Unificación Italiana (1848-1870): De la Fragmentación al Reino

Las revoluciones de 1848, iniciadas en Francia con la caída de la monarquía y el establecimiento de la Segunda República (1848-1852) y, posteriormente, el Segundo Imperio de Napoleón III (1852-1870), marcaron un punto de inflexión en Europa. Aunque estas revoluciones supusieron un freno temporal para los movimientos nacionalistas de la primera mitad del siglo XIX, el período entre 1849 y 1871 se caracterizó por un fuerte impulso en la creación de nuevos estados.

El auge del nacionalismo y la creación de nuevos estados

Los movimientos nacionalistas que triunfaron en este período fueron principalmente de carácter «centrípeto», destacando la creación de Italia y Alemania, así como la de Rumanía. Paralelamente, las transformaciones económicas y la evolución del capitalismo industrial generaron tensiones internacionales que reconfiguraron el escenario europeo y obligaron a redefinir las relaciones internacionales con la aparición de nuevos actores.

La fragmentación italiana y el dominio austriaco

Italia se encontraba políticamente fragmentada y bajo la hegemonía austriaca. Existían ocho estados principales:

  1. Reino de Piamonte-Cerdeña (bajo la dinastía de los Saboya).
  2. Véneto y Lombardía (sometidos al Imperio Austriaco).
  3. Ducados de Parma, Módena y Toscana (controlados por Austria, con guarniciones militares austriacas en los dos primeros).
  4. Reino de las Dos Sicilias.
  5. Estados Pontificios.

El Reino de Piamonte-Cerdeña, el único estado independiente, contaba con instituciones liberales y experimentaba una importante transformación socioeconómica.

El ideal de la unidad italiana

En los estados italianos, diversos grupos combinaban el espíritu reformista con el ideal de la unidad. Inicialmente, este sentimiento se manifestó en sociedades secretas que participaron en las revoluciones de 1820 y 1830, reprimidas por Austria a través de la Santa Alianza.

En la década de 1840, el anhelo de unidad se consolidó y surgieron proyectos concretos:

  • Mazzini y su «Joven Italia»: proponían una república con capital en Roma.
  • Gioberti: abogaba por una confederación en torno a los Estados Pontificios y bajo la soberanía papal.
  • D’Azzeglio: defendía un reino unificado bajo la dinastía de los Saboya.

Esta última propuesta triunfó, impulsando un movimiento de reformas profundas que condujeron a la unificación.

Cavour y la estrategia de unificación

Camillo Benso, conde de Cavour, se convirtió en jefe de gobierno del Reino de Piamonte en 1852 con objetivos claros:

  • Bases políticas: establecer un gobierno de centro-derecha moderado, promover la laicización del Estado, fomentar el desarrollo económico y modernizar las estructuras del reino.

Las directrices para la unidad, iniciadas en 1858, fueron:

  • Unificación en torno al Piamonte, uniendo estrategias con otras fuerzas como la Sociedad Nacional Italiana.
  • Convertir la unidad italiana en un problema internacional, integrando a Piamonte en el concierto europeo.
  • Conseguir el apoyo de Napoleón III en la lucha contra Austria. Francia apoyaría a los italianos a cambio de Saboya y Niza.

Fases de la Unificación Italiana

Primera Fase (1859-1860): La guerra contra Austria y las anexiones

En abril de 1859, estalló la guerra entre Piamonte y Austria, con Francia como aliada. Las victorias de Magenta y Solferino permitieron la anexión de Lombardía a Piamonte.

En la Italia central, movimientos populares y la presión militar piamontesa llevaron a plebiscitos que resultaron en la unión de Toscana, Módena, Parma y Romaña a Piamonte en marzo de 1860. Piamonte cedió Saboya y Niza a Francia, y Napoleón III aceptó la nueva situación.

En la segunda mitad de 1860, la expedición de los «Mil Camisas Rojas», liderada por el republicano Giuseppe Garibaldi y apoyada por Cavour, conquistó el Reino de las Dos Sicilias. Las tropas piamontesas avanzaron desde el norte, atravesando los Estados Pontificios. La unión del Reino de las Dos Sicilias a Piamonte se ratificó mediante plebiscito.

Garibaldi reconoció a Víctor Manuel II como rey de Italia. Las Marcas y Umbría, territorios segregados de los Estados Pontificios, se unieron a Piamonte en noviembre.

En marzo de 1861, Víctor Manuel II fue proclamado Rey de Italia «por la gracia de Dios y la voluntad de la nación» en el primer parlamento italiano. Cavour lideró la tarea de consolidación política del nuevo reino, pero falleció en junio.

Segunda Fase (1861-1870): La culminación de la unidad

Esta fase se caracterizó por la inestabilidad, el problema de la capitalidad, los desafíos de integración y la cuestión de los territorios aún no incorporados (Venecia y los Estados Pontificios).

Tras intentos fallidos en 1862 y 1867, la guerra austro-prusiana de 1866 brindó una oportunidad. La derrota austriaca en la batalla de Sadowa permitió la entrega de Venecia a Italia en octubre de 1866.

La «cuestión romana» (el problema de la capitalidad) se resolvió el 20 de septiembre de 1870, cuando las tropas italianas ocuparon Roma y la proclamaron capital del Reino de Italia, a pesar de la resistencia del Papa Pío IX.

Consecuencias y territorios irredentos

A pesar de la unificación, persistieron problemas debido a la existencia de territorios irredentos, como el Tirol, el Alto Adigio y Trieste, que se convirtieron en un constante contencioso para Italia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *