida aumentó, mientras que la natalidad descendió, provocando el envejecimiento de la población. La inmigración se convirtió en una necesidad para una sociedad que anteriormente había sido emisora de emigrantes.