Unificación Alemana: Bismarck y el Camino hacia el Segundo Reich

El Camino hacia la Unificación Alemana: De la Confederación al Segundo Reich (1848-1871)

Después de la revolución de 1848 y su consiguiente fracaso, la Confederación Germánica permaneció esencialmente igual a como había sido fundada. Sin embargo, 1848 sirvió como un serio aviso del creciente nacionalismo, lo que sugería que un nuevo intento de revolución era inminente. No había duda de que el proceso unificador tendría que partir de Prusia o Austria. Austria, sin embargo, quedó excluida de la unión económica y, además, su planteamiento incluía la incorporación de estados no germánicos de su imperio (húngaros, eslovenos, croatas, etc.).

El Ascenso de Prusia y Bismarck (1851-1862)

Entre 1851 y 1861, la situación se mantuvo relativamente estable, aunque dentro del Imperio Austrohúngaro se impuso un sistema rígido y uniforme que subordinaba políticamente todos los estados no germánicos al emperador.

En 1861, el panorama cambió con la ascensión al trono de Prusia de Guillermo I, un monarca más autoritario que su predecesor, pero decidido a llevar a Prusia a la gloria y a unificar Alemania. En 1862, nombró como primer ministro (canciller) a Otto von Bismarck, quien se convertiría en la figura clave de la política europea hasta 1898.

Bismarck, un junker (noble terrateniente prusiano), era un conservador, monárquico, hábil político y excelente diplomático. Antes de ser canciller, había representado a Prusia en el Parlamento Confederal en Frankfurt, lo que le permitió comprender la política interna y prever un conflicto con Austria. Posteriormente, fue embajador en Rusia, donde alejó a Rusia de Austria, y en París, donde se familiarizó con la situación francesa y entabló amistad con Napoleón III.

La Estrategia de Bismarck para la Unificación

El plan de Bismarck para la unificación consistía en demostrar al resto de los estados alemanes de la Confederación que Prusia era el estado más importante y poderoso económicamente, y que, por lo tanto, les convenía unirse a ella. Su ideología se basaba en el nacionalismo: todos los alemanes compartían un pasado común, una lengua y tradiciones culturales.

La unificación se lograría mediante guerras, que demostrarían la superioridad de Prusia. Estas guerras serían tres:

  1. Guerra de los Ducados Daneses (Schleswig y Holstein).
  2. Guerra Austro-Prusiana.
  3. Guerra Franco-Prusiana.

1. La Guerra de los Ducados Daneses (1864)

El enfrentamiento entre Austria y Prusia comenzó en 1863, cuando Bismarck convenció a Guillermo I de no asistir a una conferencia de príncipes alemanes propuesta por el canciller austriaco para reformar la Confederación Germánica. Esta reforma implicaba que el ejército de la Confederación pudiera intervenir en cualquier estado sin su permiso, lo que suponía un control indirecto de Austria sobre el ejército confederal, algo que Bismarck no estaba dispuesto a permitir.

En este contexto, estalló la «Cuestión de los Ducados». El rey de Dinamarca, Federico VII, no se conformó con administrar los ducados de Schleswig y Holstein, sino que los anexionó a Dinamarca y elaboró una nueva constitución que obligaba a todos los habitantes, incluidos los de los ducados, a obedecer las leyes danesas.

Ni Austria ni Prusia estaban dispuestas a admitirlo, ya que ambos consideraban que se trataba de estados alemanes. Poco después, murió Federico VII y le sucedió Cristián IX. Aunque inicialmente fue reconocido, Bismarck, alegando la existencia de la Ley Sálica en Alemania (que prohibía reinar a las mujeres o a sus descendientes por línea femenina), promovió a un nuevo pretendiente al trono de los ducados.

Austria y Prusia, que en el fondo deseaban los ducados, acordaron declarar la guerra al rey danés, sin acordar aún cómo se repartirían los territorios. La guerra estalló y fue ganada por austriacos y prusianos. Las potencias extranjeras no lograron ponerse de acuerdo y abandonaron a Dinamarca.

En 1865, Prusia y Austria firmaron el Acuerdo de Gastein para administrar los ducados: Holstein sería administrado por Austria y Schleswig por Prusia. Se trataba de un acuerdo transitorio, ya que la intención de Bismarck era enfrentarse a Austria, pero necesitaba prepararse:

  • Buscó la neutralidad de Francia.
  • Firmó un acuerdo militar con Italia (a cambio del Véneto si ganaban a Austria).
  • Contó con la neutralidad de Rusia.

Simultáneamente, Bismarck buscó simpatías y anexiones dentro de la Confederación Germánica, prometiendo elecciones por sufragio universal. Contaba con el apoyo internacional y la simpatía de gran parte del pueblo alemán, aunque una parte de la opinión pública se oponía a la guerra contra Austria, también germánica.

2. La Guerra Austro-Prusiana (1866)

Prusia rompió el acuerdo de Gastein, lo que provocó que Austria le declarara la guerra en julio de 1866. La campaña fue breve gracias a la superioridad militar prusiana (fusiles de repetición, etc.). Los austriacos fueron rodeados en Bohemia y derrotados en Sadowa. Aunque el ejército austriaco del sur obtuvo victorias contra el ejército italiano, la Paz de Praga (1866) obligó a Austria a devolver el Véneto a Italia.

Bismarck, previsor, firmó una paz «fraternal», sin quitar territorios a Austria (excepto el Véneto), por dos motivos:

  • Acallar a la opinión pública alemana.
  • Buscar futuros aliados.

Sin embargo, la paz tuvo importantes repercusiones:

  • A nivel internacional, Napoleón III tuvo que resignarse al engrandecimiento de Prusia y comenzó una política torpe de reclamaciones territoriales en la orilla del Rin.
  • Los estados de Hannover, Hesse, Nassau, y los ducados de Schleswig y Holstein (todos los estados al norte del río Meno) se anexionaron a Prusia. Bismarck respetó los estados del sur, pero firmó un acuerdo militar con ellos.
  • En el Imperio Austriaco, la derrota llevó a la creación de la Monarquía Dual (1867), concediendo plena autonomía a Hungría (con su propia constitución, pero compartiendo rey, hacienda, Ministerio de Asuntos Exteriores y ejército). Los húngaros quedaron satisfechos, pero no así los rutenos, eslovenos, polacos, etc., que quedaron bajo dominio húngaro. Esto explica la posterior división del Imperio Austrohúngaro tras la Primera Guerra Mundial.
  • Bismarck reorganizó Alemania, formando la Confederación del Norte, con una constitución propia (1867), integrada por más de 21 estados, con un rey (Guillermo I de Prusia), un canciller (Bismarck) y un poder legislativo bicameral:
    • Bundesrat: Cámara de representación territorial.
    • Reichstag: Cámara baja elegida por sufragio mayoritario amplio.
    Bismarck contaba con el apoyo del Partido Nacional Liberal, creado a su imagen y semejanza.

3. La Guerra Franco-Prusiana (1870-1871) y la Culminación de la Unificación

La situación de Alemania era transitoria. Faltaba unificar los estados del sur. Napoleón III, temeroso del poderío alemán, debía decidir su postura (alianza o neutralidad).

En Francia, la opinión pública estaba dividida. Muchos (católicos y proletarios) no entendían el apoyo de Napoleón III al Papa, que retrasaba la unificación italiana. Además, había protestas sociales por la situación de la clase obrera, organizada en sindicatos que reclamaban la intervención del gobierno en la vida laboral. La política exterior vacilante de Napoleón III también generaba descontento.

El círculo político de Napoleón III y su esposa, Eugenia de Montijo, buscaba un éxito diplomático o político para acallar las protestas. Comenzó una política de reclamaciones territoriales que Bismarck manipuló, presentando a Francia como imperialista.

La excusa para el conflicto surgió en España, donde el trono estaba vacante desde la Revolución de 1868. Se propuso como rey a un miembro de la dinastía Hohenzollern (prusiana). Napoleón III presionó para que no aceptara. El embajador francés en Prusia exigió a Guillermo I una garantía por escrito de que ningún Hohenzollern ocuparía el trono español.

La respuesta de Guillermo I fue correcta, pero Bismarck la interceptó, la redujo y la convirtió en una misiva ofensiva para Francia (el «Telegrama de Ems»). El emperador y la emperatriz se sintieron ofendidos y declararon la guerra a Prusia.

La guerra fue un paseo militar para los prusianos, gracias a su rapidez en el traslado de tropas (ferrocarril). La capitulación francesa tuvo lugar tras la batalla de Sedán (1870). En Francia, se proclamó la III República. El gobierno republicano intentó resistir en París, pero fracasó. Se firmó un armisticio desfavorable para Francia.

Alemania ganó la guerra. París cayó y se firmaron las Preliminares de Versalles (enero de 1871). La paz definitiva, la Paz de Frankfurt (mayo de 1871), impuso duras condiciones a Francia: pérdida de Alsacia y la mayor parte de Lorena (zonas estratégicas y mineras) y el pago de una indemnización de 5.000 millones de libras. Esta paz envenenó las relaciones europeas, generando un sentimiento de revancha francés («Revanchismo Francés»).

En enero de 1871, Guillermo I, rey de Prusia, se proclamó emperador (Kaiser) y se constituyó el II Reich alemán en la Sala de los Espejos del Palacio de Versalles. Bismarck convenció a Luis II de Baviera (y a los estados del sur) para que se unieran a la Confederación del Norte, prometiéndoles una amplia autonomía. Luis II ofreció la corona a Guillermo I.

Guillermo I se convirtió en rey de Prusia y de Alemania (organizada como federación). Bismarck fue primer ministro de Prusia y canciller alemán.

Consecuencias de la Unificación

Con las unificaciones italiana y alemana, se cerró un ciclo histórico (desde la Paz de Westfalia) que había mantenido el equilibrio continental a costa de los estados centrales (alemanes e italianos). Se abrió una nueva etapa histórica, con la entrada en el concierto internacional de dos nuevos estados unificados, uno de los cuales, Alemania, se configuraba como el país más desarrollado económica y militarmente (acero e investigación científica).

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